BOQUITAS PINTADAS De Manuel Puig
Enviado por Sara • 3 de Octubre de 2018 • 2.174 Palabras (9 Páginas) • 419 Visitas
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de los años `30 y `40. Esos tabúes crean para las mujeres protagonistas de la trama un ambiente que reprime con fuerza sus conductas para que no se rebelen y cumplan con el mandato social. De esa manera sus sueños de juventud, de amor y pasión se esfuman con el paso de los años y ellas se resignan a cumplir el rol que les asigna la sociedad aun a costa de su propia felicidad. El autor intenta explicar esa actitud de los personajes femeninos de la novela a través de diversos aspectos, algunos de los cuales he seleccionado para este análisis:
1) La moral, las normas y las prohibiciones de la sociedad de la época.
“Esta novela es una radiografía punzante de la hipocresía, donde se destaca la doble moral y el machismo de una sociedad de clase media”, define el propio Puig a “Boquitas pintadas”. La novela pone de manifiesto el fuerte poder que ejerce la sociedad de la época sobre las mujeres y el orden moral al que ellas deben someterse, por encima del amor, los deseos y su propia felicidad.
El autor cuestiona esa moral y las reglas sociales que atribuye a la clase media de la época, a la que indirectamente considera como prejuiciosa y represiva sobre todo con las mujeres. La sociedad que describe la novela impone sus normas sobre sus miembros para regular sus conductas y castiga toda violación de esas reglas. Las protagonistas de la trama, cada una con sus propias características, cumplen con las expectativas asignadas socialmente, aceptan casarse y vivir toda su vida con quien no aman para poder ser alguien en la sociedad. Es como que solo les preocupan las apariencias y “el qué dirán”. Sufren, se lamentan por su destino, pero no hacen nada para cambiar esa realidad en la que no son felices.
Al contrario, solo dan lugar a sus fantasías, a sus ilusiones de amor y pasión a través del radioteatro, el cine, el tango y el bolero, o la lectura de folletines y revistas. Según señala Sarlo, en cierta medida esos elementos de la cultura de la época funcionan para las protagonistas como “un escape” de su infeliz realidad. “Frente a la vida cotidiana (especialmente repetitiva para las mujeres, limitada para los jóvenes), la literatura despliega aquello que se le opone: ante un sistema de relaciones gobernado por una moral vigilante, los delirios del deseo”, explica la autora.
El poder
2) La libertad
En el marco de la sociedad machista y represiva en la que transcurre la historia, hay enormes diferencias entre la libertad de la que disfrutan los hombres y la de las mujeres. Los hombres tienen mayor libertad para decidir por sí mismos, pueden tener miles de amoríos sin preocuparse por “el qué dirán”, sin ser condenados socialmente. Si bien deben cumplir ciertas normas que impone la sociedad, esas reglas no son tan poderosas como aquellas a las que deben someterse las mujeres, tienen más privilegios que ellas.
En cambio, para las mujeres de la novela la libertad prácticamente no existe, está muy limitada. Ellas no son libres para vivir plenamente un amor pasional, para tener relaciones sexuales, en definitiva para elegir como vivir su propia vida. Ellas nunca se rebelan contra las imposiciones de la sociedad, solo cumplen el papel que tienen asignado, se someten, se adaptan a lo que se espera de ellas. No son libres para realizarse por sí mismas, para elegir su propio camino, para desarrollarse individualmente, solo se preocupan por su ascenso social que no se relaciona con su libertad sino con la posibilidad de conseguir un matrimonio con un hombre acomodado económicamente. Sin capacidad para cuestionar o quejarse frente a la realidad en la que viven, permanecen sometidas y solo se sienten realizadas cuando se casan, a través de un hombre.
3) La sexualidad
Al analizar la novela de Puig, Sarlo destaca las “estrictas” pautas de la moral sexual aplicadas a las mujeres de la época. “Esas pautas se referían a cuestiones básicamente relacionadas con el matrimonio y con los principios que regulaban las relaciones entre los sexos. La virginidad como valor sine qua non formaba parte de las ideologías colectivas acerca de la mujer”, señala Sarlo en su ensayo “El imperio de los sentimientos”. En su opinión, la virginidad era un tema central en la relación entre hombres y mujeres, y si las mujeres no cumplían con la obligación de llegar vírgenes al matrimonio estaban sometidas a los prejuicios y las consecuencias sociales. Ellas eran castigadas por la sociedad y debían soportar el dolor, el desprecio.
Para Sarlo, “el ideal de mujer virgen una vez perdido es irrecuperable. El matrimonio es a la vez lo más valioso y lo más lejano. Desde el punto de vista moral, para la mujer más que un estado significa un premio”. El matrimonio era en ese momento considerado como el modelo de familia aceptable e ideal, las relaciones sexuales fuera del matrimonio estaban penadas por los prejuicios de la sociedad, que también reprobaba los hijos extramatrimoniales, considerados ilegítimos. También el matrimonio era para toda la vida, aun cuando eso significara para las mujeres la más absoluta infelicidad.
Si tienen que elegir entre el amor o un lugar de mejor estatus económico den la sociedad, eligen lo último y asi sacrifican todos sus deseos y sueños. “Porque conocen el carácter fatal del amor pasional, las mujeres procuran adaptarse a las expectativas sociales, negocian el mandato familiar y viven sin pasión”, subraya Kohan respecto a las protagonistas de la novela de Puig.
Esto de observa en
4) La literatura, la música, los radioteatros dedicados a las mujeres.
Ricardo Piglia asegura que en “Boquitas pintadas” Puig refleja “el modo en que la cultura de masas educa los sentimientos” de una determinada sociedad. Los personajes de su novela, según el mismo autor, incorporan un patrón de sentimientos y modos de conducta que se reproducen en radioteatros, fotonovelas, películas, tangos y boleros y obras de teatro.
Al analizar el fenómeno de los folletines, Sarlo coincide con Piglia y destaca que, más allá de abrir cierto espacio para las fantasías del amor, la pasión y la felicidad, el desenlace de ese tipo de narraciones “pone las cosas en su lugar”. Y explica: “El desenlace penaliza la pasión, restablece las conveniencias sociales y asegura la reproducción de un tipo de moralidad pública necesaria para el funcionamiento de la familia. La transgresión se vuelve un desequilibrio que, en el final, restablece la escena de la moral sus imposiciones. Entre las pasiones y la moral, vence esta última y hay enseñanza”.
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