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Proyecto licenciatura en pedagogía infantil

Enviado por   •  15 de Agosto de 2018  •  4.850 Palabras (20 Páginas)  •  441 Visitas

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• Empapaderas.

- OTROS ACCESORIOS: Además del mobiliario y de la ropa son necesarios una serie de accesorios para la higiene y alimentación del bebé.

• Gasas estériles y alcohol para la cura del cordón umbilical.

• Jabón líquido adecuado para la piel del bebé y dos esponjas suaves, preferentemente naturales.

• Aceite para el baño.

• Crema para el culito.

• Toallas suaves.

• Tijeras de punta redonda para cortarles las uñas.

• Peine y cepillo blandos.

• Termómetro.

• Colchoneta plástica para el cambio de pañal

Crianza

Edad: De recién nacido a 12 meses

De hecho, el resultado será precisamente lo contrario: al darle a tu bebé todo el amor y atención posibles ahora, le estás ayudando a transformarse en una persona bien equilibrada y comportada. Tu bebé está aprendiendo a confiar en sus padres, y su forma de hacerlo es comprobando que siempre estás presente para responder a sus necesidades.

Con el tiempo, esa confianza hará que tu hijito se sienta más seguro y menos ansioso, sabiendo que reconoces y atiendes a sus deseos y necesidades. Y cuando más tarde llegue la hora de imponer límites y normas, tu pequeño confiará también en tus decisiones y entenderá que lo quieres aunque tengas que corregirlo.

Edad: 6 a 18 meses.

Esto no quiere decir que tengas que permitirle hacer todo lo que quiera, o algo que a ti no te guste, y muchísimo menos que juegue con algo peligroso. Cuando eso ocurra, quítale el objeto o lleva a tu niño hacia otro lugar. Ofrécele entonces algo más seguro, que ensucie menos o no sea tan destructivo. Al sustituir el objeto por otra alternativa evitas que se desespere.

Es importante que le expliques lo que estás haciendo, aunque sea demasiado pequeño para entenderlo del todo. Le estás enseñando la importante lección de que algunos comportamientos son inaceptables y que, cuando sea necesario, tú le cambiarás de actividad.

Edad: 12 meses en adelante.

Este truco es fácil: Cuando tu niñito se esté portando bien, díselo, en lugar de sólo hablarle para llamarle la atención por hacer algo mal. Recompensar el buen comportamiento en lugar de reprochar el malo es un hábito que requiere un poco de práctica, pero a la larga es más eficaz.

Comunicación, diálogo, comprensión

- Las palabras, los gestos, las miradas y las expresiones que utilizamos nos sirven para conocernos mejor y expresar todo aquello que sentimos. Por eso, incluso durante el embarazo, hay que hablar al bebé.

- Debemos continuar siempre con la comunicación. Hablarle mucho, sin prisas, contarle cuentos y también dejar que él sea quien nos los cuente.

- ¿Has probado a hacerle una pregunta que empiece con «Qué piensas tú sobre...»? Así le demostramos que nos interesa su opinión y él se sentirá querido y escuchado.

3. Límites y disciplina, sin amenazas

- Hay que enseñarle a separar los sentimientos de la acción. Las normas deben ser claras y coherentes e ir acompañadas de explicaciones lógicas.

- Tienen que saber lo que ocurre si no hace lo que le pedimos. Por ejemplo, debemos dejarle claro que después de jugar tiene que recoger sus juguetes.

- Es importante que el niño -y también nosotros- comprenda que sus sentimientos no son el problema, pero sí las malas conductas. Y ante ellas siempre hay que fijar límites, porque hay zonas negociables y otras que no lo son. Si se niega a ir al colegio, tenemos que reconocerle lo molesto que es a veces madrugar y decirle que nosotros también lo hacemos.

4. Dejarle experimentar aunque se equivoque

- La mejor manera para que los niños exploren el mundo es permitirles que ellos mismos experimenten las cosas. Y si se equivocan, nosotros tenemos que estar ahí para cuidar de ellos física y emocionalmente, pero con límites.

- La sobreprotección a veces nos protege a los padres de ciertos miedos, pero no a nuestro hijo. Si cada vez que se cae o se da un golpe, por pequeño que sea, corremos alarmados a auxiliarle, estaremos animándole a la queja y acostumbrándole al consuelo continuo. Tenemos que dejarles correr riesgos.

5. No comparar ni descalificar

- Hay que eliminar frases como «aprende de tu hermano», «¿Cuándo vas a llegar a ser tan responsable como tu prima?» o «eres tan quejica como ese niño del parque».

- No conviene generalizar y debemos prescindir de expresiones como «siempre estás pegando a tu hermana» o «nunca haces caso».

- Seguro que hace muchas cosas bien, aunque últimamente se esté comportando como un verdadero «trasto». Cada niño es único, no todos actúan al mismo ritmo y de la misma manera.

- Frases como «tú puedes nadar igual de bien que tu hermano, inténtalo. Ya lo verás» transforman su malestar en una sonrisa y le animan a conseguir sus metas.

6. Compartir nuestras experiencias con otros padres

- Puede sernos muy útil. Así, vivir una etapa de rebeldía de nuestro hijo, algo muy frecuente a determinadas edades, puede dejar de ser una fuente de angustia tremenda y convertirse, simplemente, en una fase dura pero pasajera. Frases como «no te preocupes, a mi hijo le ocurría lo mismo», pueden ayudarnos a relativizar los «problemas» y, por tanto, conseguir que nos sintamos mejor y actuemos más tranquilos.

- Si estamos desorientados, preocupados o no sabemos cómo actuar, siempre podemos consultarlo con un profesional. No tenemos nada que perder.

7. Hay que reconocer nuestras equivocaciones

- Tenemos derecho a equivocarnos y eso no significa que seamos malos padres. Lo importante es reconocer los errores y utilizarlos como fuente de aprendizaje.

- Una frase sencilla como «perdona cariño, refuerza su buen comportamiento y nos ayuda

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