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PERSPECTIVAS DEL DESARROLLO HUMANO

Enviado por   •  2 de Enero de 2018  •  7.789 Palabras (32 Páginas)  •  487 Visitas

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Para dar cuenta de un verdadero desarrollo integral e integrado debemos comenzar por preguntarnos de acuerdo con Güell, “¿Cuál es el tipo de persona y de vida colectiva que queremos favorecer con el desarrollo económico, con la institucionalidad política y con la participación social?”. Lo que nos lleva necesariamente a conversar sobre cuál es el concepto e ideal de persona que socialmente queremos construir o deconstruir desde la pluralidad que somos.

¿Qué tipo de sociedad queremos construir desde la cotidianidad? ¿Cuáles

interacciones humanas queremos que prevalezcan en lo privado y en lo público?

¿Qué tipo de programas o proyectos sociales son los más pertinentes para lograr el desarrollo? ¿Cuáles serán las formas de participación ciudadana que promuevan este desarrollo?

Estas preguntas guiarán la propuesta que presenta la Maestría, para construir juntos y juntas una modelo de desarrollo donde el centro sea lo humano. Entendiendo lo humano como un devenir permanente, nunca acabado; instituido en la subjetividad e intersubjetividad de la vida cotidiana compartida con otros y otras en contextos históricos, sociales, políticos, económicos y culturales. Porque para hablar de desarrollo humano debemos comenzar por reconocer nuestra realidad marcada por las carencias y la exclusión, pero también por grandes potencialidades y capacidades, atendiendo no solo las necesidades en lo económico, sino desde todas las dimensiones humanas posibles.

Si comparten la idea arendtiana de que ser sujetos es ser parte de un proyecto individual y colectivo, es llegar a tener conciencia de sí y del mundo y es desarrollar la capacidad para transformarse y transformar el mundo; entonces

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también estarán de acuerdo en que cualquier propuesta de desarrollo humano debe tener en cuenta todas las posibilidades y potencialidades que tenemos las personas para llegar a ser; igualmente tendría que considerar varias perspectivas, tendría que convocar a toda la sociedad civil y a todas las disciplinas, si queremos responder a la complejidad, diversidad, pluralidad y devenir que constituye lo humano.

La perspectiva de las necesidades/satisfactores de Max Neef y su grupo (1986) nos recuerdan que el desarrollo humano “son las personas no las cosas”; y aunque el desarrollo está relacionado con el crecimiento económico, éste no garantiza la satisfacción plena de todas las necesidades humanas.

Una distinción importante que nos aporta esta perspectiva es la diferencia entre necesidades y satisfactores. Lo que hemos entendido por necesidades: servicios de salud, educación, recreación, alimentación etc. en realidad son satisfactores o bienes económicos que disponemos para satisfacer nuestras verdaderas necesidades como personas. Para desarrollarnos plenamente, los seres humanos debemos tener las condiciones necesarias para satisfacer nuestras necesidades axiológicas (las que valoramos como indispensables) para tener una óptima calidad de vida: de subsistencia, de protección, de afecto, de entendimiento, de participación, de ocio, de creación, de identidad y de libertad. Pero también tenemos unas necesidades existenciales: en el ser, tener, hacer y estar.

Las necesidades humanas fundamentales son finitas e iguales en todas las culturas. Lo que cambia a través del tiempo y de las culturas es la manera o los medios utilizados para su satisfacción. Esa satisfacción si bien tiene relación con lo tangible, también hace alusión a la subjetividad de sentirse satisfecho individual, grupal y colectivamente con los satisfactores que la sociedad ofrece.

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Un importante reclamo que hace el Max Neef y el grupo de CEPAUR es que debemos hacer una reinterpretación de la pobreza pues aún se valora bajo criterios economicistas. Si ampliamos la mirada, estaríamos de acuerdo con ellos en que “cualquier necesidad humana fundamental inadecuadamente satisfecha, revela una pobreza humana”. Y si analizamos las consecuencias, no solo las causas de las pobrezas, no es difícil reconocer que cada pobreza genera patologías individuales y colectivas y cada sistema socio-político puede provocar patologías colectivas que nos llevan a ver a los otros como enemigos, por defender nacionalismos o fronteras políticas.

El desarrollo humano en la perspectiva de derechos, es constituyente de ciudadanías, pues no solo se es ciudadano desde el momento en que se nace en un estado-nación determinado, sino que ser ciudadano como plantea Arendt (1949) es el derecho a tener derechos y estos solo podemos exigirlos teniendo pleno acceso al orden jurídico que la ciudadanía nos concede. La ciudadanía implica la asunción derechos pero también de deberes (responsabilidades) que dicha estado reconoce para todos sus ciudadanos/as.

Sin embargo, la connotación de ciudadano va mucho más allá del disfrute de derechos, pues como plantea (Turaine, 1992) citado en Ramírez “La ciudadanía consiste sobre todo en una actitud o posición, es decir, la conciencia de pertenecer a una colectividad fundada sobre el derecho y la situación de ser miembro activo de una sociedad política independiente”. Igualmente ser ciudadano es algo más que un simple portador de derechos, implica asumir la condición de ciudadano reconociendo, exigiendo y respetando los derechos para sí y para los otros.

Para B. van Steenbergen (1994) citado en Ramirez “El ciudadano ideal es el que interviene en la vida pública y está dispuesto a someter su interés privado al interés general de la sociedad”. El ciudadano/a es aquella persona que deja el dominio privado para ejercer la libertad política con sus semejantes, y junto con ellos, ayuda a construir un gobierno que represente realmente los intereses colectivos; no es aquél que se limita a ejercer su ciudadanía por medio del voto o quien se abstiene de hacerlo. En términos arendtianos el ciudadano/a debe ser un co-dirigente de la ciudad, es quien actúa en lo público para transformar la realidad, de esta manera se hace libre, pues para ella, ser “libre y actuar es una y la misma cosa. Para ser realmente libre se requiere el coraje de “tomar la decisión de hablar y de actuar, de insertarse en el mundo y comenzar una historia propia” (Arendt, 1983).

Hanna Arendt nos propone tres maneras de ser ciudadanos/as que pueden servirnos para salir de la perplejidad y la impotencia social que denuncia Güell:

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Podemos

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