Sexenio del embarazo adolescente
Enviado por Stella • 9 de Octubre de 2017 • 1.864 Palabras (8 Páginas) • 584 Visitas
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estrictas. Se requieren mayores cantidades de vitaminas C, A, E y D para mantener la normalidad estructural y funcional de las nuevas células, así como para la absorción del calcio y el rápido crecimiento y maduración ósea. La ingesta de vitaminas A y K no suele elevarse durante la gestación en la mujer adulta, sin embargo, en este caso sí se incrementan dada su importancia para el desarrollo físico de la adolescente que será mamá. La ingesta de vitamina C puede ser preocupante en adolescentes que consuman pocas frutas y verduras y en aquellas que fumen. De ahí la recomendación de que tomen, al menos, 100 mg/día, ya que ellas tienen menos concentración de ácido ascórbico sérico y leucocitario y una notable reducción de la vida media de la vitamina C en su organismo. En síntesis, el sistema inmunológico corre peligro ante la carencia de este micronutriente. Un mayor aporte de hierro es necesario para la formación de moléculas (hemoglobina, mioglobina, etcétera) en el feto y para formar un depósito hepático de hierro en su organismo, el cual será movilizado posteriormente en la vida neonatal, con lo cual se compensa la baja concentración de este nutriente en la leche materna. La ingesta adecuada de zinc es importante, ya que una deficiencia ocasiona retraso en el crecimiento y alteraciones del gusto. Otro mineral que se requiere en niveles elevados es el fósforo, el cual está presente en grandes cantidades en la mayoría de los alimentos. La suplementación vitamínica en forma de complejos farmacéuticos es bastante común, aunque probablemente es innecesaria, excepto en grupos de alto riesgo o cuando hay pruebas de ingestas inadecuadas. No obstante, la mayoría de las gestantes pueden alcanzar las necesidades en vitaminas consumiendo una dieta de calidad adecuada. Excepto para la vitamina K, todas las demás presentan una demanda aumentada en la gestación. Además de incluir hierro en la dieta, es frecuente que se aporte en forma de complejos medicinales que evitan el riesgo de un aporte insuficiente. Es obligado prestar atención al consumo de yoduro debido a que su déficit conduce a un daño fetal, a tal grado, que el neonato puede presentar minusvalía intelectual, además de que su sistema nervioso puede afectarse como consecuencia de una inadecuada síntesis de hormonas tiroideas yodadas. Una mujer con peso pregestacional adecuado, que conserva una ganancia entre 250 y 300 g semanales, no tendrá que modificar su patrón de alimentación siempre y cuando consuma una dieta variada. Cuando se inicia el embarazo con bajo peso se debe aumentar de 12 a 15 Kg. Quienes empiezan con sobrepeso, deberán aumentar entre 7 y 9 Kg. Los errores nutricionales durante la gestación pueden afectar la salud de la madre y del bebé, pero también pueden tener implicaciones posteriores en ambos. Es muy importante la educación nutricional y la adolescencia es el momento justo para aplicar normas dietéticas y consejos de promoción de la salud antes de la instauración de los hábitos que permanecerán durante la edad adulta. Es necesario aportar una dieta con una proporción adecuada entre los principios inmediatos: Grasa (30-35% Kcal), hidratos de carbono (50-60% Kcal) y proteínas (10-15%). Entre las recomendaciones generales más importantes dirigidas a las gestantes adolescentes destacan: Asegurar la energía y nutrientes necesarios para un correcto crecimiento y desarrollo Cuidar que la dieta sea variada y que incluya alimentos de todos los grupos No saltarse las comidas Reforzar el desayuno para mantener la actividad física e intelectual de la mañana Evitar el abuso de dulces, golosinas y sal Evitar el abuso de comidas rápidas y el consumo del alcohol Mantener una actividad física adecuada Llevar una dieta variada y equilibrada para cubrir las necesidades de vitaminas y minerales No fumar Las adolescentes bien nutridas enfrentan menos problemas de salud y cuando se embarazan es más probable que su hijo tenga un mejor desarrollo y un peso adecuado al nacer. Lamentablemente, el 55.2% de los adolescentes mexicanos son pobres y, uno de cada 5 adolescentes, tiene ingresos familiares y personales tan bajos que no les alcanza siquiera para la alimentación mínima requerida. En la década de los setenta se empezaron a crear políticas públicas y campañas gubernamentales en colaboración con la FAO y la OMS para combatir la desnutrición en el país. Le tocó al Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán, representado por los doctores Miriam Muñoz y Adolfo Chávez, echar a andar programas de educación, vigilancia y atención de las mujeres desde el nacimiento hasta la edad adulta, sobre todo en zonas rurales. A partir de entonces, se pudieron reducir los índices de mortalidad neonatal, desde el nacimiento hasta el año de edad. De 8 muertes por cada 1000 nacidos vivos se pasó a la cifra de 4/1000 nacidos. A lo largo de sus investigaciones, los doctores Muñoz y Chávez constataron que el principal obstáculo para comer bien, además de los escasos recursos, es el apego a lo cotidiano. En su obra “Guiás de alimentación. México” apuntan que “para gozar de la mejor salud posible y también para comer bien y sabroso no basta con aceptar lo que hicieron las generaciones anteriores, sino aceptar los nuevos conocimientos derivados de la ciencia de la nutrición”. Es importante orientar y apoyar a los y las adolescentes desde el seno familiar, en la escuela y la sociedad para que asuman su formación de una manera responsable y con buena autoestima y para que el tema de los embarazos en adolescentes, paulatinamente, se convierta en una plática de referencia acerca de un problema del pasado, un mero motivo para conmemorar y promover, el 26 de septiembre de cada año, el Día Nacional para la Prevención del Embarazo No Planificado en Adolescentes.
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