Radicales libres, inflamación y aterosclerosis.

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Entonces ¿cuáles son los factores de riesgo que provocan esta enfermedad que está causando tantas muertes alrededor del mundo?

Este padecimiento puede comenzar en los primeros años de la edad adulta e incluso desde la niñez en individuos susceptibles por predisposición familiar no solo asociada a la genética sino también a la herencia de hábitos como el sedentarismo, el tabaquismo y la mala nutrición.

Como revisamos anteriormente, la causa de la disfunción del endotelio conduce a la oxidación del colesterol LDL, por tanto factores como la inactividad y una dieta basada en embutidos, frituras, tortas, productos con una gran cantidad de mantequilla y productos lácteos, contribuyen al aumento de los valores de LDL en la sangre. Ahora, la oxidación de este colesterol se da principalmente por acción de radicales libres. Estos radicales libres pueden generarse en la arteria debido a enzimas a macrófagos o pueden viajar en la sangre por el consumo de alimentos hipocalóricos o consumo de tabaco.

Cuando existen daños en la pared vascular, las células endoteliales, el músculo liso y las células adventicias pueden producir radicales libres como el anión superóxido, el peróxido de hidrogeno y óxido nítrico y muchas de las funciones del endotelio se alteran favoreciendo el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Los linfocitos T y los macrófagos segregan citoquitas que son necesarias para activar las enzimas NADPH oxidasas que a su vez son las principales fuentes de radicales libres en las células endoteliales y vasculares. Otras fuentes de radicales son las enzimas óxido nítrico sintetasa endotelial, la 12,15-lipoxigenas, la xantino oxidasa activada también por citoquinas inflamatorias. Al producirse radicales como el superoxido y el óxido nítrico, estos reaccionan fuertemente para formar peroxinitrito el cual oxida lípidos. Los ácidos grasos poliinsaturados presentes en el LDL son susceptibles a la oxidación generando hidroperóxidos lipídicos que reaccionan con iones metálicos para producir radicales alcóxido o peróxido. Estos radicales reaccionan con el oxígeno molecular para formar un radical peróxido lipídico que puede sustraer el electrón de un ácido graso poliinsaturado de un LDL cercano desencadenando reacciones interminables.

El colesterol LDL del plasma también es oxidado por los radicales libres provenientes del humo del tabaco y lo hacen más susceptible a la peroxidación por macrófagos. Pero el tabaco no solo actúa en la oxidación de LDL, también es un potenciador de otros factores de riesgo como son la hipertensión debido a los múltiples componentes tóxicos y la hipercolesterolemia ya que aumenta los niveles de colesterol malo LDL y disminuye los niveles de colesterol bueno HDL.

Aunque se han realizado muchos estudios que han promovido la ingesta de antioxidantes como tratamiento contra la aterosclerosis, los resultados han sido contradictorios ya que en algunos estudios el consumo de vitamina E, vitamina C y carotenos han evitado el desarrollo de este padecimiento mientras que en otros estudios no han dado resultados favorables, los resultados más asertivos fueron en estudios realizados para prevenir la enfermedad. En general no se puede afirmar que el consumo de vitaminas antioxidantes reducen significativamente el daño oxidativo dentro de la arteria, por lo que es necesario seguir investigando cuales son los casos en los que una dieta basada en antioxidantes es viable para combatir esta enfermedad cardiovascular o qué tipo de antioxidantes son los requeridos para contrarrestar la acción de los radicales libres. se hacen necesarios para evitar o reducir el riesgo de padecer esta afección.

Podemos concluir que tratar los factores de riesgo a tiempo es crucial tanto en la prevención como en el tratamiento de esta enfermedad cardiovascular. Resulta fundamental dejar de fumar, mejorar nuestra dieta promoviendo un consumo elevado de frutas y verduras y mantener constante actividad física para tratar de disminuir radicales libes y con esto evitar la consecuencia que conllevan. Además personas con diabetes e hipertensión son más propensas a desarrollar aterosclerosis por lo tanto un control de los niveles de azúcar y presión arterial también.