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Muñeca de porcelana

Enviado por   •  12 de Diciembre de 2017  •  1.491 Palabras (6 Páginas)  •  218 Visitas

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Las razones exactas de mi suicidio no es necesario saberlas, solo no aguantaba más la presión, seguir en la monotonía, el azogue al andar pendiente de todo, la persecución emocional.

Lo siento, con todo mi corazón que en algún momento después de esta carta dejará de latir. Siento abandonarte, no hiciste un mal trabajo como madre, todo lo contrario y no te desanimes, no te deprimas porque como dije anteriormente eres fuerte y lo superarás, sé que sonreirás más y apreciarás los años que te quedan de vida y que tan vez te atrevas a tener otro hijo, no te detengas, hazlo.

Con esto me despido, con un hasta pronto.

Te amo, te adoro, te quiero.

Con él más sincero cariño, tu hija."

Un sollozo se le escapó entre sus labios agrietados, un frío extraño le recorría por todo él cuerpo. Tomó a su hija entre sus brazos y se dejó llevar por la pena, se desahogó entre lágrimas y lamentos llenos de dolor, de culpa y de desasosiego.

Su hija se había cortado las venas, su sangre apenas se estaba secando en la alfombra peluda de color crema que le había comprado, y ahora estaba de un color tan oscuro como él vino tinto. Sus manos se llenaron de sangre al igual que su ropa cuando la abrazó, no le importó, su aspecto en ese momento era lo último que le importaba en ese instante.

Cargó él cuerpo sin vida de su vida y lo acostó en la cama, le acomodó él cabello detrás de su oreja con un gesto de cariño y amor infinito. Cerró sus ojos con delicadeza, lamentando que ya no iba a ver esos ojos azules de nuevo. Se agachó a tomar la muñeca de porcelana de su hija. La colocó al lado de ella. La arropó como si estuviese durmiendo. Para ella estaba durmiendo hasta la eternidad.

Vio como la muñeca de porcelana se giraba poco a poco a su hija, él ojo azul estaba clavado en ella. Luego la muñeca se volvió a ella. Y tenía ambos ojos. Su corazón se aceleró de nuevo al ver aquello, se suponía que solo tenía un ojo y no ambos. Que que estaba hacía unos pocos segundos vacío, brillaba como su fuese un ojo real y parpadeaba, dejaba salir una cuantas lágrimas.

Estaba espantada, pero no se movía de su lugar. Con una mano sobre su boca se acercó lentamente a su hija, llevó la otra mano libre a los ojos de su hija para abrirlos. Uno de sus ojos había desaparecido dejando un hueco sangriento. Un grito le nació desde él fondo de su pecho y al fondo se escuchaba una risa infantil de lo más espeluznante.

Inmediatamente se despierta con él corazón en la boca. Miró a su alrededor. Su esposo seguía durmiendo ajeno a toda su desesperación con sus ronquidos algo molestos. El reloj marcaba que eran las tres y media de la madrugada. La misma sensación se instaló en su pecho y se levantó rápidamente, abrió la puerta de habitación, corrió por en pasillo hasta tropezar con la misma arruga, cayó al suelo algo aturdida y con la misma que se cayó, se levantó.

En pocos segundos llegó donde estaba su hija. La habitación estaba totalmente diferente. Ya no había una cama sonó una cuna y en esa cuna yacía su hija, dormía tranquila al igual que su padre. Y al lado de su hija estaba la muñeca de porcelana, más nueva, parecía recién sacada de la caja, lo único que tenía fuera de lugar era él ojo izquierdo que estaba medio salido. Y estaba mirando directamente hacia ella.

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