EDUCACIÓN, COMUNICACIÓN Y LENGUAJE EN EL SIGLO XXI
Enviado por Sandra75 • 16 de Noviembre de 2018 • 2.151 Palabras (9 Páginas) • 406 Visitas
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de Dios) fue en su época tardía y a comienzos del renacimiento en donde alcanzaron su auge. Las características otorgadas a la infancia fueron de maleabilidad y flaqueza de juicio, entre otras, que requerían de un adiestramiento (Cuadernos CAUM, 2004). Con esto la formación del espíritu mediante el modelamiento físico e intelectual, presente en la paideia griega, se estableció como fundamento pedagógico moderno (Locke, 1986).
El concepto de infancia ha evolucionado desde ese entonces, en especial con la llegada de la era industrial que hizo visible los problemas de la falta de educación y socialización de los niños. Esto tiene dos caras, sin embargo. Por una parte la creación de escuelas públicas y la inversión social contribuyó a mejorar la calidad de vida de las clases menos favorecidas; por otro lado, el interés por la formación técnica y el manejo de maquinaria, partes fundamentales del sistema capitalista actual, dieron lugar a la influencia de la economía sobre la educación.
En la actualidad, éste es el caso en gran parte, pues una de las entidades que lidera la financiación y determinación de los planes de estudio, quien al afirmar que “ningún gobierno que se haya propuesto seriamente lograr la Educación para Todos se verá frustrado en su empeño por falta de recursos” (Buchert, 2002) también determina el enfoque, mediante influencia, que la educación debe adoptar. Frente a esto, la educación debe adoptar un carácter ya no solo humanizante sino concientizador y emancipador.
estableció que esta enseñanza memorística de contenido responde a una necesidad de instrucción que en realidad es de poca utilidad. La enseñanza, por el contrario, se teoriza como la creación de estructuras mentales que posibiliten el aprendizaje autónomo de cada estudiante al entrar en contacto con el objeto de conocimiento (Locke, 1986).
Esta ruptura da lugar a la relevancia y enfoque sobre la infancia como receptora de los intereses civilizatorios, que si bien tuvieron origen durante la edad media (bajo el fundamento de la formación correcta de acuerdo a las costumbres y credos; el pueblo de Dios) fue en su época tardía y a comienzos del renacimiento en donde alcanzaron su auge. Las características otorgadas a la infancia fueron de maleabilidad y flaqueza de juicio, entre otras, que requerían de un adiestramiento (Cuadernos CAUM, 2004). Con esto la formación del espíritu mediante el modelamiento físico e intelectual, presente en la paideia griega, se estableció como fundamento pedagógico moderno (Locke, 1986).
El concepto de infancia ha evolucionado desde ese entonces, en especial con la llegada de la era industrial que hizo visible los problemas de la falta de educación y socialización de los niños. Esto tiene dos caras, sin embargo. Por una parte la creación de escuelas públicas y la inversión social contribuyó a mejorar la calidad de vida de las clases menos favorecidas; por otro lado, el interés por la formación técnica y el manejo de maquinaria, partes fundamentales del sistema capitalista actual, dieron lugar a la influencia de la economía sobre la educación.
En la actualidad, éste es el caso en gran parte, pues una de las entidades que lidera la financiación y determinación de los planes de estudio, quien al afirmar que “ningún gobierno que se haya propuesto seriamente lograr la Educación para Todos se verá frustrado en su empeño por falta de recursos” (Buchert, 2002) también determina el enfoque, mediante influencia, que la educación debe adoptar. Frente a esto, la educación debe adoptar un carácter ya no solo humanizante sino concientizador y emancipador.
Perspectivas modernas de la educación
Bajo las nuevas visiones europeas de la alteridad, la otredad, el relativismo, el sistema-muno, entre otras, puede comprenderse el concepto de pedagogía como un concepto local a cada contexto específico, por cuanto es necesario establecer las relaciones entre el sujeto y su entorno externo inmediato, y conducir su aprendizaje de acuerdo a dichas relaciones posibles. No es lo mismo, entonces, definir el concepto de pedagogía entre dos culturas diametralmente opuestas con cosmovisiones distintas, mas sí es posible hacer una declaración de principios generales. Podría decirse que la función (el para qué) de la pedagogía consiste en construir mediaciones entre el sujeto y lo externo con el fin de generar dos tipos de conocimiento: la convivencia con el otro u otros sujeto(s), y el estructural, consistente en la creación de diversas perspectivas respecto a lo estudiado. En segundo lugar, la justificación (el por qué) subyace en 1) la preservación de creencias o sistemas culturales, 2) el adiestramiento en disciplinas de supervivencia, y 3) el interés por indagar los misterios del universo. Y por último, el método (el cómo) consiste en la aplicación contextual de lo anterior planteado; es decir, en el asumir una visión ecléctica del conocimiento y la enseñanza, que dé la posibilidad de aplicar métodos diversos según sea conveniente.
Esto último lleva a pensar en el concepto de didáctica. En la actualidad se ha asumido a la didáctica como una serie de actividades diseñadas para acompañar el aprendizaje y hacerlo más ameno para el estudiante. Al menos, esa parece ser la definición que en el aula se le ha dado al concepto de didáctica. Más allá de ello, la didáctica constituye una parte fundamental de la pedagogía, por cuanto incluye las maneras de instrucción y por tanto los métodos de enseñanza.
Así, la didáctica podría definirse como las diversas aproximaciones entre sujetos con un fin común de aprendizaje. Ello podría dar lugar a varios factores: interacción, mediación, interpretación, localización y proxemia. En primer lugar, la interacción consiste en establecer una relación de reciprocidad y retroalimentación con el contexto o el objeto de conocimiento, que da lugar a la interpretación. La interacción requiere entonces de múltiples acciones, cada una vista como la transformación del entorno por parte de un sujeto. Ello da lugar a la interpretación, que puede ser entendida como la perspectiva posible de lo externo. Así, la labor de la didáctica consiste en determinar la existencia de los sujetos, del entorno y del maestro, al igual que sus relaciones, para guiar un proceso de aprendizaje adecuado. Entonces, en tercer lugar, posiciona al maestro como un mediador; como un tercero que influencia determinadas acciones o procesos. A su vez, el papel de su mediación puede construir o limitar los sentidos que la acción y la interacción, por medio de la interpretación, pueden darse.
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