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Las diferentes culturas de diferentes países

Enviado por   •  11 de Mayo de 2018  •  18.779 Palabras (76 Páginas)  •  391 Visitas

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En el decenio de los noventa, como lo fuera en los sesenta, la política del gobierno mexicano es nuevamente considerada por los países industriales y los organismos como un modelo de estrategia económica, en su dimensión de ajuste y en sus aspectos de cambio estructural. Con el FMI se cierra el círculo en 1993. Por primera vez en casi dos décadas México no tiene convenio vigente con el organismo, ni tampoco hace uso de sus recursos.

Nuestro país contribuyó notablemente a la política y la práctica de los organismos en su medio siglo de existencia: definió el alcance del Banco Mundial de no sólo orientar su gestión a la reconstrucción sino al problema del desarrollo; planteó el primer Acuerdo de Crédito Contingente; logró el primer crédito para apoyar la cuenta de capital (1954); obtuvo el primer (en la práctica) Acuerdo de Crédito Ampliado para sustentar programas de ajuste "gradual", preservando el crecimiento; aportó las ideas de crear el Comité de Desarrollo y el programa de apoyos financieros "ligados" de bancos comerciales, Banco Mundial y FMI, para lograr una masa crítica de financiamiento para los problemas de deuda; impulsó los paquetes de créditos sectoriales de reconversión basados en estudios y diálogo técnico con el Banco Mundial, y logró la instauración de mecanismos de cooperación internacional.

Otras aportaciones provinieron del uso del ingenio y la habilidad negociadora para defender de la mejor manera los intereses de México en circunstancias difíciles. Ojalá en el futuro no se tenga que desperdiciar tanta creatividad e imaginación en esos menesteres.

El organismo ya no desempeña un papel importante en lo referente a las políticas cambiarias y al dinámico proceso de ajuste de los grandes países industriales ni tampoco en relación con la liquidez internacional, pues no se han asignado derechos especiales de giro desde 1981 y esa liquidez se deriva del sostenido déficit de Estados Unidos. El monto de los recursos con que cuenta el organismo, sus cuotas, no crece con el comercio mundial. Así, el Fondo estaría condenado a ser una institución especializada que apoya a los países en desarrollo.

La relación de México con el Banco Mundial ha sido en el terreno de las tesis del desarrollo económico. Ha evolucionado con ellas. Los montos de financiamiento recibido, no despreciable, han servido más bien para incursionar en campos nuevos y para ser catalizador del financiamiento complementario. La relación del Banco Mundial con México se inicia con el financiamiento de proyectos de infraestructura y posteriormente con programas sectoriales; más adelante la ayuda se orienta a estrategias de cambio estructural, y finalmente a resolver problemas de deuda. Sin duda el Banco Mundial presionará a México, después de recibir volúmenes masivos de créditos, a una graduación paulatina como deudor. En la década de los ochenta el Banco se convirtió en parte en un Banco de Reconstrucción de las economías de países en desarrollo; en los noventa regresó a sus fallidos orígenes de ser un Banco de Reconstrucción de las economías de Europa.

A futuro, un aspecto valioso de la relación de México con el Banco Mundial será mantener un diálogo activo sobre estudios y temas del desarrollo, que en general ha tenido un efecto positivo. El organismo debe mantener su presencia y otorgar recursos de largo plazo para la reconversión que la economía mexicana requiere para hacer frente a los retos de la competencia en el ámbito de América del Norte.

En 1944 la economía mexicana se encontraba en pleno crecimiento debido al auge de las exportaciones propiciado por la segunda guerra mundial. Se celebraba entonces (del 1 al 22 de julio) en Bretton Woods la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, donde surgieron aspectos vitales de la reorganización económica mundial. La delegación mexicana, con una destacada actuación, se integraba por personajes que posteriormente serían actores económicos de importancia como Eduardo Suárez, Daniel Cosío Villegas y Víctor Urquidi.

Se crearon tres comisiones; la primera tenía a su cargo negociar el nuevo Fondo Monetario Internacional y estaba presidida por Harry White; la segunda, que era responsable de conformar el Banco Mundial, se encomendó a J.M. Keynes, y la tercera, denominada "de otros medios de cooperación financiera internacional", correspondió a Eduardo Suárez. Esta comisión examinó, el papel de la plata como instrumento de reserva de los bancos centrales. "Sabíamos -decía Suárez- que la corriente de opinión en el mundo estaba en contra de toda especie de bimetalismo y que nuestra propuesta estaba destinada al fracaso, pero jugando la plata el papel importante que tenía entonces en la economía mexicana, quisimos que hiciera acto de presencia en la Conferencia Monetaria".

Se logró que se aprobara que los bancos centrales constituyesen sus reservas internacionales con la proporción de plata que desearan. Así fue que durante muchos años la plata, al igual que el oro, se computaba entre las divisas de México.

La propuesta más importante y visionaria de México se presentó en la segunda comisión. El documento que presentó Keynes tenía como propósito crear un Banco Mundial de Reconstrucción que se abocara a la tarea de otorgar crédito a los países europeos devastados por la guerra. El 12 de julio, en la propuesta presentada por nuestro país, planteaba, a grandes rasgos, la solidaridad hacía las economías devastadas, la posesión de divisas y su uso para el desarrollo latinoamericano a través de importaciones estratégicas de Europa. Keynes aceptaba con admiración que de todas las propuestas, la mexicana era la más centrada.

De 44 países asistentes la mitad era en desarrollo. Entre éstos, 20 eran de América Latina. Por ello se logró negociar una importante presencia de en el Directorio de los organismos, se contó con dos representantes, de 12. En el caso del Fondo, el primer Director por México fue Rodrigo Gómez.

En sus primeros años, buena parte del esfuerzo del Fondo se orientó al mantenimiento de la paridad convenida, a la eliminación de las restricciones cambiarias; había gran dificultad para cumplir estos compromisos por los reajustes producidos en la economía mundial de la posguerra. La mayor parte de los miembros, incluso las grandes economías europeas, no pudieron asumirlos. En noviembre de 1946, México y Estados Unidos fueron los primeros países en admitir su cumplimiento.

La economía nacional fue arrastrada por las desgracias económicas mundiales. Los problemas de balanza de pagos hicieron necesario efectuar giros en 1947. Al siguiente año se solicitó

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