POTENCIALES EVOCADOS COMO MARCADORES NEUROFISIOLÓGICOS DE LA PERCEPCIÓN Y EL RECONOCIMIENTO DE CARAS
Enviado por Stella • 9 de Febrero de 2018 • 2.506 Palabras (11 Páginas) • 421 Visitas
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Lo que se pretende plantear con respecto a los potenciales evocados en los distintos procesamientos de caras es que hay diversos mecanismos que están implicados, se puede afirmar que resulta complejo hallar uno en específico, sino sería una trabajo en conjunto de las ondas anteriormente descritas, aunque el articulo explícitamente no lo afirme como postura. Resulta importante el primer aporte que se hace sobre este tema como la de la postura de Bruce y Young (1986) propusieron un modelo cognitivo del reconocimiento de los rostros que con algunas modificaciones (Valentine et al 1991) se ha mantenido en la literatura. Este modelo propone varios pasos en el procesamiento de la información desde el instante en que se ve un rostro familiar hasta cuando se hace el reconocimiento y se evoca su nombre (citado por Lopera, F., s.f.). Se valora el aporte en cuanto a los mecanismos implicados en el reconocimiento de rostro, sin embargo, resultaría interesante ver una información más minuciosa respecto al proceso en sí como lo hace Orbe (2010)
“Percepción. Los estímulos llegan correctamente a las áreas visuales donde se construyen las percepciones de los elementos (nariz, boca, ojos...) y del total formando una percepción única de una cara. Reconocimiento facial. La percepción se compara con las previamente memorizadas y si se encuentra una similar se produce la familiaridad. Identificación del sujeto familiar. Se recupera el resto de atributos de la identidad personal correspondientes a la cara: voz, relación con nosotros, episodios pasados. Recuperación del nombre”
Tomando como referencia al efecto Thatcher, debido a que fue probado por primera vez en la ex primera ministra británica Margaret Thatcher la recordada “La dama de hierro”.
[…] Se consigue cogiendo la foto de una cara, cortando los ojos y la boca y pegándolos boca arriba. Si tomamos a su vez la cara resultante y la ponemos cabeza abajo (de modo que los ojos y la boca están en posición correcta pero el resto de la cabeza está girada), es difícil encontrar algo erróneo. Si por el contrario colocamos la cabeza en posición correcta (y entonces los ojos y la boca están girados), la imagen resulta chocante. Algo está mal.
Los humanos percibimos esto claramente en los rostros humanos pero no en los de los monos. De la misma forma, los monos lo detectan en los rostros de sus congéneres pero no en los de los humanos. (Orbe, 2010).
Si bien en el artículo se menciona un experimento realizado en monos, resultaría más enriquecedor encontrar una mayor gama de investigaciones de animales que tengan relación con el reconocimiento de rostros como el de Kendrick, K., da Costa, A., Leigh, A., Hinton, M. & Peirce, J. (2001), en el cual se plantea que las ovejas no olvidan los rostros. La Universidad de Lowa (citado por Salmerón, 2011) afirma que las palomas reconocen las expresiones faciales al igual que los humanos. Yoichi Sugita (2008) privó a un grupo de monos (Macaca fuscata) de la visión de un rostro, tanto humano como de mono. Pasado un tiempo entre 6, 12 y 24 meses, al exponer a los sujetos a rostros, se comprobó que estos mostraban mayor afinidad hacia estos que a cualquier otro objeto, demostrando que estos mecanismos de identificación de cara son innatos, cabe resaltar que este experimento se dio en medio de una controversia sobre el origen de la capacidad perceptual general. De esta forma al mencionar experimentos en animales, nos es difícil dejar de comparar con el hombre debido a la carga filogenética que se tiene respecto a especies anteriores. De la misma forma como se ha obviado a los animales en cuanto a su capacidad de reconocimiento de rostros, resultan interesante las nuevas tecnologías, las cuales demuestran que existen inventos y programas que funcionan de forma similar a los de los seres humanos.
“Hasta ahora, los resultados del duelo hombre-máquina han sido sorprendentes”, confiesa O’Toole. “De hecho, los mejores algoritmos superaron a los seres humanos en la identificación de rostros. […] Las investigaciones sobre el reconocimiento facial por parte de los ordenadores son múltiples y diversas. En 2008, investigadores del Departamento de Inteligencia Artificial (DIA) de la Facultad de Informática de la Universidad Politécnica de Madrid (FIUPM), en colaboración con la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, desarrollaron un algoritmo que es capaz de reconocer expresiones faciales en tiempo real (procesando 30 imágenes por segundo), asignando a la persona observada una de las seis expresiones prototípicas: enfado, asco, miedo, alegría, tristeza y sorpresa.[…] (citado por Higueras, 2010).
De esta forma, estas investigaciones relatan estudios hechos hace unos cuantos años, la tecnología sigue su curso, y no sería sorpresa que más adelante se pueda lograr mecanismos más complejos.
Por otro lado, resulta difícil entender un aporte a las neurociencias, específicamente al área de la neuropsicología, el no relacionar la información dada con casos de lesiones o de incapacidad de reconocimiento de rostro como la prosopagnosia.
“[…] coloquialmente se define como un problema para reconocer caras. El termino fue acuñado por el médico J. Bodamer en 1947, quien describió dos casos de esta singular alteración perceptiva y la definió como “la interrupción selectiva de la percepción de rostros, tanto del propio como del de los demás, los que pueden ser vistos pero no reconocidos como los que son propios de determinada persona”. (Citado por Nisa NeuroRHB, 2012).
De esta forma podríamos clasificar a este peculiar enfermedad cerebral como una agnosia visual, la cual tiene la particularidad de la imposibilidad de reconocer rostros incluso si estos son familiares, más aun, existen casos en los cuales el afectado no puede reconocer su propio rostro en el espejo.
“(Hecaen y Angelergues, 1962). Según esta hipótesis, la prosopagnosia se debe a una lesión unilateral derecha que podría estar ubicada principalmente en el lóbulo occipital, pero también podría ubicarse en el parietal, en el temporal, o en diferentes combinaciones: témporo-occipital o parieto-occipital (Cole y Pérez, 1964). Sin embargo, más recientemente Damasio y col (1982) plantean la necesidad de una lesión bilateral y simétrica de ambos hemisferios cerebrales” (Citado por Nisa NeuroRHB, 2012).
Hay quienes consideran que en el reconocimiento de rostros tiene que ver el sexo, de esta forma las investigaciones nos dicen que los “[…] hombres que son mejores en el reconocimiento de los vehículos también tienden a ser mejores en el reconocimiento de caras, mientras que las mujeres que son mejores en el reconocimiento de los seres vivos tienden a ser mejores
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