El azar vengador

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Pero, por “el azar vengador”, Roger se encuentra con una amiga de Joan Beresford que le sorprende al decirle que ésta se causó su propia muerte al hacer trampas con la apuesta, algo incompatible con su carácter. Con esa pista, coge fotos de los sospechosos de casa de la señora Verreker y sigue haciendo indagaciones en varios sitios mostrando las fotos para saber quién estuvo dónde e hizo qué. Así consigue reunir las pruebas que condenan a Beresford y tumbar su coartada. Explicándole al inspector Moresby cómo llegó a esas conclusiones y que Beresford mató a su mujer porque sus empresas estaban en quiebra y necesitaba su dinero.

VALORACIÓN PERSONAL

El principal tema es la investigación que lleva a cabo Roger Sheringham al producirse el asesinato de Joan Beresford, que al principio parece un caso complicado de los que quedaría por resolver, porque no está claro quién era el destinatario del veneno de los bombones o si tenía una razón o era el fruto del pensamiento de un demente. El destinatario era Sir William, pero quien muere es Joan Beresford. Y como siempre lo que se investiga es quién podría salir beneficiado del asesinato.

Mi parte favorita es cuando Roger descubre el plan que Beresford había maquinado para deshacerse de su esposa, ya que lo hace por “obra de la suerte” cuando se encuentra con la señora Verreker y le dice que Joan Beresford fue la culpable de su propia muerte, y que ella pensaba que era seria y con un gran concepto del honor, pero luego le había hecho trampas a su marido, al hacer la apuesta conociendo de antemano la solución. Me gusta porque parece un caso de “mala suerte” y, en realidad, ha sido un asesinato planeado, de alguien que intentó no dejar nada al azar y fue el azar el que lo descubrió.

Después de haber leído a Sir Conan Doyle, este relato me parece una copia “descarada”, pues es muy parecido tanto en el modo de buscar las pistas, como que el lector no sepa claramente lo que ha sucedido hasta que al final, cuando nos muestra la solución y las pistas que teníamos delante de nuestras propias narices y que no habíamos sabido descifrar. Roger Sheringham actúa como lo haría Sherlock Holmes.