Tema- El jurista y el simulador del derecho.

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armónica y de respetabilidad recíproca entre los intereses sociales y los particulares del individuo”.

Groso modo, lo que se escribe en párrafos anteriores, es el esbozo de “jurista” que hace el gran jurista Ignacio Burgoa, sin embargo, no es limitativo, pues además entendemos que el homus juridicus debe ser una persona ética, profesional, responsable, preparada, discreta y un sinfín más de cualidades.

A continuación, el capítulo tercero asevera que el Derecho debe entenderse como una ciencia, como un arte, como moral y como fenómeno social, atendiendo al campo del saber que entraña esta disciplina; auxiliado, o mejor dicho complementado con otras áreas del saber igualmente importantes y extensas, como lo son la filosofía y la historia.

Es evidente que, atendiendo al principio de veracidad, el autor de buena fe vertió su pensamiento al respecto, sin embargo, tenemos ciertas reservas en ese sentido. Por un lado, se está de acuerdo con que el Derecho responde a fenómenos sociales en constante cambio y de esa manera se modifica el orden jurídico vigente; asimismo en tanto “moral” el Derecho determina lo que se estima como bueno o malo, en atención nuevamente a situaciones jurídico-territoriales determinadas

No obstante, entendido ciencia como el “conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente”, se aprecia que la disciplina de nuestro estudio cumple con todos los elementos de esa definición, otorgada por el Diccionario de la RAE; excepto por las últimas dos palabras; “comprobables experimentalmente”. En ese sentido, cabría la duda razonable acerca de si realmente dichos principios son susceptibles de comprobación experimental.

Ahora bien, por lo que se refiere al arte, lo consideramos como una actividad donde el hombre, haciendo uso de sus aptitudes sensoriales, representa un aspecto de la realidad en forma estética y somos un tanto escépticos en cuanto al término “literatura jurídica”, que tan en boga se ha puesto en fechas recientes.

En el capítulo referente a “Tipología del jurista”, el autor hace mención de los tipos ideales de jurista; comenzando con “el jurisconsulto”, sigue con “el abogado”, enseguida con el “magister iuris”, para concluir con el juez; cuya “omnisemblanza” (si se nos permite ese abuso) es la referida en el capítulo segundo de la obra, en relación con el diverso primer capítulo; es decir, que todos los tipos de jurista, deben ser libres, veraces, auténticos cívicos y con sentido de justicia, en cumplimiento de su deber social de velar por la justicia y la seguridad, que como se ha mencionado anteriormente, son elementos del Derecho y el orden jurídico. Como se dice coloquialmente “desde sus trincheras” cada uno de ellos debe luchar por los valores humanos, materializando su “vocación jurídica”, misma que debe estar firmemente arraigada en el corazón, conciencia y voluntad de cada uno de los juristas.

Finalmente, el último capítulo dedicado a “El simulador del Derecho”, lógicamente refiere que “la simulación es la acción de fingir o imitar lo que no se es”, asimismo alude que el simulador, en contraposición a la semblanza del jurista, es vanidoso, ególatra, megalómano, mentiroso, falso, mediocre y corrupto, entre otros tantos antivalores.

Ahondando en ello, el simulador, a pesar de tener el grado de licenciado o incluso doctor en Derecho, se caracteriza no sólo por su falta de vocación por el estudio, sino por su nulo talento, denominado por el Doctor Burgoa como “ignorancia juris”; aunado a su falta de destreza en el litigio y sus actuaciones extrajurídicas.

Al margen de lo anotado, la multicitada obra, dedicada principalmente a todos nosotros, estudiantes de la licenciatura en Derecho, con el objetivo de ver en nosotros mismos un futuro jurista, como en vida lo fuere el Doctor Burgoa y no sólo un simulador del Derecho, como los muchos que lamentablemente abundan en nuestros país. A título personal, agradezco al licenciado Víctor Velázquez por recomendarnos esta lectura y a la vez examen de conciencia. Queda a consideración de cada uno de