Como funciona el Consumo responsable

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La situación y condición que, de alguna manera, es necesaria para conseguir satisfacer nuestras continuas e insaciables necesidades de consumo es el crecimiento económico. De esta forma, las empresas presentan un rol importante en este ámbito, ya que son ellas las que, en cierta manera, marcan el cambio de ritmo y nos hacen querer comprar en mayor medida.

Nuestro actual estilo de vida, está basado en un consumo excesivo, fomentando así la cultura de “usar y tirar”, en la que estamos llegando a un nivel insostenible de generación de residuos. Cada vez consumimos más productos, cuya vida útil está limitada y supeditada por las empresas que los generan. Un ejemplo claro de esta obsolescencia programada, es el caso de los móviles, cuya vida útil no es mayor a los dos años. Además, tras el lanzamiento de un móvil de última generación, poco después, la misma empresa que llevaba meses bombardeándonos con anuncios que posicionaban a dicho aparato en lo superior de la pirámide, va haciéndonos la boca agua con el siguiente modelo todavía por fabricar. Asegurándonos que será aún mejor, más rápido y más fiable, que el anterior.

Consumimos gran cantidad de productos de poca durabilidad o sometidos a las modas efímeras que acaban pronto en la basura, por ejemplo porque su arreglo no parece rentable. La contaminación que causa nuestro consumismo es compleja y se produce tanto en el momento de obtener materias primas para fabricar productos, como durante la propia producción, comercialización y eliminación o recuperación de los residuos.

De la misma manera, se genera este efecto en otros comercios como pudieran ser el textil, marcando siempre un cambio continuo en la moda.

En resumen, ¿qué diferencias podríamos encontrar entre los diferentes consumidores? ¿Y qué podemos hacer para solventar esta situación?

Por un lado, se encuentra el consumidor habitual, aquel que solo busca lo más barato y es acrítico. Se encuentra en una situación de desinformación y consume con la cartera. El consumo de este individuo es inducido a partir de la publicidad, marcas, modas, etc…

Por otro lado, se encuentra el consumidor responsable, aquel que mira más allá del precio, buscando calidad en aquello que compra. Su consumo es crítico y concienciado, además de tener información sobre aquello que compra, reclama más. Emplea un consumo reflexivo y libre, no dejándose llevar por marcas ni modas pasajeras.

Esto nos lleva a pensar en que podemos mejorar nosotros esta situación. El consumo, es necesario pero debe ser crítico, ecológico, en la medida de lo posible, y austero, es decir, sin adornos. Nos debemos informar bien antes de comprar. Por lo que, antes de comprar cualquier producto, nos deberíamos hacer preguntas críticas como:

- ¿Realmente necesito este producto o es simplemente un capricho?

- ¿Quién ha producido este producto y bajo qué condiciones laborales ha sido sometido?

- ¿Cómo ha afectado su producción al medioambiente?

- ¿Cómo y a quien se está repartiendo el dinero que pagamos por la compra de ese producto?

Por ello, para tratar de mantener un consumo respetable, podríamos comenzar con cosas sencillas en nuestro día a día, que favorezcan a mejorar el medioambiente. Empezando por tratar de no dejar los grifos de casa abiertos, apagar las luces de los cuartos en los que no estemos, reduciendo nuestro consumo, reciclando y reutilizando.

A la hora de realizar la compra en un supermercado, intentar llevar bolsas de tela o papel ya que, las bolsas de plástico se acaban desperdigando por nuestro entorno, dando lugar a situaciones como las islas de basura, además, suponen una mejora económica, ya que ahorraríamos usando nuestras propias bolsas en lugar de tener que comprar las del supermercado. Llevando pilas y otros aparatos electrónicos a contenedores específicos para su posterior reciclaje. Reutilizar en la medida de lo posible productos como el aceite.