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Metodologías de Investigación Científica y Ciencias de la Salaud

Enviado por   •  26 de Diciembre de 2017  •  7.728 Palabras (31 Páginas)  •  423 Visitas

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Hacia el siglo XIII la profesión médica se ve nuevamente renovada por el médico Theofrast Bombast von Hohenheim (1493-1541), que se da el nombre de Paracelso, “superior a Celso”, el gran médico romano. Iniciado en las “artes ocultas” -astrología, alquimia, cábala- quema públicamente los libros de Galeno y Avicena, el intérprete árabe de Aristóteles, filósofo éste que, como muchos de sus discípulos, legara importantes estudios biológicos. Partiendo de la idea renacentista de la simpatía entre macrocosmos y microcosmos, inicia la iatroquímica, la curación por medio de sustancias químicas, mercurio, sal, azufre, cuya carencia cree que produce la enfermedad. Aunque su visión “mágica” de la naturaleza lo coloca al margen de las nacientes tendencias científicas, proclama la supremacía de la experiencia directa con respecto a cualquier autoridad y sus investigaciones constituyen un estímulo a la observación y al experimento, si bien los iatroquímicos son considerados curanderos empíricos desprovistos de erudición y combatidos por los médicos galénicos.

La “revolución científica”, período de renovación de las ciencias de la naturaleza ocurrido entre los siglos XVI y XVIII, se inicia con la publicación Sobre la revolución de los orbes celestes, de Copérnico, y de Sobre la construcción del cuerpo humano, de Vesalio, ambas obras de 1543, y culmina con los Principios matemáticos de filosofía natural, de Newton, en 1687. Durante este período y, por obra sobre todo de Galileo, Kepler, Descartes y Newton, tiene lugar la aparición y constitución de la denominada “ciencia moderna”, que se caracteriza sustancialmente por el interés centrado en el conocimiento de la naturaleza, el recurso a las matemáticas como medio de conocimiento, el uso del método científico, el establecimiento del paradigma mecanicista y heliocéntrico que se constituye operando una “ruptura epistemológica” e ideológica con el paradigma finalista y geocéntrico (el cosmos, cuyas esferas celestes giran en torno a la Tierra inmóvil, no se mueve por causas mecánicas, sino atraído por causas finales: la aspiración y el amor a perfección divina).

La teoría de la circulación de Harvey opera con Galeno una ruptura semejante a la que Galileo opera en la física, siendo igualmente resistida y desatando arduas polémicas con los galénicos. Galeno afirmaba la existencia de poros invisibles en el septum tabique interventricular por los que una parte de la sangre del corazón pasaba del ventrículo derecho al izquierdo. Harvey demuestra, por la estructura del corazón, que la sangre es transportada continuamente a la aorta a través de los pulmones, a la manera de dos válvulas de una bomba para elevar agua.

En un plano más general, el nuevo paradigma plantea, otra vez, el problema de la relación entre la razón y la experiencia y asiste al conflicto entre los racionalistas y los empiristas, que tuvo importante repercusión en el campo del saber médico. Como siempre ocurre, se trata de un conflicto epistemológico-político. Veamos, en principio, el lado epistemológico de la polémica: los racionalistas afirman la prioridad de la razón sobre los sentidos en la investigación científica; los empiristas consideran que el alma es una “página en blanco” en la que se inscriben los datos de los sentidos y que la razón es un instrumento de ordenamiento y procesamiento lógico de los mismos. A Aristóteles se debe la primera línea de pensamiento que vincula de manera sistemática el origen del conocimiento a la experiencia sensible, pero el empirismo, como doctrina filosófica sistemática, es un producto típicamente inglés: tiene sus antecedentes en algunos escolásticos, como Roger Bacon y Guillermo de Occam; su precursor es Francis Bacon (1561-1626), quien destaca la necesidad de la ciencia de recurrir a la inducción y a la observación; y sus sistematizadores modernos son John Locke (1632-1704) y David Hume (1711-1776). Ellos afirman tanto la prioridad temporal del conocimiento sensible, pues el conocimiento empieza con la experiencia, como su prioridad epistemológica o lógica, pues el conocimiento requiere de la experiencia como criterio de justificación. El empirismo moderno es el punto de partida:

a) del positivismo del siglo XIX, que inicia Augusto Comte y subraya la importancia del método experimental pues, según él, el empirismo ha exagerado el principio de la observación haciendo degenerar a la ciencia en un registro de datos incoherentes.

b) del empirismo lógico o neopositivismo del siglo XX, que se inicia en el “Círculo de Viena” e insiste en la importancia de la inducción, el requisito de la verificación y de la formalización de las teorías; y

c) del falsacionismo, en cuanto este surge de la crítica del anterior y sustituye el empirismo por el racionalismo crítico de Karl Popper para el cual toda observación es teórica, por lo que el conocimiento científico no comienza con la observación pura, neutral, desinteresada, sino con problemas teóricos; su método no es inductivo, sino hipotético-deductivo; la justificación de las teorías no se realiza mediante la verificación, sino mediante la falsación.

El médico inglés Thomas Sydenham (1624-1689) asume los postulados del empirismo y formula el modelo médico moderno, desde dos líneas fundamentales: la perspectiva del empirismo clínico, historia natural de las enfermedades y clasificación de las mismas en especies, y práctica, o método curativo estable de las mismas; y la perspectiva epidemiológica, proporcionando una nueva clasificación de las enfermedades en agudas –epidémicas: provocadas por fenómenos ambientales- y crónicas - dependientes del estilo de vida individual adoptado-. Este aporte de Sydenham se considerò como una “ruptura epistemológica”, es así que, el médico y filósofo francés George Canguilhem afirmaría que la medicina en el siglo XVIII siguió siendo una sintomatología y una nosología explícitamente calcadas sobre las clasificaciones de los naturalistas.

Las derivaciones epistemológicas y políticas del empirismo condujeron, a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, a importantes movimientos en el terreno de las ciencias, de las prácticas profesionales y, en particular, de las ciencias de la salud y el ejercicio de la profesión médica. La asepsia, la neutralidad, la pureza, requisito de la observación científica, exige la anulación de la subjetividad y, con ella, de los factores psicológicos, sociales, ideológicos, políticos, históricos, que, para el empirismo, pueden distorsionar la percepción y el conocimiento. Esa reducción conduce a la objetivación y “cosificación” del sujeto y del objeto de conocimiento: el sujeto se convierte,

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