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Aura. Ese fue parte del anuncio en el periódico que Felipe Montero

Enviado por   •  9 de Julio de 2018  •  3.315 Palabras (14 Páginas)  •  367 Visitas

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Al subir a la habitación de consuelo, llama por su nombre pero nadie contesta, decide entrar, al avanzar más ve a la anciana arrodillada frente a un altar, cansada, muy delgada pero recitando cierto ritual golpeándose el pecho. Felipe ayuda a la mujer a levantarse y a llegar a su cama, ella pide disculpas por lo sucedido pero se excusa diciendo que a las mujeres de su edad lo único que les queda es el placer de la devoción.

Consuelo de su cuello quita un listón morado del cual colgaba una llave, se la da a que la conserve Felipe ya que afirma ella que confía en él; y con la cual le pide abrir un baúl que se encuentra dentro de la habitación y que únicamente tome el paquete de documentos que se encuentran amarrados con un cordón amarillo, por el momento seria suficientes para que iniciara su trabajo.

Esa misma noche Felipe se dispone a leer todos los documentos, dándose cuenta que el francés, como las aventuras que describe el general Llorente no goza de excelencias que su mujer le ha atribuido, así mismo busca alguna memoria en la que figure su esposa consuelo. Felipe duerme hasta tarde logrando culminar con el primer bloque de documentos.

El joven se despierta a causa de la intensa luz que entra por el techo a través del traga luz de vidrio sin cortinas. Mientras se viste, escucha unos maullidos y gemidos muy extraños. Se asoma, subiéndose al librero por el techo de vidrio y descubre a siete gatos amarrados entre sí con cadenas. Los gatos están maullando porque están quemándose vivos y desprenden un oloroso humo. Felipe piensa que su visión no fue cierta.

Se escucha la campanilla a lo lejos, como si estuviesen llamando al desayuno en un orfanato, Felipe baja presuroso con las ansias de ver a Aura. Se encuentra con Consuelo y está le pide que pase a verla por la noche ya que nuevamente no los acompañara en la mesa, expone que se ha sentido muy fatigada últimamente. El joven pasa toda la mañana revisando las memorias del marido y piensa que, con el dinero de su sueldo, trabajará en su propio libro sobre la conquista en América, un trabajo propio que lo ha postergado desde ya hace un tiempo, pero a la par de este pensamiento no deja de perturbarlo la imagen tan bella de Aura.

Llega la hora de la comida, la campanilla suena de nuevo, Felipe baja tras de Aura hasta el comedor, pero en esta ocasión Consuela los acompañará en la mesa y es la única que pronuncia palabra, es una plática que solo se basa en quejas y enfermedades. La sumisión de Aura quien solo mantuvo la mirada baja y solo se apreciaba que repetía en voz muy pero muy baja, lo que su tía decía hizo molestar a Felipe.

Felipe queda perturbado por la sumisión de la sobrina e imagina historias al respecto. El joven descubre que el verdadero motivo de su presencia en la casa es la liberación de la sobrina del yugo de consuelo. Felipe está decidido a llevársela. Felipe se despierta sudando de un sueño, la imagen es una mano con la campanilla y un rostro de ojos vacíos, y siente que lo acarician y lo besan. Un cuerpo suave y ligero comienza a besarlo.

Por la mañana Aura le avisa que su tía quiere verlo. Consuelo le indica a Felipe que tome el siguiente paquete de documentos dentro el baúl, y que no diga palabra alguna o comentario acerca de lo hasta ahora leído por Felipe, le ruega que no se haga anticipadas conclusiones sino hasta que culmine con lo encomendado.

Ese mismo día, mientras Felipe leía las memorias del General Llorente, por fin encuentra algo sobre la señora Consuelo, los documentos dan fechas y sacando sus propias conclusiones, Felipe descubre que la anciana tiene ciento nueve años de edad; su amado la conoció cuando esta apenas tenía quince años de edad y cuarenta y nueve al morir el general. Los documentos guardan en ellos el relato de una hermosa historia de amor y pasión entre el general Llorente y la hermosa Consuelo, a quien en las memorias del coronel la describen como una hermosa mujer de ojos profundos y bellos como el mar, siempre vestida de verde. Esa obsesión del general por esos bellos ojos verdes, siempre tan hermosa, incluso dentro de cien años.

Leyendo este último paquete de documentos, Felipe llega a la conclusión, cree que la presencia de Aura en la casa de su tía consuela es únicamente para mantener esa figura de juventud de la loca tía. Sin esperar el sonido de la campanilla, Felipe sale presuroso en busca de Aura, cuál sería el único lugar en el que estaría sino es en la cocina. Al llegar se encuentra con la hermosa aura un poco desordenada, con la cabellera alborotada y con sus ropas manchadas de sangre. Ella se encontraba matando un macho cabrío, Felipe decide no interrumpirla la escena que acaba de ver y en cambio va en busca de la anciana. Abre sin avisar la puerta de la recamara de Consuelo y la descubre haciendo movimientos al aire con sus manos, muy similares a los que un momento antes se encontraba haciendo Aura.

Esto no hizo más que agudizar el pensar de Felipe sobre la locura de la anciana y la esclavitud de su sobrina, corre rápidamente a la protección de su habitación y afianza la puerta sin chapa con el escritorio y su cama. Tanto ajetreo hizo a Felipe caer en una pesadez y sueño profundo, pero no dejando de pensar en la locura de la anciana, y de la penumbra de sus sueños él la observa cómo se acerca lo quiere tomar entre sus manos descarnada, una temible pesadilla, de pronto escucha la campana, la campana de la cena, que lo hace despertar de ese sueño tan horrible.

Felipe cena rápidamente casi mecánicamente, sube en busca de Aura, ella le dijo que lo esperaba en su habitación

Entra en la recámara y se encuentra a Aura vestida de verde y rodeada de una luz ambarina. Empieza a recorrer su cuerpo y su rostro y se sorprende con la dureza de sus facciones, distintas a las de la noche anterior. Después de un simulacro de entrega a Cristo, Aura y Felipe se besan, el joven le jura amor eterno, más allá de la muerte, ella le pregunta una y otra vez si él la amara aun si envejeciera o dejara de ser hermosa, es más aún si ella muriera mañana. Sin hacer contacto visual Aura se aleja lentamente hacia un rincón de la recamara, sentarse en el suelo, colocar los brazos sobre las rodillas a los pies de la señora consuelo, quien le sonríe al mismo tiempo que Aura lo hace, de una manera perfectamente sincronizada y como si fuera todo parte de un sueño, se alejan por la puerta que da a la habitación de consuelo, dejando dormir por esa noche a Felipe en la cama de Aura.

Felipe en esta ocasión relata detalladamente todo lo que esa noche vivió con Aura, y aún más la sorpresa y el hecho demasiado extraño sobre la presencia o aparición de

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