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Tradición Kantiana.

Enviado por   •  27 de Marzo de 2018  •  4.786 Palabras (20 Páginas)  •  309 Visitas

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A pesar de estas críticas, para estudiosos contemporáneos (por ejemplo, Allan Wood) Kant no desconoce que muchas decisiones cotidianas –como, por ejemplo, puede encontrarse en el mundo de los negocios- proceden esta clase de decisiones. Tampoco se trata de sostener –como tan comúnmente se cree-, que Kant recomienda que cada decisión que hacemos en la vida deba hacerse preguntándonos si puede traducirse a una máxima[1] deseable como ley universal (este tipo de posiciones ignora que la fórmula de la universal legalidad es sólo el primer paso en el proceso de formular el principio supremo de la moralidad, desconociendo las implicaciones de las otras formulaciones de este principio): la formula de ley universal solamente provee un test o límite negativo para las máximas (rechazar algo como impermisible), sin decirnos en términos positivos que debemos seguir una máxima específica.

La fórmula de la ley universal no sería utilizada por Kant como procedimiento o criterio de decisión moral general puesto que también se requiere una antropología práctica. El razonamiento moral ordinario (por ejemplo, en la Doctrina de la virtud) se da a partir de un sistema de deberes –jurídicos y éticos, para nosotros y otros, de respeto y amor-. Reconoce así que pueden existir conflictos entre razones obligantes y que en ciertas circunstancias debamos modificar o hacer excepciones a ciertas reglas morales. La función del principio de moralidad no es dictarnos qué hacer en cada caso concreto, sino más bien estar detrás y justificar un sistema general de reglas o deberes morales y proveer una racionalidad general para decidir casos de los que derivan razones que colisionan o nos mantienen en la indeterminación acerca de qué hacer o requieren de nosotros hacer alteraciones en las demandas para que éstas se ajusten a situaciones inusuales.

La formulación del imperativo categórico, en especial la tercera, pone de manifiesto la preocupación kantiana por la dignidad humana, pues hay un énfasis en no tratar al otro como un medio que simplemente sirve para satisfacer mis propios fines, sino como un fin en sí mismo, es decir, como una persona humana. Así mismo, la formulación del imperativo categórico deja ver otra de las características importantes de la ética kantiana, a saber, la autonomía. El término autonomía proviene del griego “auto” uno mismo y “nomos” ley. De manera que etimológicamente significa el que se da a sí mismo sus propias leyes. Kant afirma que los sistemas éticos que lo han precedido son heterónomos, en el sentido de que el hombre recibe la ley moral desde fuera y en este sentido no actúa libremente, pues actúa según un mandato externo, perdiendo la capacidad de autodeterminación de su conducta, la autonomía de su voluntad. En el sistema kantiano deber, autonomía y libertad se funden en el imperativo categórico que es la expresión de la moralidad pura por excelencia.

Tal como en el caso aristotélico, la influencia de modelo kantiano se han extendido hasta la actualidad con enfoques ampliados y renovados. A partir de la publicación de Teoría de la Justicia de John Rawls se inició un estimulante debate (liberalismo-comunitarismo) que ha redundado en muchas reformulaciones y revaloraciones de la teoría kantiana. Dichos enfoques se caracterizan, en términos generales, por realizar interpretaciones kantianas intersubjetivas del liberalismo, que pretenden fundamentar racionalmente, de diversos modos, la esfera de la razón práctica (ética, política, derecho). A continuación presentamos algunas de estas posturas, por supuesto tematizadas desde el punto de vista ético:

Ética discursiva

Las éticas del discurso (Apel, 1985; Habermas, 1996; Cortina, 1992) son teorías que tienen una concepción kantiana de la razón práctica. De conformidad con Robert Alexy, la base de toda concepción kantiana de la racionalidad práctica es el principio de universalidad (2004, p. 136). Desde el punto de vista kantiano una norma es correcta sólo si puede ser el resultado de un procedimiento de argumentación racional. En este sentido, un discurso práctico es racional sólo si puede satisfacer las condiciones del argumentar práctico racional, condiciones que son definidas en un conjunto de reglas del discurso. La razón práctica, según esta concepción, es definida entonces, como "la facultad que permite llegar a juicios prácticos de acuerdo con un sistema de reglas” (Alexy, 2004, p. 137).

Para la perspectiva habermasiana todos los asuntos de moral están ineludiblemente atados al principio de universalidad. El sentido teleológico desde el que se hace frente a problemas mediante la cooperación que se encamina a la consecución de un determinado fin, pasa por entero a un segundo plano frente al punto de vista normativo desde el que se plantea el principio de universalidad, y que se convierte en el punto de referencia para examinar “cómo queremos regular nuestra convivencia en interés de todos por igual” (Habermas, 2001, p. 125).

John Rawls

John Rawls (2006) es un filósofo contemporáneo cuyas reflexiones acerca de la justicia también han suscitado desplazamientos en los umbrales teóricos del pensamiento ético, sin embargo para ello toma elementos de la tradición kantiana. Esto debido a que su reflexión acerca de la justicia se inscribe en un plano deontológico que rechaza cualquier referencia al bien (thelos), es decir, acude a la inversión operada por Kant según la cual se da prioridad a lo justo sobre lo bueno (Ricoeur, 1999, p. 75). Sin embargo hay una variación en la reflexión de Rawls con respecto a la tradición kantiana, pues en Kant la idea de lo justo se aplica a las relaciones persona a persona, con Rawls la justicia se aplica principalmente a la instituciones (Rawls, 2006 p. 17). Esta aproximación deontológica en materia de moralidad sólo se ha mantenido apoyándose en la ficción del contrato social. La función que tiene el ejercicio intelectual del contrato en Rawls es derivar de él los contenidos de los principios de justicia de acuerdo con un procedimiento equitativo (fair). Con el fin de llevar a cabo este procedimiento, de manera que se escojan los mejores principios posibles para realizar la justicia en las instituciones, Rawls acude principalmente a dos ficciones mentales llamadas la posición original y el velo de ignorancia, conceptos éstos que pueden ser considerados variantes analíticas del contrato social.

Rawls, en su Teoría de la Justicia intenta presentar un concepto de justicia retomando la teoría del contrato social con el firme propósito de superar sus inconsistencias y ambigüedades. Por tanto, “intentará kantianizar a Locke y

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