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Mi nombre es Ángela del Perdon Castro y conocí a Elmer Cader hace unos tres o cuatro años, no me acuerdo. De trabajar en el Ministerio Público, que se retiró hace unos cinco años

Enviado por   •  13 de Junio de 2018  •  2.244 Palabras (9 Páginas)  •  444 Visitas

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——¿Usted tiene idea de dónde pueda estar, señora de Rosado? ——pregunto Elmer Cader.

——No lo sé, pero seguro se esconde. Lo que no sé bien es por qué. Todos estamos bien preocupados. Lo último que platicó conmigo es que se sentía presionado a casarse y que no sabía si había hecho bien al proponerle matrimonio a la Brittany.

Mi amigo pidió entrar al dormitorio del desaparecido, el Brayan. Vio todos los muebles y las fotos del muchacho, su guitarra eléctrica y su colección de revistas. Puso especial atención en la computadora y el reproductor mp3, en el cual escuchó algunas canciones que contenía. Luego encendió la computadora y consultó el historial de navegación de internet, que por cierto estaba lleno de porno.

No pudimos platicar con el padre del muchacho porque no quiso atendernos. Salimos de la casa y durante el camino de regreso Elmer Cader no habló nada. Su mente estaba metida de lleno en el caso y simplemente respondía con monosílabos a mis preguntas. Por fin, llegado a su casa me pregunto sobre el caso.

——¿Qué piensa sobre el caso, Ángela ?

——Me parece muy evidente que la madre sabe que su hijo está bien porque de lo contrario estaría bien preocupada. Su padre, en cambio, debe estar enfadado con él, o nos hubiera atendido.

——Algo así me parece, y si todo concuerda con lo que pienso, mañana por la tarde habremos resuelto el caso. Haré unas averiguaciones y una visita por la mañana. Lo espero en casa por la tarde para cerrar el caso.

Me fui a casa con la inquietud de saber cómo mi amigo resolvería este caso. La familia del novio, el Brayan, sabía algo más, pero de ahí a encontrar al desaparecido y explicar su huida había mucho trecho. Por más que pensé en el asunto no pude imaginar cómo se podía resolver el caso tan rápidamente.

Al día siguiente estuve ocupado en la clínica por la mañana, pero en cuanto me desocupé llamé a Elmer Cader para saber cómo iba el caso. Me pidió que llegara a su casa porque precisaba mi presencia como testigo en el desenlace de esta dramática historia. Llegué tan pronto como pude y al llegar encontré a Elmer Cader ensimismado frente a la computadora. Tuve que toser y estornudar un par de veces para que notara mi presencia.

——Ah, Ángela, le agradezco mucho por venir. Ya tengo resuelto el caso, pero creo un deber moral hacer que los novios se encuentren y que nuestra cliente sepa la verdad, al menos en buena parte. Bastante sufrimiento ya ha tenido.

——Pero, ¿cómo, lo ha resuelto todo?, ¿Dónde está el Brayan, ¿Dónde está el novio?

——Espere y verá ——me contestó Elmer Cader, al tiempo que sonaba el timbre de la casa.

La visita era ni más ni menos que el Brayan, el novio desaparecido. Era un muchacho mas o menos apuesto y de carácter desenfadado y jovial. Sin embargo, mostraba pena por lo que había ocurrido y Elmer Cader lo había citado con una pequeña mentira: le había dicho que la Brittany estaba enferma y que se corría el riesgo de que intentara una locura. Le envió un mensaje por internet. Elmer Cader se disculpó por usar tal táctica, tal mentira, pero dijo que no le quedaba más remedio que hacerlo de esa manera.

——Por lo que sé, joven Rosado de la Colina, usted ama a su novia——dijo Elmer — de lo contrario no habría venido. Pero también sé que usted no se quería casar, y no porque no quisiera a la Brittany. Hay algo más.

El muchacho, con rostro apenado, contó su historia.

——Es cierto, yo amo a la Brittany. Pero yo esperaba a casarme hasta dentro de dos o tres años, una vez terminada mi carrera en la universidad y cuando ya hubiera grabado un CD con mi banda. Pero mi padre presionó para que yo le propusiera matrimonio.

——Según entiendo —interrumpió Elmer Cader ——, los negocios de su padre no van bien.

——Es cierto. Algunos clientes importantes se fueron durante este último año y la empresa que tanto prosperidad nos produjo, está a punto de quebrar. Yo trabajo al lado de mi padre, y sé cómo va todo. Pero yo pienso que de esta vamos a salir bien. Todas las empresas tienen malas rachas.

——Pero su padre no pensaba así ——respondió Elmer, comiendo un dulce

—No. El pensaba que debía casarme lo antes posible con la Brittany para luego hacer que mi suegro, que es un comerciante exitoso, se viera obligado a invertir en la empresa y así salvarla. Cuando nos acercábamos a la fecha de la boda, yo me sentía cada vez peor, pues yo quiero a la Brittany, pero no quiero comprometerme aún, hasta no terminar los pendientes que tengo. Además, somos jóvenes, nos queda mucho tiempo.

——Y con ese pensamiento usted se fue a esconder a la casa de Xochimilco, en donde se iniciaría la luna de miel.

——Así es, pensé que el único lugar en donde no me buscarían sería ahí. Llamé a mi madre pa contarle que estaba bien, que no se preocupara; le dije que no fui a la boda porque no quería casarme por obligación, sino por amor.

Algunos minutos después de que el joven nos contara su historia, sonó de nuevo el timbre de la casa. Era Brittany Pérez Thomson. Al entrar y ver a su novio, se sintió aliviada y lloró de manera conmovedora. Su novio le explicó todo y pese a que ella se sentía también ofendida, comprendió todo y lo perdonó. Luego de aclararse la situación, la señorita Brittany le extendió un cheque a mi amigo por una generosa cantidad y se marchó del brazo de su novio.

—Es una rara historia de amor ——le dije a Elmer Cader cuando se fueron las visitas.

——Tan rara, mi estimada Ángela del Perdón Castro, que no se dijo todo. No me cabe duda de que el muchacho ama a la señorita Brittany, pero hay más en este asunto.

——¿Algo más? ¿Pero qué más puede haber? ——pregunté extrañada.

——El joven Rosado no estuvo solo en la casa de Xochimilco. Al parecer estuvo con una exnovia a la que por casualidad se encontró en una discoteca la noche en que llegó.

——Pero Elmer, ¿cómo supo eso?, ¿por qué no se lo dijo a la muchacha?

——Como le dije, Ángela del Perdón Castro, no me cabe duda de que el muchacho ama verdaderamente a la señorita Brittany, por lo que decidí callar para no amargar el reencuentro.

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