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Sedentarismo y Actividad Deportiva en comunidades educativas: el caso del personal de ESCOM/UPIBI-IPN

Enviado por   •  3 de Mayo de 2018  •  5.475 Palabras (22 Páginas)  •  469 Visitas

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En el terreno político, sobre el cuerpo operan relaciones de poder, que lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a suplico, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signos […], cerco político vinculado con una utilización económica del mismo, por lo que sólo se convertirá en fuerza útil cuando es a la vez cuerpo productivo y cuerpo sometido (Foucault, 2002); y por otro, en la forma de abordar la salud y la enfermedad de dicho cuerpo y que, hoy, sigue enfrentando a los profesionales médicos – desde el modelo biomédico[5] - a una visión mecánica de la enfermedad que al constituirse en un funcionamiento defectuoso de los mecanismos biológicos, excluye de su comprensión y tratamiento a las dimensiones psicológicas de la misma y donde la tarea del médico es intervenir física o químicamente para corregir las disfunciones de un mecanismo especifico. Problema similar existe con los psicoanalistas, quienes tienen dificultades para ocuparse del cuerpo de sus pacientes.

Si bien el modelo biomédico sigue basándose en el concepto del cuerpo como máquina, y de la enfermedad como consecuencia de la avería de la misma, actualmente se plantean definiciones que si bien contienen elementos mecanicistas van apostando a la integración de los elementos físicos, mentales y sociales; ejemplo de ello, es el concepto de salud propuesto por la Organización Mundial de la Salud (OMS), al denominarla como “[…] un estado de completo bienestar físico, mental y social y no simplemente la ausencia de enfermedad o de males”. Si bien como señala Capra (1992), dicha definición es poco real en tanto describe la salud como un estado de completo bienestar y no como un proceso en continuo cambio y evolución, sí sugiere la naturaleza holística de la salud necesaria para entender el fenómeno de la curación, y con ello la interjección entre la medicina científica y la sabiduría popular – aplicada por los curanderos – para quienes la enfermedad es un trastorno de toda la persona, que abarca el cuerpo del paciente y también su mente (la imagen que el paciente tiene de sí mismo), su dependencia del entorno físico y social y su relación con el cosmos y con los dioses.[6]

Desde esta óptica, se posibilita comprender dos correlaciones básicas: la primera asociada a la dependencia existente entre salud y el equilibrio social, psicológico y fisiológico, y la segunda a la influencia que tiene la salud de una persona en la forma en que acude a trabajar, por consiguiente, en su productividad.

Persisten sin embargo, prácticas en las que suele predominar el cuidado de una de las dimensiones de la salud – sea la física o la mental – en detrimento de la otra, lo que incapacita al sujeto para cuidar la misma y prevenir enfermedades de forma holística.

Tic, sedentarismo y las enfermedades de la opulencia.

La visión mecánica en torno a la enfermedad y la salud, obnubila comprender que las enfermedades que más preocupan y atemorizan – denominadas de la civilización (Capra, 1992) o de la opulencia (Campillo, 2010)– se puedan desencadenar a causa del no bienestar y de la mala alimentación, no obstante, transitamos hacia una promoción de un concepto de salud y abordaje de la enfermedad más integral, lo que permite hacer planteamientos donde los problemas de salud de la población, se asocian a una vida disoluta llena de hábitos perniciosos, caracterizados por el sedentarismo, el abuso del tabaco y el alcohol así como por una dieta deficiente, dentro de un contexto de grave deterioro ambiental y descomposición social.

Tradicionalmente, estos factores se observan como parte de las costumbres y hábitos que la población debería modificar a modo de prevención, sin embargo poco se aborda sobre la influencia del componente laboral sobre los mismos; ello justifica la necesidad de contar con más análisis y estudios a profundidad para establecer medidas preventivas. Hoy la gente trabaja en condiciones estructuradas para el bienestar de la tecnología, donde esta es presentada como liberadora del estrés, del duro trabajo físico, sin embargo una vez que dichas tecnologías son normalizadas a menudo esclavizan y desplazan a sus usuarios (Franklin, 1999). Según la Unesco (2005), existe un cúmulo de evidencias sobre cómo en profesiones y oficios en los que la demanda del trabajo es muy alta, el grado de control que se puede ejercer sobre la misma es bajo y paralelamente, en el caso particular de la docencia, la existencia de un escaso soporte social se constituye en el riesgo más importante para la salud con la aparición de problemas cardiovasculares incluyendo hipertensión arterial, que forman parte del catálogo de enfermedades de la civilización.

Este tipo de enfermedades según Campillo (2010), nos afligen en las sociedades opulentas[7] presentan una incompatibilidad entre nuestro diseño evolutivo y el uso que hacemos de nuestro organismo.

Tanto Fritjof Capra como José Enrique Campillo, establecen que a mayor grado de civilización se incrementa la posibilidad de desarrollar dichas enfermedades – en tanto la esperanza de vida es más alta - sin embargo como este último apunta, si bien casi la mitad de la población en países desarrollados fallece a causa de problemas cardiovasculares éstas en breve, se constituirán como la principal causa de muerte en países en desarrollo - como China e India – desplazando a las enfermedades de tipo infeccioso.

La ilustración 1, expresa gráficamente las 10 principales causas de muerte, establecidas por la OMS (2011); como se observa el órgano más vulnerable de todos es el corazón; asume que ello tiene que ver “[...] con el estilo de vida: comida basura, falta de ejercicio, alcohol, cigarrillos, etc. Todo eso lo afecta, donde quiera que uno viva".[pic 1]

La escasa presencia de enfermedades metabólicas y cardiovasculares en países subdesarrollados se asocia a la forma de vida ajustada exclusivamente a un modelo agrícola y ganadero tradicional. No así en sociedades con mayor urbanización donde diversos estudios epidemiológicos han demostrado la relación directa que existe entre enfermedades metabólicas y cardiovasculares con el bienestar económico y social, algunos otros consideran que los problemas de salud metabólicos y cardiovasculares son enfermedades de la hiperalimentación, de la falta de comunicación entre las personas, de la soledad, del sedentarismo, del estrés laboral y del aburrimiento.

Específicamente en el terreno laboral, el tránsito en los puestos de trabajo de lo físico y lo manual hacia un predomino incremental de la actividad mental, ha significado por un lado, que el procesamiento de la información,

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