Sor Juana Inés de la Cruz.

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- Obra

Su obra es abundante y variada en géneros, metros, temas y estilos.

La métrica barroca española usaba imágenes sensuales como metáforas de la experiencia sublime de amor a Dios; Sor Juana hace lo contrario: usar las imágenes y formulas expresadas del razonamiento místico para tratar la experiencia sensual. No se sabe si experimento alguna vez la plenitud del amor humano pero alcanzo una extraordinaria destreza para discutir y reflexionar sobre el amor.

La división de Obras Completas es cuadripartita: lirica personal, villancicos y letras sacras, autos y loas, comedias, sainetes y prosa.

Según los temas, podemos dividir la obra de Sor Juana en: poemas de circunstancias, amorosos, filosóficos-morales y satíricos, y religiosos,

- Poemas de circunstancias: Reflejan la persistencia de su vuelta cortesana. La mitad de su producción lirica es de esta temática. La serie de romances, redondillas, décimas y sonetos dedicados a los condes de Paredes, los marqueses de la Laguna, a la condesa de Galve y otros dignatarios, contienen piezas que son de lo mejor de Sor Juana, aunque también hay algunos que no superan la trivialidad de la ocasión y sucumben bajo el paso de la mera adulación hiperbólica. En ellos se refleja la relación que se mantenía entre el convento y el palacio. Son documentos de una sociedad jerárquica, con una idealización cortesana del “señor”.

- Poemas amorosos: ¿modelos literarios? ¿Experiencia vital y recuerdos? ¿Imaginación? Estos poemas están entre los más brillantes que escribió. Son, en esencia, un catálogo de las arduas cuestiones que el amor presenta a la mente desazonada y confusa, que quiere porque siente o por que no sabe lo que siente. Cada soneto es un acertijo, una razonada reflexión sobre un tema ardiente desde el punto de vista de un yo lirico femenino que usa la poesía para alcanzar al corazón del amado, un sucedáneo del contacto físico. Destaca el tratamiento que le da al tema de los celos, discute si son una expresión del verdadero amor. También destacan los triángulos amorosos de sus “encontradas correspondencias”. Por último, destacan las “liras que expresan sentimientos de ausente”.

- Poemas filosófico-morales: Tienen un carácter reflexivo e introspectivo, crítico y aleccionador. Símbolos y motivos frecuentadísimos de la literatura clásica y reformada por el barroco (La rosa, el retrato, el tiempo, ilusión y desencanto, la vanidad del mundo) aparecen frescos y renovados por las variantes originales que introducen.

En la categoría de poemas filosóficos no hay poemas de mayor vuelo, densidad y trascendencia en toda su obra que el Primer Sueño: es la culminación de su obra y uno de los grandes poemas en nuestra lengua y de su tiempo. El titulo plante varios interrogantes. Una de ellos es que parece no haber sido compuesto por la autora, que se refiere a él como “el sueño”. Tal vez lo de “Primero” se refiere a que era a parte inicial de una composición más extensa o una serie. Por otro lado, “sueño” podría a orientar la lectura en distintas direcciones, actividad anímica o subconsciente, estado de somnolencia, ensoñación despierta, sueño como ideal… Podría pensarse en el “sueño metafísico” en el que la alama, liberada de las ataduras del cuerpo, vaga libre y contempla las esencias puras, esclareciendo, de noche, lo que no podemos saber de día. Se trata de una silva de 975 versos que desarrollan una visión metafísica del mundo o la experiencia de esa visión, un poema cósmico que narra el viaje de un alma en busca de sí misma. El Sueño persigue lo que puede considerarse el máximo ideal poético de Sor Juana: describir el mundo solo a traes de conceptos y figuras mentales. Pese a su carácter metafísico, puede leerse como una autobiografía poética, complementaria de Respuesta a Sor Filotea de la Cruz en prosa. También es un resumen de toda la cultura asimilada por autora: mitología, teología, ciencia, ocultismo, filosofía, astronomía... El poema se cierra con una doble comprobación: “El mundo iluminado, y yo despierta”

- Poemas religiosos: lo más destacados son algunos de sus romances; los sonetos religiosos (a Cristo San José, la Virgen de Guadalupe, etc.) son bastantes convencionales. En los romances, los misterios y dogmas de la religión son cuestiones que desafían su entendimiento y estimulan su reflexión.