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Análisis: “Aquí está bien” de Daniel Alarcón

Enviado por   •  24 de Abril de 2018  •  1.812 Palabras (8 Páginas)  •  315 Visitas

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No desea que ese trabajador se vaya con un sabor amargo, sino que de lo que le acaba de pasar saque provecho y que entienda que esa potencia, America, no es de una persona, no es de un blanco ni de un negro, ni menos es propiedad privada de un “americano” sino que por el contrario, ese país le pertenece a todos los que trabajan por el, a los que trabajan por un sueño y una meta y perseveran. Y que aunque se tenga en la mira solo una perspectiva a la vez, esa misma debe contener numerosas visiones en sí.

“Letra” abierta al idioma.

¿Letra? ¿a,e,i,o,u? No, lo que quiero decir es “carta”.

Luego de haber vivido 5 años en Francia, surgen varias preguntas, ¿qué es la

lengua materna?, ¿que es el espanol?. Cuando llegué, decidí que debia “combatir la lengua que combate al exilio” (“V”, de Juan Gelman) y me empeñé en estudiar la literatura e historia de España y América Latina, sin saber que mis primeros 20 años de vida en Venezuela serían cuestionados. Pero no de manera negativa, sino de ese tipo de cuestionamientos que te dan la respuesta a preguntas que ni sabias que existian.

Entre conjugaciones y adjetivaciones me fui dando cuenta de que mi lengua, esa con la que crecí, no era una sino varias. Mi primera frustración fue ver que mis compañeros no entendían “mi español” por el simple hecho de que mi pronunciación carece de ceceos, y peor aun, profesores que sostienen el uso obligatorio de la “z”. Yo tampoco entendí lo que estaba pasando. Con los meses fui percibiendo, que para enseñar un idioma tenemos que tener un lenguaje puro y objetivo, allí entra la famosa Real Academia Española, la biblia de todo aquel hispanohablante correcto. Aunque mi deseo de aprender era grande mis frustraciones siguieron creciendo. Los compañeros empezaron a utilizar términos como “castellano” en contraposición al “peninsular”, pero a la final, ¿no es lo mismo? después de las colonias, no hubo una lucha para que el solo idioma que imperara fuera el ESPAÑOL?; y luego, pasaron a definir mi rara lengua como “latina” o una especie de español “à la racaille”. Habiendo crecido en un universo Macondiano o Borgiano me costaba creer que existía una sola nomenclatura, una sola traducción española a textos en francés. ¿Como le explico a Cortázar que me obligan a coger el autobús en vez de agarrarlo?. En mi cabeza una especie de rivalidad se fue marcando, es que mi español es menos que el de españa, o somos todos los del otro lado del continente una degradación? Hay textos magníficos de Lorca, como los hay de Gabriel García Márquez, y en su redacción, se puede acaso decir que hablan dos idiomas diferentes? El español está compuesto de infinidades de miniuniversos, cada país con sus regionalismos y sigo reticente a creer que cuando se habla de traducción, hay solo una manera de hacerlo.

Sin embargo todo en la vida es un aprendizaje y decidí dejar atrás aquellas pretensiones de conocimiento y abrirme a una nueva visión de mi idioma, pues no iba a ponerme con nacionalismos baratos de que “ellos vinieron nos violaron, nos mataron y nos quitaron el oro”, la historia es historia y está ahí para aprenderla no para juzgarla. Entonces, el tiempo fue pasando y mientras en clases aprendía sobre las degeneraciones latinoamericanas del español como el “hicistes”, se me fue olvidando todo lo demás.

El español en mi mundo se fue quedando en un ámbito puramente escolar, y el francés fue ocupando cada rincón de mis pensamientos y reflexiones. Pronto me fui dando cuenta que las palabras en español no me venían a la punta de la lengua cuando quería explicarle a mi familia un acontecimiento de la semana, y que para terminar mis llamadas telefónicas había siempre un “A toute” . El idioma materno no se olvida. ¿O

si? En todo caso se degenera. Ahora ya no eran mis compañeros que no me entendían, era mis amigos venezolanos que me decían que hablaba con un español afrancesado. Ese idioma que tanto quería, ya no me pertenece. Pero tampoco me pertenece el francés. Se crearon en mi tensiones. Conflictos identitarios, pues si tu lengua no es la tuya y la que hablas todos los días tampoco lo es, quien eres?

La desnacionalización me enseño que un idioma es eso, más que palabras una identidad. Y que no se puede luchar contra una lengua, contra un verbo, contra la sintaxis, sino hay que acoger la belleza que contiene este todo. Es ilógico pensar que se puede enseñar un español o aprender un español, porque hay 20 países diferentes que lo hablan de manera distinta.

Tenemos que aceptar el plurilingüismo que contiene el espanol , que no existe uno sino que existen todos, y no se puede comparar a procesos matemáticos donde algo está bien y lo otro está mal, un idioma carece de maniqueísmo y mientras se cumplan en un mínimo sus reglas, es una unidad de significación que transmite integridad. Y que suerte tenemos los que nacimos en un país hispanohablante, y que suerte tenemos de tener profesores que se interesan a este idioma y la cultura subyugada a este, y que suerte tenemos que las personas lo sigan estudiando. Como dijo Pablo Neruda, “Que buen idioma el mío, que buena lengua heredamos de los conquistadores torvos”

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