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La vida, el tiempo y la muerte.

Enviado por   •  3 de Abril de 2018  •  2.797 Palabras (12 Páginas)  •  260 Visitas

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Para continuar entendiendo acerca de nuestra relación con el tiempo, debemos darle una relación más explícita con la mente. Aunque hoy en día no podemos explicar lo que es el tiempo, sin embargo, ante la dificultad en llevar a cabo un experimento físico que demuestre el paso del tiempo, se va dando a conocer una sospecha: “ puede ser que el tiempo sea hecho por nosotros mismos, es decir que sea un atributo de nuestra mente”. Por lo tanto, en el capítulo tres, esta enfocado en la mente humana que es considerado uno de los aparatos más complejos.

Como ya sabemos, la mente se divide en dos sectores: el consciente; mediante el cual razonamos, comprometemos, damos justificaciones, etc y el inconsciente; que captura diversas informaciones sobre hechos y emociones. Por muchos años, el lado inconsciente de la mente no había sido estudiado por su carencia de lógica. Parece ser que en esta parte, no existe la temporalidad del sentido común, incluso a temprana edad, esta temporalidad no existe en el nivel consciente.

Todo lo que se forma en el sector inconsciente de nuestra mente, tiene la mayor parte de su origen en nuestra niñez y en aquel deseo prohibido que se genera como ser humano. Por lo ejemplo, aparece en la conciencia amorosa algún tipo de relación romántica que se prohiba tener o el antojo de un alimento prohibido en la dieta, así como el chocolate. Pero también en esta parte se almacena muchísima información que de repente regresa a nuestro presente para ayudarnos a resolver situaciones, así como encontrar cosas. Si queremos usar el inconsciente para analizar el tiempo, debemos tomar esta frase de Freud que dice: “Percibimos con sorpresa una excepción al teorema filosófico según el cual el espacio y el tiempo son formas necesarias de nuestros actos mentales. Nada hay en el sistema inconsciente que corresponda a la idea del tiempo.” Esto quiere decir que nuestro inconsciente atesora, de modo sincrónico, todo aquello relacionado con emociones, sentimientos, reglas e ideales experimentados a lo largo de nuestra vida.

Debemos cerrar este capítulo diciendo que se reciben las señales del exterior, y el sistema inconsciente las conserva en la memoria, la atención se conecta con el mundo externo a un ritmo rápido y esta intermitencia, cuando tiene contacto con el aparto psíquico originaría así la percepción del tiempo. En el próximo capítulo se habla acerca de como este tiempo necesita ser instalado en la humana mediante la relación del hombre con su cultura.

Cuando nacemos, no poseemos un criterio acerca de lo que es el tiempo, no ubicamos cuando será mañana o cuando fue ayer, todo este esquema temporal se va adquiriendo durante los primeros años de vida a través de la crianza, las costumbres de su ambiente y del lenguaje. En el caso de los recién nacidos, aunque todavía no sean capaces de distinguir entre los diferentes tiempos, la falta de complacencias en su organismos son generadoras de un sentido temporal. porque son necesidades que se presentan periódicamente que se incrementan a medida que es mayor el tiempo que lleva calmarlas. También las sensaciones cinestéticas, hacen que el niño pueda percibir, aun de modo inconsciente, los intervalos de tiempo y tener una noción con la realidad.

A los pocos meses, el desarrollo neurológico del niño, permitirán que comience una etapa de gran progreso tanto cognitivo, como motor, que le irá cambiando su sentido del tiempo. Mucho también influye su relación con la madre, la cercanía y el contacto, harán que la percepción del espacio temporal del niño vaya teniendo un desarrollo más grande conforme pasan los años de maduración. Esto se debe a que el hijo debe entregar su recién adquirido dominio del tiempo a las órdenes de su madre, quien establece cuándo y por cuánto tiempo se deben de hacer las cosas. Fuera del contacto materno, el niño forma una relación con los objetos que si puede manipular, así como los juguetes, lo que le brinda la oportunidad de elaborar su experiencia con el espacio, con el tiempo, con las apariciones y también con la ausencia de su madre, lo que le permite formar un grupo de memorias de experiencias vividas que tienen proyección en el espacio, cuando juega con sus carritos o su osito.

Así es como en los primeros años de la vida de un niño, se crea una noción del tiempo en el que vive, del pasado y del futuro. Nuestros primeros momentos de vida se quedan grabados en la memoria y también influyen a una interacción con el espacio en el que nos encontramos, teniendo así un desarrollo progresivo que poco a poco nos ayuda a madurar en nuestra cultura actual.

La siguiente y última sección del libro, nos habla acerca de la muerte. Un proceso temido por la mayoría de las personas, pero sumamente cotidiano. Primero debemos identificar, por lo menos, dos tipos de tiempos con los que se maneja el humano: el sagrado, perpetuamente cíclico y renovable cada vez que ocurre la ceremonia eclesiástica o que el sacerdote realiza una serie de ritos, y el profano, en el que el ser humano ve transcurrir los días, los años y toma conciencia de que tarde o temprano, la muerte llegará. Se han hecho calendarios; astronómicos, religiosos, políticos, para intentar llevar una cuenta del tiempo, sin embargo es imposible, porque éste es abstracto y nadie puede ejercer un control exacto sobre él.

La relación del tiempo con la muerte parece muy lógica, pero va mucho más allá. El primero nos indica que han habido muchos ciclos, que han ocurrido crisis que de cierta forma han ido modificando el entorno; mientras que la muerte nos dice que no somos los únicos que han ido habitado el planeta, por lo que los procesos del tiempo han influido en la manera que los seres de la Tierra han ido evolucionando y transformándose. [1]Reinaba la irreversabilidad. La muerte se volvía natural, era un producto de la lucha por la vida.

De todos los cambios de temporalidad más drásticos que puede experimentar un organismo son el envejecimiento y la muerte, pero, ¿qué es la muerte? es el término de la vida a causa de la imposibilidad orgánica de sostener el proceso homeostático. Algunos investigadores han señalado que vivimos repletos de bacterias y virus, desde las que trabajan discretamente en la oscuridad del intestino, hasta las que se asocian con las raíces de los vegetales para fijar nitrógeno. Con algunos de estos microorganismos, tenemos una relación de cooperación mutua, pero con otros, esta relación no es tan amistosa. Logramos mantener un equilibrio que nos permite llevar una vida normal, sin embargo, un desequilibrio haría que algunos virus letales pasaran al ataque y mataran a nuestras células, lo que se conoce como enfermedades terminales; una de las principales

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