Antología de poemas de Sor Juana Inés de la Cruz.
Enviado por tomas • 28 de Febrero de 2018 • 1.258 Palabras (6 Páginas) • 676 Visitas
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Si quiero que los guarde,
Custodio indigno, sigilo frágil?
Y puesto que me ausento,
Por el último vale
Te prometo rendido
Mi amor y fe constante,
Siempre quererte, nunca olvidarte.
~La Sentencia del Justo.
Firma Pilatos la que juzga ajena
Sentencia, y es la suya. ¡Oh caso fuerte!
¿Quién creerá que firmando ajena muerte
El mismo juez en ella se condena?
La ambición de sí tanto le enajena
Que con el vil temor ciego no advierte
Que carga sobre sí la infausta suerte,
Quien al Justo sentencia a injusta pena.
Jueces del mundo, detened la mano,
Aún no firméis, mirad si son violencias
Las que os pueden mover de odio inhumano;
Examinad primero las conciencias,
Mirad no haga el Juez recto y soberano
Que en la ajena firméis vuestras sentencias
~Teme que su Afecto Parezca...
Señora, si la belleza
Que en vos llego a contemplar
Es bastante a conquistar
La más inculta dureza,
¿Por qué hacéis que el sacrificio
Que debo a vuestra luz pura
Debiéndose a la hermosura
Se atribuya al beneficio?
Cuando es bien que glorias cante,
De ser vos, quien me ha rendido,
¿Queréis que lo agradecido
Se equivoque con lo amante?
Vuestro favor me condena
A otra especie de desdicha,
Pues me quitáis con la dicha
El mérito de la pena.
Si no es que dais a entender
Qué favor tan singular,
Aunque se puede lograr,
No se puede merecer.
Con razón, pues la hermosura
Aun llegada a poseerse,
Si llega a merecerse,
Dejará de ser ventura.
Que estar un digno cuidado
Con razón correspondido,
Es premio de lo servido,
Y no dicha de lo amado.
Que dicha se ha de llamar
Sólo la que, a mi entender,
Ni se puede merecer,
Ni se pretende alcanzar.
Ya que este favor excede
Tanto a todos, al lograrse,
Que no sólo no pagarse,
Mas ni agradecer se puede.
Pues desde el dichoso día
Que vuestra belleza vi,
Tal del todo me rendí,
Que no me quedó acción mía.
Con lo cual, señora, muestro,
Y a decir mi amor se atreve,
Que nadie pagaros debe,
Que vos haréis lo que es vuestro.
-Continúa el mismo asunto
Feliciano me adora y le aborrezco;Lizardo me aborrece y yo le adoro;por quien no me apetece ingrato, lloro,y al que me llora tierno, no apetezco:a quien más me desdora, el alma ofrezco;a quien me ofrece víctimas, desdoro;desprecio al que enriquece mi decoroy al que le hace desprecios enriquezco;
si con mi ofensa al uno reconvengo,me reconviene el otro a mí ofendidoy al padecer de todos modos vengo;pues ambos atormentan mi sentido;acueste con pedir lo que no tengoy aquél con no tener lo que le pido.
Pues estoy condenadaPues estoy condenada,
Fabio, a la muerte, por decreto tuyo,
y la sentencia airada
ni la apelo, resisto ni la huyo,
óyeme, que no hay reo tan culpado
a quien el confesar le sea negado.Porque te han informado,
dices, de que mi pecho te ha ofendido,
me has, fiero, condenado.
¿Y pueden, en tu pecho endurecido
más la noticia incierta, que no es ciencia,
que de tantas verdades la experiencia?
Si a otros crédito has dado,
Fabio, ¿por qué a tus ojos se lo niegas,
y el sentido trocado
de la ley, al cordel mi cuello entregas,
pues liberal me amplías los rigores
y avaro me restringes los favores?
Si a otros ojos he visto,
mátenme, Fabio, tus airados ojos;
si a otro cariño asisto,
asístanme
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