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Papel de la neuropsicología en los trastornos neuropsiquiatricos en edad pediátrica

Enviado por   •  10 de Abril de 2018  •  1.974 Palabras (8 Páginas)  •  363 Visitas

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Es una condición de ira incontrolable seguida de violencia secundaria, como resultado de lesiones cerebrales, e incluye un estado remitente o recurrente de ataques verbales y físicos que no son desencadenados por situaciones de estrés o provocaciones de cualquier índole. Su diagnóstico debe ser abordado desde el punto de vista farmacológico más la psicoterapia, una vez establecidos estos dos factores se valora la eficacia de la terapia combinada y si no da resultado se establece como una patología psiquiátrica resistente o refractaria. Dentro de las causas de falta de respuesta se encuentran biológicas, siendo las genéticas las más comunes a través de los polimorfismos, las causas sociales también pueden influir en la resistencia especialmente la familia, dentro de las razones psicológicas destaca la disfunción en la comunicación, las causas medicas como una mala relación médico-paciente y el tiempo de medicación son otro factor importante a considerar en este tipo de pacientes. Las patologías más frecuentemente sensibles a resistencia son la esquizofrenia, la depresión y el trastorno obsesivo compulsivo, por lo que se deben valorar diversas situaciones como la severidad, la resistencia y la cronicidad la cual tiene que ser analizada por al menos 3 años y con la opinión de no menos de un par de psiquiatras, quienes pueden optar por seguimiento farmacológico, pensar en terapias electro convulsivas o seguimientos quirúrgicos seleccionados mediante protocolos establecidos por cada unidad de alta especialidad

Trastornos de la eliminación: enuresis y encopresis

La enuresis es la emisión de orina en la cama o en el vestido (voluntario o involuntario), en al menos dos ocasiones a la semana por dos meses consecutivos, en niños mayores a 5 años. Esta situación puede ser dividida para fines prácticos en dos grandes grupos; la enuresis primaria la cual ocurre en pacientes en los que nunca han controlado esfínteres en un tiempo no menor a 6 meses; y la enuresis secundaria, en donde los pacientes en algún momento de su vida han tenido control sobre la micción por más de 6 meses y lo han perdido por alguna causa. La etiología va desde un retraso en el desarrollo, desordenes psicológicos, estructurales, hasta los niveles bajos de hormona antidiurética que es la causante de esta situación en numerosas ocasiones. El tratamiento es con asesoramiento familiar, indicaciones como orinar antes de acostarse, o no tomar líquidos después de cenar, o el farmacológico en donde se puede utilizar imiprimina o acetato de desmopresina.

Por otro lado, la encopresis es la incontinencia fecal de origen psicológico no orgánico, es una emisión repetida de heces involuntaria o intencional en lugares inapropiados, en al menos una ocasión en un periodo de tiempo de seis meses. Al igual que la enuresis, la encopresis se clasifica en primaria y secundaria, con los mismos criterios, es decir en la primaria nunca controlo el estinfer, y en la secundaria tuvo el control y por alguna situación lo perdió. Su etiología puede ser una alteración en la peristalsis, situaciones conductuales, o situaciones psicopatológicas individuales o familiares. Su tratamiento es multidisciplinario, en donde interviene el pediatra, quien es el que descarta posibles causas orgánicas, el nutriólogo quien se encarga de brindar opciones de dieta ricas en fibra, el psicoterapeuta, y por supuesto la terapia farmacológica en donde se puede usar imipramina o laxantes en encopresis retentiva

Discapacidad intelectual

Es la condición del desarrollo caracterizado por un déficit significativo de funciones cognitivas, se caracteriza por el impedimento marcado de funciones cognitivas centrales, necesarias para el desarrollo de conocimientos, razonamiento y representación simbólica del nivel esperado para la edad, estas personas manifiestan dificultades en el comportamiento adaptativo, tienen dificultad para manejar su comportamiento, condiciones y relaciones interpersonales. Su clasificación es en base a su grado de severidad, siendo la leve cuando existe un 30% de la perdida de habilidades intelectuales, la media, en donde la perdida es a partir del 45%, la severa manifiesta un 60% de perdida y la profunda en donde esta cifra está por encima del 75%. La etiología de esta discapacidad es por razones cromosómicas como la trisomía 21, fenilcetonuria, hipotiroidismo neonatal, anoxia, sufrimiento fetal, uso inadecuado de fórceps, trauma craneano, pobreza extrema y se ha descrito también a la de privación afectiva materna como una condición importante en el desarrollo de la discapacidad intelectual. El diagnóstico es básicamente a través de la observación y en base a los criterios de desarrollo de Gesell, exámenes clínicos directos y pruebas como el tamiz neonatal que puede ser útil para descartar comorbilidades. Su tratamiento está encaminado a potenciar el rendimiento lo más cercano posible a la normalidad intelectual, desarrollando patrones de adaptación, que puedan reintegrarlo a la sociedad, con un adecuado desarrollo psicosexual y tratando de reincorporándolo al ámbito laboral dependiendo del caso y del grado de discapacidad

Evaluación de signos neurológicos blandos en la población pediátrica mexicana

Los signos neurológicos blandos son indicadores de una disrupción generalizada dentro del circuito neuronal entre las áreas corticales y subcorticales. Las anormalidades neurológicas pueden ser resultado de perturbaciones cerebrales durante las etapas pre o perinatales, reapareciendo en la adolescencia en forma de signos neurológicos. Estos signos son la expresión de alteraciones neuro funcionales del sistema nervioso central asociados al comportamiento, coordinación, velocidad y reflejos primarios; los cuales no representan un desorden obvio y claro de la función neurológica por lo que resultan muy difíciles de evaluar. Esta serie de signos son clasificados en blandos del desarrollo en donde son normales durante algún periodo de la vida, pero si continúan fuera de la edad apropiada son considerados patológicos, el ejemplo claro es el signo de Babinsky. La otra clasificación son los signos blandos anormales, que son los que expresan una alteración neurológica mínima, y son constatados mediante la exploración neurológica. Dentro de los signos blandos se mencionan los asociados al movimiento (híper o hipotonía, dismetría en prueba dedo-nariz, diadocoscinecia, incoordinación bimanual, y diversas dispraxias), las perceptivas (agrafestesia, agnosia digital, desorientación derecha-izquierda) y otras (dislalia, trastornos de atención, trastornos del sueño, crisis epilépticas, etc.)

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