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La eutanasia Escuela de Ciencias Sociales y Humanas

Enviado por   •  6 de Diciembre de 2018  •  3.418 Palabras (14 Páginas)  •  361 Visitas

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La encíclica Evangelium vitae de el Papa Juan Pablo II (1995), sostiene que la eutanasia es una grave violación de la ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de la persona humana. Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la Palabra de Dios escrita; es transmitida por la tradición de la iglesia y enseñada por el magisterio ordinario y universal. Semejante práctica conlleva, según las circunstancias, la malicia propia del suicidio o del homicidio.

La fe de la iglesia católica establece que la vida es un don que se ha recibido de las manos de Dios, amigo de la vida y amigo de los hombres. El fundamento de toda ley justa es la dignidad de la persona humana. Se debe respetar la vida humana, ya que las personas son alguien y no algo. La vida humana no posee valor por el consenso social, por la cultura, por la decisión mayoritaria en una Asamblea Legislativa o por la opinión de algún gobernante. La vida humana tiene un valor. Nadie ni nada puede derogar este valor y los derechos que se derivan de él.

La Iglesia Católica, afirma el valor de cada ser humano, sin importar sexo, ocupación, raza, preferencia política, situación económica, coherencia moral o edad. La obligación de respetar la vida humana brota de una determinada concepción religiosa o filosófica.

Agosto, Dávila, Del Valle, Rivera & Nieves (2009), sostienen que otras iglesias católicas afiliadas a la Unión de Utrecht y algunas Iglesias presbiterianas han optado por no identificarse ni pronunciarse ni a favor ni en contra. Estas solo enfatizan el respeto, la conciencia y la ética.

La Santa Biblia (1960), concluye que Dios se opone a la eutanasia, es su soberanía. La Biblia no ordena hacer algo para prolongar la vida de una persona. Si una persona ha estado en un persistente estado vegetativo por un prolongado período de tiempo, no sería una ofensa a Dios el desconectar los tubos o máquinas que estén manteniendo viva a la persona. Si Dios deseara mantener viva a una persona, Él es perfectamente capaz de hacerlo sin la ayuda de tubos o máquinas.

Para los defensores de la eutanasia, la dignidad de la vida humana consiste en el derecho a elegir el momento de la propia muerte. Los que están en contra de la eutanasia dicen que la dignidad de vida humana obliga a oponerse, ya que se considera la vida humana frente a un problema moral, ya sea apoyado por la religión.

La vida religiosa musulmana está marcada por las oraciones, desde el nacimiento hasta el instante de la muerte. Mahoma fue el creador de esta religión en Arabia en el año seiscientos veintidós (622). Esta religión recalca que cada persona al nacer ya tiene su destino impreso y nada se puede hacer para modificarlo, el que muere libre de culpa o muere luchando tendrá como premio el Edén, un paraíso sensual, con ríos de sabrosas comidas y hermosas huríes para sólo atender sus pedidos. (El Islamismo, s.f.).

Vilches, L. (2005), Psicóloga académica del Departamento de Psicología de la Universidad de Chile, sostiene que al hacer algunas precisiones conceptuales ante la ambigüedad lingüística el uso de la eutanasia no es meramente semántica, sino que expresa y orienta en la complejidad del problema de modo adecuado.

La frecuencia, la intensidad y el reconocimiento de dilemas éticos en la medicina clínica han aumentado año tras año como consecuencia de los profundos cambios en la medicina y la sociedad. En las últimas décadas, la relación entre paciente y médico ha evolucionado desde la forma paternalista tradicional, en la cual los médicos decidían las opciones para sus pacientes. (Rivera Benítez., 2001).

Según las investigaciones de Reijtman, C. (s.f.), la medicina es una profesión curativa. Los médicos deben descubrir la enfermedad, tratarla y eliminarla; en términos generales, por definición, sus esfuerzos están orientados a ayudar a las personas a vivir más y a funcionar mejor. Este enfoque de la práctica médica es casi una visión de túnel a favor de curar a cualquier costo, de luchar sin cuartel por la vida, sin importar sus circunstancias ni su calidad.

Sin proponérselo, ha ido dejando de lado un enfoque más claro y amplio que incluya la atención médica y humana adecuada para el paciente en trance de morir. En otras palabras, cuando el propósito de la medicina se define solamente en términos de curar y prolongar la vida, no hay directrices para asistir al moribundo.

El Comité Permanente de Médicos Europeos (CPME) ha aprobado un posicionamiento en el que destaca que el médico no puede, ni a petición del enfermo, ni de cualquier otra persona, llevar a cabo, ni ayudar a llevar a efecto, tratamientos que puedan provocar intencionadamente la muerte del paciente.

Esto concuerda con el artículo bajo el título “La Eutanasia no es Respuesta” de William ReesMogg que comunica que según el apoyo popular a la eutanasia se funda el miedo al dolor durante el período terminal de la enfermedad, en particular si se trata de cáncer. (Vila, M., 2008).

Si bien puede ser que el deber del Estado no es proteger la vida sólo como hecho biológico, si es cierto que esa es precisamente la función y el deber esencial, jurídico y ético del médico, esa es su misión. (Merchán, J., 2009).

De la eutanasia se suele decir también que es un eufemismo. Lo que se define como buena muerte, al menos en esta acepción original, es realmente un homicidio. Este equívoco tiene un peso notable en la discusión sobre la eutanasia. Se produce en un momento en que la industrialización de la muerte, entendida fundamentalmente como el final hospitalizado que es previsible para cada persona en los países avanzados, se manifiesta como una imagen de la propia muerte.

Esta idea de buena muerte garantizada para todos, tiene un notable atractivo sobre la población. Si la historia de la humanidad puede concebirse más como una búsqueda de la seguridad que de la libertad, la oferta de una muerte garantizada tiene un atractivo notable. Se trata de una seguridad definitiva dentro de un mundo de seguridades.

Por supuesto, conviene no simplificar la descripción de la muerte en la actualidad. Los factores culturales, sociales y económicos, que inciden en ésta son variados, de manera que bien podría hablarse de diversas muertes, o al menos de una pluralidad de formas de afrontarla. Por otra parte, se puede encontrar en un momento de transición desde una muerte despersonalizada e industrializada, de gestión no familiar, hacia una recuperación de la autonomía en la misma, que es lo que suelen describir los más optimistas.

El término eutanasia, en la acepción generalmente utilizada,

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