EMILIO O DE LA EDUCACION su infancia y adolescencia

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de ella, y quien menos ha vivido, menor esperanza de vivir puede tener. La mitad y cuando más, de los niños que nacen, llegan a la adolescencia, y tal vez no alcance el alumno la edad mental de un hombre.

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Por el contrario, cuanto más inmediato a su natural condición se ha quedado el hombre, menor es la diferencia de sus facultades y deseos, y por consiguiente esta menos distante de ser feliz. Nunca es menos miserable que cuando parece privado de todo porque no se cifra la miseria en la privación de las cosas, sino en la carencia que se llegue a sentir de ellas.

Respetar la infancia y no darle prisa al crecimiento, ni a juzgarla ni de bien ni de mala manera, se debe de dejar que se anuncie, se aprueben y confirmen a largo tiempo las decisiones que van a ir tomando. Se debe de dejar que la naturaleza haga su parte e interfiera como se quiera dentro de la vida de la persona. Apoyar en toma de decisiones y las consecuencias y beneficios que se van a ir teniendo con el paso de los años en la vida futura.

La causa de la perdida de los niños es aparente facilidad de aprender de la vida, aunque muchas de las veces no se vean la facilidad, es una prueba de que muchas de las veces nada aprenden.

Muchas de las veces el aprendizaje es de memoria, o de raciocinio, ambas facultades son esenciales y distintas, no obstante, no se llegan a desenvolver verdaderamente la una sin la otra.

Antes de la edad de la razón no recibe el niño ideas, sino imágenes y a medida la diferencia de unas a otras, de que las imágenes no son más que pinturas absolutas de los objetos sensibles; las ideas, nociones de los objetos determinados por sus decisiones y relaciones.

Se debe de dejar en libertad, mirar las actividades que hace sin reclamos o regaños, se debe de dejar que el niño experimente, se debe de contemplar lo que haga y del modo que lo hace. No es necesario convencerse de que es libre, nunca se debe de sobreproteger y solo por hacer acto de potencia en el mismo.

En esta etapa el niño va llegando a una madurez de la infancia, ha vivido vida de niño, ha logrado una plenitud respecto a su edad. El mayor inconveniente de esta primera educación es que solo lo llegan a apreciar los hombres que son sagaces y

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que un niño educado con tanto esmero seria reputado por un tunante a los ojos del vulgo.

Tercer libro

En este apartado nos habla sobre la adolescencia, la edad en donde las personas tienen cambios emocionales, físicos, los cuales nos hacen tener cambios radicales de humor que muchas de las veces nos involucra en problemas y se deben de aprender a resolverlos.

Es una época de flaqueza, hay un punto durante esta primera etapa de la edad en que habiendo dejado atrás el progreso de las necesidades al de las fuerzas, aunque el animal que cree es débil todavía en un sentido absoluto, es fuerte en el relativo.

A los doce o trece años se desenvuelve con mucha prontitud las fuerzas del niño que sus necesidades, aun no se hacen sentir de él la más violenta y terrible de las cosas.

Un intervalo en el que un individuo puede más de lo que desea, si bien no es la época de su mayor fuerza absoluta, es como se ha dicho, la de una fuerza relativa. La inteligencia humana tiene límites y no solo un hombre no puede saberlo todo, sino que ni siquiera puede saber aquello poco que sabes de las demás personas. Puesto que toda proporción contradictoria de una falsa o verdadera, inagotable es el número de las verdades como el de los errores.

Libro cuarto

En el cuarto libro se habla sobre la madurez y la edad adulta, el cómo se manejan las emociones y toma de decisiones en los diferentes ámbitos en los que estamos envueltos, ya sean laborales o educativos aun.

Este es conocido como el segundo nacimiento, de aquí nace la verdad del hombre a la vida, y nada humano es ajeno de él. Hasta aquí nuestros afanes no han sido otra cosa que juegos de niños, ahora es cuando se adquiere una mayor importancia hacia cosas de crecimiento laboral.

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Esta época, es en la que se concluyen las educaciones ordinarias, es propiamente aquella en que ha de empezar la nuestra; mas exponer bien este nuevo plan, tomemos desde antes el estado de las cosas que tienen relación con él.

Las pasiones son los principales instrumentos de nuestra conservación, luego tan vana como ridícula empresa es intentar destruirlas, que es censurar la naturaleza y querer formar la obra de dios.

La fuente de nuestras pasiones, el origen y principio de todas las demás, la única con la que nace el hombre, y mientras vive nunca la abandona, es el amor por sí mismo. La pasión primitiva, innata, anterior a las demás, y en este como en todas, si queremos, son totalmente naturales.

Existe en el libro un apartado que el titulado “la primera, la segunda y tercera máxima”, se habla sobre cómo se sustituye en lugar del rico o del potentado con quien estrecha una relación, y aun cuando es sincera esta intimidad, no hace otra cosa que apropiarse parte de su bienestar. Ya que algunas veces el ser amado es aquel que no lleva a la desgracia; pero mientras esta es una prioridad no tiene otro amigo verdadero que y con quien, sin dejarse llevar por las apariencias, no obstante su prosperidad, más le complace que la envidia.

Así como hay una edad idónea para el estudio de las ciencias, hay otra para escoger un estilo al mundo. El que aprende de un estilo desde muy joven, le siguen durante toda su vida sin reflexión ni discernimiento, y aunque con mucha presunción, sin saber nunca lo que se hace.

Quinto libro

En esta y última parte del libro, se habla sobre el matrimonio y la madurez que se ha alcanzado a lo largo de la vida, habla sobre el amor y cómo y con quien queremos compartir vida diaria.

En cuanto con el sexo no se tiene una conexión, siempre se encuentran relaciones entre la mujer y el hombre, y siempre diferencias; y proviene la dificultad de compararlos de la de determinar, en la constitución de uno y otro, lo que es propio

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o no es propio del sexo. Por la anatomía comparada y también meramente por lo que está de manifiesto, se encuentran diferencias generales entre ellos que al parecer no están conectadas con el sexo; lo están, sin embargo, más por vínculos que no nos es dado distinguir.

Lo estrecho de las obligaciones relativas de ambos sexos no es, ni se puede ser la misma, y cuando en esta parte se llega a quejar las mujeres por alguna desigualdad que han establecido los hombres. Esta desigualdad no es una