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El Juego - Nelken

Enviado por   •  28 de Diciembre de 2018  •  3.585 Palabras (15 Páginas)  •  291 Visitas

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Es justamente en esta zona de superposición que Winnicott señala la posibilidad de introducir enriquecimientos. El jugar por si solo es terapéutico ya que parte de la idea de que el “juego es una psicoterapia de aplicación inmediata y universal”. Sigue diciendo: “el juego, es una experiencia siempre creadora, y es una experiencia en el continuo espacio-tiempo, una forma de vida básica”. Es decir que el juego y sobre todo su calidad, y el jugar más específicamente, tienen una significación principalísima en el desarrollo del infante y en la consecución del sentimiento de ser.

El Dr. José Valeros, dice que en la literatura psicoanalítica en general, se da al juego un sentido funcional equivalente a: 1) descarga instintiva, 2) externalización de una fantasía inconciente, 3) expresión de una situación de angustia, 4) equivalente masturbatorio, 5) conducta de comunicación. Estas acepciones no parecen alcanzar a lo que llamamos conductas creativas, o el juego creativo, cuyo hecho psicológico central, es justamente la creatividad.

Jugar sin ninguna interrupción al juego mismo, es estar vivo y activo. Es en este sentido que el juego es universal y corresponde a los estados sanos de la persona. Esto por si solo elude cualquier necesidad de definición que intentemos darle a la palabra juego. Un niño que pueda jugar estará desarrollando sus iniciativas, sus gustos personales y sus propias destrezas para la actividad. Como reafirma el Dr. Valeros, el niño logra prioritariamente desarrollar su personalidad en el área del juego y además despliega sus sentidos personales. Esto significa la posibilidad de que el niño se contacte con su realidad, con su entorno, de una manera absolutamente única, íntima y privada. Es de esta manera que el niño pone el sello personal a su propia existencia, y el juego le proporciona en gran medida poder hacerlo. La concepción del juego como una actividad creadora del yo aporta la comprensión del jugar como expresión de un buen desarrollo, como diría Winnicott, del área transicional. Es así que Winnicott interesado más en el jugar del niño o del adulto que en el contenido del juego, enfatiza la manera en que el individuo usa el jugar para procesar sus propias experiencias, y al mismo tiempo para comunicarse.

Un aspecto relevante del juego es la interacción entre la fantasía inconciente que participa en la motivación para jugar y como se articula esa fantasía con la percepción y el manejo del material de juego. A esto, Winnicott llamó fenómenos transicionales ya que no son ni puramente subjetivos ni puramente materiales (materiales en el sentido de que en toda creatividad hay siempre una realización en el campo material) (siempre se juega creativamente con un material, porque lo creativo es lo que le sucede al material). Está claro que el poder jugar, en la teoría Winnicottiana, es un logro del desarrollo emocional. La persona que juega, niño o adulto, tiende un puente entre su realidad interna y la realidad que lo rodea, a través del espacio transicional. Por eso es sinónimo de vida creativa y constituye la matriz de la experiencia de la propia persona, del propio self, a través de la vida.

Cuando M. Klein introduce la teoría del juego para utilizarlo terapéuticamente, Winnicott parte de la base de que el chico expresa sus conflictos a través del juego. Winnicott dice que lo esencial del jugar, no del juego, es desarrollar una actividad creadora, que sea una expresión del verdadero si mismo. Pero es cierto que cuando el juego se erotiza o se agresiviza, el conflicto impregna el juego. Corresponde a la persona que acompaña la experiencia, sea la madre o analista, restablecer las condiciones necesarias para poder continuar o eventualmente poder comenzar la actividad.

Pero el juego no se reduce al conflicto, no es algo que yo hago simplemente para elaborar un conflicto y a partir del conflicto. Ni es una forma regresiva de enfrentarme con la realidad. Puede ser de acuerdo al uso que yo le de al juego. Pero el jugar es otra cosa. El jugar me expresa de alguna manera a mi. Esto ya lo destacó Marion Milner. Yo puedo hacer uso defensivo del juego o no. Defensivo significa usar el juego como protector contra la realidad, o el uso del juego como expresión de situaciones conflictivas desplazadas. El juego y el jugar pueden cumplir esa función en determinado momento. Pero eso no es lo esencial del jugar. Lo esencial es la creatividad, y con ir hallándose, encontrándose a uno mismo. La concepción del juego como una actividad creadora del yo, aporta la comprensión del jugar como expresión de un buen desarrollo del área intermedia, tal cual lo expresé anteriormente.

Melanie Klein hizo hincapié en la fantasía masturbatoria que subyace al juego, y por eso es que se tiende a pensar en la excitación física relacionada con el juego. Winnicott insiste en que el juego debe ser estudiado por si mismo, independientemente del concepto de sublimación del instinto. Por eso es que insiste en que si aparece una excitación física el juego se detiene. Si el compromiso instintivo es muy grande el juego se arruina.

Correlato teórico:

En el comienzo de la vida el niño y el objeto es todo uno. Todo lo que el niño piensa, es. Estamos en la etapa de la omnipotencia mágica. La madre, lo que hace para sostener la situación, es presentar el objeto para que el niño lo pueda encontrar. Esta es una de las mentadas paradojas de Winnicott, quien pide que se la deje como tal, que no se la resuelva. Es el período de ilusión. No hay realidad exterior reconocida, y esto debe ser así, por lo menos al principio. A medida que el niño se va desarrollando, el objeto puede ser repudiado, reaceptado y percibido en forma objetiva. Todo esto se puede hacer a condición de que exista una madre, o figura materna, que esté dispuesta a participar de todo esto, y por el tiempo que el niño lo necesite. Es así que el niño empieza a gozar de experiencias que se entrelazan y se basan en la omnipotencia mágica, es decir, los procesos intrapsíquicos se entrelazan con la realidad externa de una forma particular para ese niño en esa situación. La confianza que le genera la madre o persona que sostiene esa situación es la que propicia el campo de juego. Ese es el espacio potencial que se genera entre un hijo y una madre, y lo que se generará entre un paciente y su analista, sea niño o adulto. Es en este campo donde pueden y quizá deban ocurrir cosas que en la realidad externa no ocurren. Porque el juego es eso, un área intermedia de experiencia, un área de virtualidad. Es la virtualidad, pienso, lo que le confiere a la persona que juega, niño o adulto, mayor confianza y mayor posibilidad para dar rienda suelta a la creación dentro del

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