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Sistema dentario un proceso evolutivo.

Enviado por   •  26 de Diciembre de 2018  •  6.914 Palabras (28 Páginas)  •  735 Visitas

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Con la aparición de los primeros primates hace 70-65 millones de años, los dientes adoptan un patrón cuatritubercular; pero hasta la aparición de los primeros hominoideos –hace cerca de 13 millones de años–, persisten los caracteres craneodentales primitivos propios de los simios antropomorfos: arbotantes óseos marcados, prognatismo mediofacial acusado, arcada en U, paladar aplanado, grandes caninos y esmalte fino; así como una característica fórmula dental pre-miocénica como la de los antiguos primates (Labajo et al., 2005).

Dado que tanto los simios antropomorfos como los homínidos primitivos provienen de un linaje común, en la evolución del hombre se da un proceso de diferenciación, desde los rasgos comunes con los grandes monos hasta los caracteres modernos, en la que los homínidos primitivos muestran rasgos intermedios. El punto de inflexión lo marcan dos especies: los australopitecinos (primeros homínidos), y el Homo erectus (en sus diferentes variantes) por su desarrollo anatómico y tecnológico. Así, en la escalera evolutiva se parte de los primeros mamíferos (eutherian), con 44 dientes semejantes a los conos de los reptiles, a mamíferos más avanzados, en los que los dientes adoptan una forma primero tritubercular (lineal) y luego tribosfénica (tritubercular triangular) con una fórmula dental 2/1/3/3. Con los lemúridos (2/1/3/3) y los tarseros (2/1/3/3 superior y 1/1/3/3 inferior) aparece la heterodoncia “moderna”. (Labajo et al., 2005).

Morfológicamente las diferencias más evidentes entre los simios antropomorfos y los hombres se refieren a la anatomía de la cabeza. Dichas diferencias son una consecuencia directa de la marcha bípeda o cuadrúpeda. Los grandes monos, que poseen una marcha cuadrúpeda, tienen la cabeza orientada hacia delante. Por ello el cuello posee una potente musculatura que se inserta en robustas crestas sagitales óseas de la parte posterior del cráneo. El agujero occipital (que relaciona el cráneo con la columna vertebral), es oblicuo y se sitúa posteriormente. La cara está muy desarrollada hacia delante (protrusión facial), ya que la boca participa en la prensión de los alimentos. Las mandíbulas son robustas y sin mentón, las arcadas tienen forma de U y presentan espacios, los dientes son grandes y con una delgada capa de esmalte. Los premolares de los simios antropomorfos son heteromorfos y el de los hombres homomorfos. Los caninos son potentes y sobrepasan el nivel de los otros dientes, y poseen un marcado carácter de dimorfismo sexual (Labajo et al., 2005).

Otro rasgo en los simios antropomorfos son los numerosos arbotantes óseos del cráneo, que dan soporte a la potente musculatura masticatoria: la cresta sagital o las crestas parietales, el torus supraorbital, la placa simiana o torus transverso, etc. (Labajo et al., 2005).

Los Australopitecos han sido clasificados por los investigadores en tres grandes grupos: los llamados pre-Australopitecos, los Australopithecus afarensis y los Australopitecos clásicos. Los pre-australopitecos y australopitecos ya presentan una morfología masticatoria bastante similar a la de los grandes monos actuales: fuertes mandíbulas, con arcadas que se acercan al semicírculo; incisivos ligeramente espatulados; caninos robustos, con espacios de primate bien desarrollado; premolares heterodontos. Estos caracteres simiescos son persistencias del tronco común de los dos linajes de simios y homínidos. En los parántropos, –mientras que los incisivos y caninos se reducen progresivamente–, los molares aumentan en tamaño y en el grosor del esmalte, lo que indica un cambio en los hábitos dietéticos hacia una alimentación más fibrosa, aumentando en concreto el diámetro bucolingual de los dientes post-caninos (Labajo et al., 2005).

Kenyanthropus platyops, (3’5 millones de años de edad), habitando un ambiente mixto de sabanas y bosques. Este presenta molares pequeños con gruesa capa de esmalte, premolares superiores trirradiculares, arco dental posicionado anteriormente, el rostro alto y plano, un cerebro pequeño y bordes nasales aplanados. Consumían alimentos duros, como raíces tuberosas, frutos carnosos, bulbos, tubérculos y semillas, similar a la dieta de los papiones actuales que también incluyen pequeños animales (Rodríguez, 2003).

Sahelanthropus tchadensis, (6’5-7 millones de años de edad, homínido más antiguo conocido). Presentan caninos pequeños y apicalmente desgastados que, probablemente, indican un complejo canino molar imperfecto (separados por unos dos centímetros aproximadamente), tienen un postcanino intermedio de esmalte delgado. Además presenta rasgos en la base del cráneo (longitud, orientación horizontal, posición anterior de foramen magnum) y cara (prognatismo nasal marcadamente reducido sin diastema canino, continuo y largo torus supraorbital) característico de los homínidos (Cadena, 2013).

Paranthropus robustus (1.8-1 y 2.6 millones de años de edad) se data que en su sistema dental es proporcionalmente pequeño en comparación con los premolares de A. africanus y los molares son de gran tamaño. Un rostro achatado, con mejillas abultadas. Posee una pequeña cresta ósea, menor que la del Paranthropus boisei, en la parte superior del cráneo (Rodríguez, 2003; Pérez, 2012). Resaltan por la gruesa capa de esmalte que cubre la corona, la molarización de los premolares y terceros molares de gran tamaño (Rodríguez, 2003).

Ardipithecus ramidus (4,4 millones de años de edad) combinan un delgado esmalte y dientes pequeños que recuerdan las características del chimpancé, con rasgos craneales de australopitecino. El primer molar decidual tiene una cúspide principal muy sobresaliente como en los antropomorfos, rasgo que no se ha visto en los homínidos. Los caninos están más proyectados que en los humanos aunque no tanto como en los antropomorfos. El borde mesial del primer premolar mandibular no se afila contra el canino superior como suele suceder en los antropomorfos. Esta combinación de rasgos lo ubica como un mosaico evolutivo importante en la evolución humana, según Tim White, su descubridor. Por el tipo de mamíferos asociados y el tipo de dentición se puede colegir que habitaba un medio forestal, alimentándose de frutos, hojas, tallos tiernos, brotes y otros productos vegetales blandos (Arsuaga y Martínez, 1998).

Homo habilis (1’8 millones de años). Descendiente del bípedo A. afarensis, es aún muy diferente de nosotros, pero los caracteres esenciales están ya presentes: un volumen craneal de 700 cm3, la postura definitivamente erguida. Los arbotantes óseos se van reduciendo, así como los maxilares, que van perdiendo robustez. La proyección mediofacial también disminuye. Los dientes se reducen en tamaño y en grosor

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