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El Tunel (teatral)

Enviado por   •  29 de Agosto de 2018  •  3.523 Palabras (15 Páginas)  •  386 Visitas

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No obstante ella se dio vuelta con sencillez y me respondió afirmativamente, pero al mirarme se sonrojo tan intensamente que comprendí que me había reconocido, me emocione tanto que solo dije “ la ventanita” ella se volvió bruscamente y echo a correr, al cabo de un instante, de sorpresa corrí tras ella, hasta que comprendí lo ridículo que era todo.

V

No entendía nada, cuando me pongo nervioso las ideas se me suceden como un vertiginoso Ballet, no por eso deje de ordenar y clasificar las ideas, o ella entro en el edificio para hacer una gestión, o trabaja ahí.

Al otro día temprano estaba ya parado frente al edificio de la compañía T.

Entraron todos los empleados pero ella no apareció.

Bien, era evidente que no trabajaba en ese lugar... auque restaba la posibilidad de que hubiese enfermado, y no fuese a trabajar por varios días. Quedaba además la posibilidad de la gestión, así que decidí esperarla toda la mañana.

Había perdido toda esperanza cuando la vi salir de la boca del subterráneo, terriblemente agitado corrí a su encuentro. Estaba dispuesto a todo, cuando ella me vio se paralizo como una roca. La tome del brazo casi con brutalidad y la arrastre por la calle San Martín hasta la plaza, la senté en un banco, la mire y le dije “ Quiero que nunca mas se valla de mi lado, la necesito, la necesito mucho...”

Ella respondió con timidez “Pero yo no soy nadie, usted es un gran pintor...”

“¡ Eso no me importa, le digo que la necesito!”.

Esta vez mirándome a los ojos pregunto “¿Para que?”

" No sé todavía, todavía no lo sé” le respondí.

Después hablamos de la ventanita y yo pedí volver a verla.

Ahora que todo paso, hay una frase de ella que me retumba en la cabeza, “no se para que quiere verme, hago mal a todos los que se me acercan”

Trémulo, sibM, día tónica disonante re,

VI

Al otro día, ella se fue a una estancia y me dejo una carta que fui a buscar inmediatamente a su casa, después que hable con la mucama.

Cuando llegue, un hombre esperaba en la biblioteca, aunque tenia los ojos abiertos me di cuenta que era ciego. Me pregunte que clase de vinculación había entre el ciego y Maria, al responder mi saludo, el ciego dijo orgulloso “Soy esposo de María y le dejo esta carta a usted”–

Yo también pienso en usted, María. Pita

Imaginen mi desconcierto una fuerte angustia de dolor y de odio se apodero de mi corazón. Que era esa situación creada por ella, hacerme sentir un monstruo frente al pobre ciego y, por otro lado, darme la oportunidad de creer de que algo podría suceder entre nosotros.

VII

Amaba desesperadamente a María y no obstante la palabra amor no se había pronunciado entre nosotros. A medida que pasaron los días, creció en mi una especie de locura en una carta que le mande. “Te quiero María, te quiero, te quiero.”

A los días recibí por fin una respuesta “Tengo miedo de hacerte mucho mal”

desesperado respondí con una segunda carta:

“No me importa lo que puedas hacerme, sino pudiera amarte moriría”.

Ella volvió y durante un mes vimos y amamos casi todos los días en mi taller. No quiero rememorar en detalles lo que sucedió en ese tiempo, ala vez maravilloso, y terrible. Hubo demasiadas cosas tristes para que desee rehacerlas en el recuerdo.

VIII

En una visita ala estancia del ciego, conocí al señor Hunter (primo del ciego). Lo que mas me extraño era que esa casa era visitada por María cuando quería estar sola, y nunca me había hablado del señor Hunter, este me trataba con cierta ironía y simpatía exagerada. Mi sentido de desconfianza atolondrado me hizo tropezar con ideas horribles.

Naturalmente puesto que se había casado con el ciego, era lógico que alguna vez debió sentir algo por ese hombre. Debo decir que a este problema debíamos llamarlo “EL PROBLEMA CIEGO” fue uno de los que mas me obsesiono.

¿Pero a quien amaba María? ¿Al ciego? ¿A Hunter? o bien seria posible que amara a algunas de las sombras oscuras que la rodeaban y ella se empecinaba en ocultar. Pero también era posible que no amara a nadie.

Al otro día regrese de la estancia y decidí escribirle una carta a María primero escribí que deseaba darle una explicación por mi fuga, tache fuga y puse ida, que agradecía mucho el interés que ella había mostrado “por mi”, tache por mi y puse “por mi persona”, que comprendía que ella era una mujer bondadosa, llena de buenos sentimientos, a pesar, de que, como ella misma me habia hecha saber, a veces prevalecían los “bajas pasiones”. Le dije que apreciaba en su justo valor el asunto de la salida de un barco o el asistir sin hablar a un crepúsculo en un parque pero que, como ella podia imaginar (tache “imaginar” y puse “calcular”), no era suficiente para mantener o probar un amor: seguía sin comprender como era posible que una mujer como ella fuera capaz de decir palabras de amor a su marido y a mí, al mismo tiempo que se acostaba con Hunter (tache “Hunter” y puse “el señor Hunter”, la combinación de la palabra “acostarse” con un repentino respeto formal por ese individuo me pareció muy eficaz). Con el agravante-agregue- de que también se acostaba con el marido y conmigo: terminaba diciendo que, como ella podría darse cuenta, esa clase de actitudes daba mucho que pensar, etc.

Releí la carta y me pareció que, con los cambios efectuados quedaba lo suficientemente hiriente,

Fui al correo central y la despache certificada.

Pero al salir del correo me di cuenta de dos cosas: No habia puesto en la carta or que habia inferido que ella era amante de Hunter, y no sabia que me proponia al herirla tan despiadadamente: ¿acaso hacerla cambiar de manera de ser?.

Reflexione, sin embargo, en el fondo de mi alma solo ansiaba que María volviese a mi.

Una

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