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La maldicion de la feria de libros

Enviado por   •  23 de Noviembre de 2018  •  4.731 Palabras (19 Páginas)  •  394 Visitas

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― No es momento de hablar de eso mamá; además, no soy quién elige mis relaciones, estás metida en toda mi vida., déjame respirar.

― Eres mi hija, trato de protegerte, la realidad es cruda, la vida no es rosa como la pintan. Aún no sabes lo que quieres.

― ¿Ah y tú sí?, no estoy de humor para discutirlo, que tenga un bonito día, adiós mamá, adiós papá, me voy, los quiero. –vociferó con franqueza.

Su padre quedó sonriendo, su madre no estuvo del todo convencida con la conversación.

― ¿Crees que me odie? –preguntó la madre a su esposo.

― No. Está resentida de las cosas que sueles prohibirle. Ya tiene edad para tomar decisiones, créeme, ha madurado.

― Tengo la sensación de que nos oculta algo. Debe ser por ese chico, él ya le causó bastante daño, problemas y siento que ella aún no lo supera.

― Cariño, no por un daño cometido te harás la victima de toda una novela, nadie es perfecto y dudo que nuestra hija lo sea. Es inteligente, hermosa, pero para aprender hay que equivocarse y mucho. Nadie gana si no arriesga.

― ¿Tú estás de su lado verdad?

― No. Solo digo que la dejes vivir un poco.

― Estás loco, hablamos de la formación de nuestra hija, no me quedaré a verla perdida.

― ¿Quién te dijo que la descuidaras?, sé su guía, pero no la atormentes controlando su vida, ¿me dejo entender?

― No. Que padre para más liviano por el amor de Dios.

El silencio incómodo se apoderó de la cocina, el papá prendió el televisor, para matar la tensión. Las noticias locales colmaron de fanatismo a la llegada de la feria de libros, las redes sociales explotaron, la publicidad y el marketing volaron, la suma de personas interesadas, llegaron a un 69% de la población mundial.

― ¡Qué estupidez! ¿Para qué olvidar tu vida?, deberían suicidarse y listo, que ganas de cambiarse la vida por otra. –comentó el padre.

― Es igual a matarse. Si no lo recuerdas, entonces no existió, ¿pero no has sentido curiosidad de entrar?

― ¿Qué, a ti sí?, entras y no hay marcha atrás. Cariño somos parte de la rebelión, siempre en contra de la opresión Book Fair recuerda, no creemos en lo que dicen.

― Solo digo. Millones de personas a nivel mundial asisten, hasta los más ricos y poderosos, parece que el dinero no compra la felicidad; además, no vas a negarme que has sentido ganas de borrar algo de tu vida. –persuadió la madre.

― La propuesta es tentadora, pero mis ideales la superan. –respondió orgulloso.

― Yo creo que estás aterrado, tienes miedo de subsistir con nada y empezar desde cero, lo sé porque también tengo miedo.

― Las cosas no son así cariño, se vive de lo que uno tiene y punto. Esa feria está maldita por alguna razón, nos ocultan cosas que no entendemos, y nosotros como tontos, dejamos que nos laven el cerebro. Esa feria es del diablo y Absolud se puede ir a la mierda.

Por otra parte, de movilidad a la universidad, Micaela cambió su ruta al “Open” de la tan esperada feria de libros, ya era tarde, pues las colas llegan a ser inmensas. Miles de personas de toda la ciudad, aprovechan la oportunidad de asumir una nueva vida a costo de la suya, por cada cinco a seis años a su retorno.

Es la primera vez que Micaela decide escribir en un libro maldito. Sus padres, a diferencia de ella, no asimilan la ideología de la feria de libros, pues ellos pertenecen al 35 % de la población mundial que forma parte de la rebelión en contra de la Orden Book Fair.

Ansiosa, Micaela bajó del auto, respiró un poco para olvidarse del pavor que domaban sus piernas. Se posicionó en la cola, tuvo la reseña de sus amigos, de no portar ningún objeto en los bolsillos, ni tampoco equipaje. Se percató de cada detalle antes de ser evaluada. El examen de observación es el primer paso para ingresar, de acuerdo a su turno, se mantuvo callada. Sus ojos no creían lo que veía, se moría de nervios, sus piernas se enredaban.

Los guardias son especialistas en asalto, seguridad y protección de primera clase. También, organizan la movilización de las personas, no eran muy amistosos que digamos, su personalidad es neutra y centrada a su labor, no expresaban ninguna emoción que no sea referente a su trabajo. Como si fueran robots.

Las otras personas que formaban la cola, no tenían ningún signo de aflicción, charlaban entre sí, se oían risas y cortejos. Ingresaban felices, otras tristes, algunos pensativos, otras sin preocupación. Había toda generación, en personalidad, raza y cultura.

Micaela pasó impecable, no hubo problemas en el ingreso. Se adentró a explorar la feria, se podían apreciar, paredes y lunas de buen material blindado, la infraestructura era sorprendente, dinámico y muy difusa. Los pasadizos son anchos, los murales tenían extrañas siluetas entre símbolos que cambiaban de forma y lugar cada cierto tiempo, como si las paredes fueran proyectores. Había finas pantallas gigantescas, con anuncios por cada pabellón, dividida en secciones por idioma, ciudad y país natal al que pertenezcas. El lugar era una completa pasada, pero el tiempo corría. Micaela se percató de dos circuitos de trenes, que transitaban por toda la feria, bautizados con el nombre de “La nave”. No se sabe que tan grande pudiese ser la feria, hacerse un recorrido entero, te tomaría dos o más días tal vez. No obstante, Micaela esperó a la primera nave, que llegó al puerto de embarque, emergiendo de un túnel subterráneo, el circuito está en paralelas, un tren traslada por los techos y el otro por el sub suelo.

Las puertas de la nave se abrieron automáticamente, una voz fémina y empática articulaba la circulación de la nave:

― Welcome to the ship, please have a seat. –tintineó tres veces.

Ingresando, vio asientos personales, cada asiento es reclinable a 170°, con función automática, te brinda comodidades, como el masaje, portador de audífonos y una pantalla de cristal cuadrilátera con sistema táctil. Micaela quedó atónita de lo que veía. Tomó asiento; rápidamente la pantalla

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