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O te mapeas o te mapean. El papel del mapa en la geografía

Enviado por   •  27 de Abril de 2018  •  4.938 Palabras (20 Páginas)  •  293 Visitas

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Basándose en dos premisas formales, reducir a una geometría bidimensional organizada por dos ejes de coordenadas ortogonales que definen la retícula se fueron definiendo las distintas proyecciones y escalas que conformarían no sólo la cartografía actual, sino también nuestra imagen del mundo. La cartografía, junto con la navegación marítima, fueron acontecimientos técnicos claves para el desarrollo de los proyectos colonialistas. Las herramientas de medición utilizadas se ajustaban a estos usos prácticos y estratégicos de la cartografía; un ejemplo de esto lo constituye la adopción de la proyección Mercator para el Occidente europeo[2] y para la conformación de una imagen del mundo (para muchos el planisferio “básico”). La conservación de ángulos y posiciones a costa de la distorsión de tamaños y distancias se asocia a la importancia que Mercator tuvo para la organización de un sistema comercial y militar eurocentrista centrado la navegación de los mares. De acuerdo a la percepción que tenemos desde nuestro sentido común, sería más lógico pensar que se debieran conservar formas y tamaños como prioridad para las proyecciones (Norte América parece de un tamaño mayor a África que sin embargo tiene 11 millones de kilómetros cuadrados más), pero esto no ocurrió así, y la propuesta de Mercator logró expandirse y “naturalizarse”.

Pickles (1992) resalta el hecho de que la elección del punto de la esfera que sería el centro del plano (y esto es clave para la constitución de la imagen) Mercator lo sitúa en Europa Occidental a lo que se le suma la distorsión de magnitudes resaltando esta porción del planeta y emblematizando así el dominio de esta civilización. Es el mismo análisis que, desde el género literario, realiza Eduardo Galeano en su texto “Mapamundi”:

”La línea del ecuador no atraviesa por la mitad el mapamundi que aprendimos en la escuela. Hace más de medio siglo, el investigador alemán Arno Peters advirtió esto que todos habían mirado pero nadie había visto: el rey de la geografía estaba desnudo.[pic 1]

El mapamundi que nos enseñaron otorga dos tercios al norte y un tercio al sur. Europa es, en el mapa, más extensa que América Latina, aunque en realidad América Latina duplica la superficie de Europa. La India parece más pequeña que Escandinavia, aunque es tres veces mayor. Estados Unidos y Canadá ocupan, en el mapa, más espacio que África, y en la realidad apenas llegan a las dos terceras partes del territorio africano.

El mapa miente. La geografía tradicional roba el espacio, como la economía imperial roba la riqueza, la historia oficial roba la memoria y la cultura formal roba la palabra.” (E. Galeano, “Mapamundi”, Patas Arriba)

En Argentina parte de este debate se puede ver reflejado en la representación del espacio nacional a través del tiempo y las disputas que por detrás implican. Aquí la geografía estuvo desde su inicio muy ligada a las instituciones militares, y fue en estos ámbitos donde se tomaban las decisiones sobre proyecciones utilizadas, mapas oficiales, demarcación de reclamos de soberanía en los mapas oficiales, “ocupación simbólica” de espacios como la porción antártica y las islas del Atlántico Sur, etc.

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Cartografía temática y crítica

La clasificación de los mapas más comúnmente utilizada los cataloga en dos conjuntos: la Cartografía Topográfica, que requiere mayor precisión y uso de elementos de las ciencias exactas (en estos centramos hasta ahora el análisis) y la Cartografía temática que busca representar diversos temas sobre una base cartográfica compilada del primer conjunto. Estos últimos son mapas con características explicativas o analíticas, como pueden ser de distribución de la población, coeficiente de Gini, flujo de transportes, cultivos, distribución espacial de la pobreza, entre infinidad de variaciones y posibilidades de representación.

Si bien en un inicio la cartografía era fundamentalmente apropiada por el Estado hoy encontramos cada vez mayor cantidad de actores que la utilizan tanto para plasmar representaciones así como herramienta de análisis para la intervención o toma de decisiones respecto al espacio. Desde instituciones públicas de planificación y control, instituciones militares, partidos políticos, empresas que planifican la localización de sus plantas o la ubicación de recursos y potenciales clientes; manuales de escuelas que “enseñan” el espacio, medios de comunicación, organizaciones sociales, etc. Los usos y finalidades de la generación de mapas se multiplican así como los sujetos que generan los mismos. Los fenómenos, objetos o procesos a representar son infinitos, así como el modo que se utiliza para ese fin. Las decisiones sobre qué se representa y qué se omite, cuáles son las técnicas para hacerlo (colores, texturas, tramas, símbolos, escalas), en base a qué fuentes de información y cuál es el destinatario del mapa son claves para lograr comprenderlo en su cabalidad y lograr una lectura crítica de los mismos.

Como afirma Silvina Quintero “todas estas decisiones de método y técnica involucradas en la práctica de cartografiado son, de manera análoga a la de cualquier otra modalidad de construcción de datos, decisiones epistemológicas y teóricas (…) ese espacio simbólico (el de la cartografía moderna) no es neutro sino perspectivo, y por lo tanto configura nuestro modo de concebir aspectos significativos del mundo social.” (Quintero, 2000) Hoy, esto mismo se reproduce y complejiza al existir técnicas informáticas que simplifican la generación y difusión de cartografía. Los mapas, como estábamos afirmando no son generados exclusivamente en ámbitos académicos, ni por geógrafos o cartógrafos, sino que se multiplican las fuentes de creación y circulación de los mismos, lo cual exige mayor atención en su análisis y entrenamiento crítico a la hora de su lectura.

Un ejemplo claro y reciente para nuestro país de la importancia que puede tener un mapa en la conformación de imaginarios sociales fue el publicitado por el empresario De Narváez en su campaña electoral para gobernador de la Provincia de Buenos Aires. El “mapa de la inseguridad”, permitía a través de internet a los “ciudadanos” cartografiar en conjunto los lugares de mayor riesgo, delincuencia, consumo y venta de drogas. Se trataba de apoyar con la construcción de este mapa el discurso de la inseguridad sobre el que basaba gran parte de su millonaria y mediática campaña. Bajo el eslogan “tenemos un plan”, se construía la imagen territorial sobre

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