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Enviado por   •  12 de Junio de 2018  •  1.956 Palabras (8 Páginas)  •  368 Visitas

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Este planteamiento supone avanzar en la dirección de tres líneas de trabajo paralelas, o de tres vías de actuación, estrechamente relacionadas, de las cuales hablaremos con cierta amplitud más adelante. Son éstas: la autorregulación del aprendizaje, la personalización de la enseñanza y la estructuración cooperativa del aprendizaje. Si descartamos la agrupación homogénea y permanente de los alumnos, sólo se podrá atenderles en su diversidad, sólo se podrá contribuir a que todos aprendan de forma más significativa, en grupos heterogéneos, si el profesorado introduce cambios en la programación curricular (qué enseñar) y en su intervención (cómo enseñar). Estos cambios afectan substancialmente los contenidos y los objetivos, la metodología utilizada y la organización social del trabajo en el aula, los cuales deben adecuarse a las características de todos los alumnos, y transcurren en tres direcciones parale

ENSEÑAR JUNTOS A ALUMNOS DIFERENTES LA ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD Y LA CALIDAD EN EDUCACIÓN Documento de Trabajo Pere Pujolàs Maset. LABORATORIO DE PSICOPEDAGOGÍA. Universidad de Vic Zaragoza. Noviembre de 2002

http://www.deciencias.net/convivir/1.documentacion/D.cooperativo/Ensenarjuntos_Alumnosdiferentes_Pujolas_35p.pdf

Conclucion

Parrilla (2004) hacía una buena referencia a ello cuando citaba a Shevin (1999), señalando que en el aula se reconoce verdaderamente el derecho a ser diferente cuando se prevén estrategias que se adaptan a esa diversidad natural, no cuando se aísla y separa como reconocimiento de la diferencia. Esto es, cuando se personaliza la educación y se realiza un adecuado Diseño Universal de Aprendizaje.

8. Conclusiones

El camino hacia la implementación en las aulas ordinarias de una verdadera educación inclusiva pasa por adecuar el currículo de modo que todos los alumnos tengan cabida y puedan acceder a él, sin pensar tanto en alcanzar unas competencias mínimas como en desarrollar al máximo el potencial individual de cada estudiante. Para ello, resulta imprescindible llevar a cabo un diseño universal de aprendizaje que eduque en la no discriminación, a la par que el mismo se conforme como mecanismo no segregador, incluyendo la intervención diferenciadora como piedra angular de una verdadera justicia social en nuestras aulas. Así, debe enfocarse la atención a la diversidad hacia una educación personalizada que tenga en cuenta las diferencias como elemento enriquecedor y tome como base una igualdad de oportunidades real para todos, adecuándose a las necesidades educativas de cada miembro del alumnado.

A menudo se ha afirmado que poner en marcha una verdadera educación personalizada conlleva altos costes económicos, los cuales impiden su adecuado desarrollo en las aulas; mas no se tiene en cuenta que dichos costes se pueden paliar a menudo mediante la propia colaboración de los alumnos en la elaboración de materiales, y que en todo caso el mayor coste que requiere es el tiempo del docente para organizar, planificar, y sobre todo, conocer a sus alumnos. Porque para personalizar la educación es esencial saber cómo aprenden nuestros alumnos y de qué conocimientos parten para poder ayudarles a construir un aprendizaje significativo, el cual debe apoyarse en metodologías cooperativas y que fomenten y empleen la creatividad, así como en una enseñanza activa centrada en el alumno y dirigida a que éste aprenda haciendo (learning by doing). Asimismo, debemos estar al tanto de sus intereses, gustos, aficiones y situaciones personales, de modo que sepamos cómo motivarles para que realmente sientan deseos de aprender. En definitiva, es importante conocer a nuestros estudiantes como personas y tener presente que “vivir la escuela ha de ser el camino para llegar a conocer, a querer y a desarrollar nuestra persona y, al mismo tiempo, a tener en cuenta que hay otras que merecen nuestro respeto, nuestra ayuda y nuestro afecto” (Santos Guerra, 2006: 9). Todos debemos ser conscientes de las necesidades propias y ajenas, y de cuanto tenemos para dar y podemos recibir. La labor del maestro debe ser siempre en su base solidaria, ya que en su fin último está el ayudar a cada uno de sus alumnos a sacar lo mejor de sí mismos, esbozando para ello en primer lugar todo su respeto y afecto hacia ellos. La emotividad no debe dejar de tener su sitio en la educación. Los profesores deben sentir cariño por sus alumnos y transmitírselo así, ya que éste resulta parte intrínseca de la mayor motivación que un docente puede ofrecer, así como no dejar de cultivar día a día su engagement (ilusión y dedicación por el trabajo), de modo que este mismo entusiasmo sea transmitido en cada palabra de su comunicación didáctica y cada ápice de su enseñanza, debiendo trabajar para y por cada niño y cada niña de su aula.

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