Ensayo: “El canon-herramienta: una polémica actual”

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la cátedra, y sumando a esto mi experiencia como alumna, he llegado a formular la hipótesis de que una persona no es propietaria de un único canon, sino que en su imaginario confluyen una serie de los mismos: aquel que es el dictaminado por la llamada “cultura oficial”, aquel que nos corresponde como humanos del silgo XXI, aquel que nos es propio como portadores de una nacionalidad identitaria, y, entre otros, nuestro “canon personal” moldeado de acuerdo a nuestra sensibilidad frente a determinados autores.

He visto como, a la hora de establecer esta especie de “canon-herramienta” del cual hablamos, predomina uno u otro canon: profesores tradicionalistas que consideran que no podemos dejar de aprender de las grandezas universales como Cervantes, Shakespeare o inclusive agobiar a los alumnos que poco entienden del proclamado esplendor del Mío Cid; o quien cree que es de relativa importancia que los alumnos adquieran el material que tan gentilmente nos ofrecen las editoriales de turno en sus prácticas ediciones simplificadas y empobrecidas para que todos podamos entenderlas. Los hay nacionalistas, que intentan hacer más lugar que el que corresponde al último año de la educación secundaria para la literatura argentina y nos presentan a Marechal, Casona o Arlt, y así también, nunca falta el entusiasta que no puede disimular su vehemente amor y preferencia por un Cortazar, Dante o Quevedo.

Me parece entonces que es necesario a la hora de elegir el canon con el cual pretendemos formar a nuestros alumnos, tener en cuenta estos diversos enfoques, como así también ser concientes de la importancia de nutrirlos con una cuota de identidad nacional, proponiendo lecturas que no desatiendan ni el valor estético, como así tampoco lo didáctico-moralizante (que nunca está de más), promoviendo siempre el juicio crítico y la reflexión, para que la tradición no sea solamente una imposición generacional que no podemos desconocer, si no que esta haga valer su propio peso demostrando a los alumnos porque ellos son parte del canon y no otros.

Revaloricemos la noción de canon, para que deje de ser “un mal necesario” y pueda ponerse al servicio de nuestros ideales pedagógicos sin resentir las libertades de pensamiento, gusto y opinión de los alumnos.

Constanza Correa Lust