Estamos haciendo este estudio, bajo la forma de video, titulado “dentro de la iglesia pero no salvos”. Vamos a hacernos la siguiente pregunta: estar dentro de la iglesia
Enviado por Jillian • 3 de Diciembre de 2018 • 3.328 Palabras (14 Páginas) • 477 Visitas
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La fe es el “boleto de entrada” a la gracia, que es la causa de la salvación:
Romanos, 5:2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Pedro y Santiago hablan el mismo lenguaje de Pablo en el concilio celebrado en Jerusalén (Hechos, 15):
(Pedro) Hechos, 15:10 Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? 15:11 Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos [que los gentiles].
(Santiago) Hechos, 15:24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley,
Este es el Evangelio de gracia que predico Pablo:
Gálatas, 2:21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.
En este versículo puede resumirse toda la “doctrina de la salvación por gracia”. Pablo declara que si por nuestras obras (la ley) fuese nuestra salvación (justicia) por demás murió Cristo (Cristo murió en vano).
¿Para que murió Cristo de una forma tan horrible?. ¿No hubiese sido más fácil – y menos doloroso – que Dios igualmente nos hubiese dado su Evangelio y, el creía, era salvo y, el que no, condenado?. Si, en parte, somos artífices de nuestra propia salvación ¿para qué paso Cristo por la cruz?.
Este el gran tema de la Epístola a los Gálatas: las salvación por obras vs. la salvación por fe. No se pierdan el detalle de lo que Pablo les dice a los Gálatas (y también a nosotros) en los siguientes pasajes:
Gálatas, 3:2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? 3:3 ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? 3:4 ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. 3:5 Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?
Los que, aun reconociendo la obra de Cristo en la cruz, dicen que “para ser salvos hay que obedecer”, olvidan que el Espíritu Santo no viene sobre nosotros por nuestras obras. El Espíritu Santo y la salvación se reciben por fe. Recién ahí, al morar en nosotros el Espíritu Santo, podemos dar frutos como cristianos. La obediencia (entre otras obras) es fruto de la salvación y no su causa. No somos salvos por obedecer sino que podemos obedecer porque somos salvos. Obedecemos a Dios porque tenemos al Espíritu Santo, al cual recibimos previamente por fe y no al revés.
Sin embargo, hay muchos que insisten en querer “participar de su salvación con sus obras”, negando la eficacia de la obra de Cristo en la cruz y, por ende, la doctrina de la gracia. Hay palabra para ellos y nuevamente es del Señor Jesucristo:
Mateo, 7:22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 7:23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
Estas personas a las que les habla Jesucristo aparentemente son cristianas.
Ellos le dicen al Señor, en tu nombre:
[a] profetizamos, es decir, tienen el “don de profecía” (1 Corintios, 12:10);
[b] echamos fuera demonios, es decir, tiene el “ministerio de liberación” (Marcos, 16:17); e
[c] hicimos muchos milagros, es decir, “tienen el don de milagros y sanidades” (1 Corintios, 12:9-10);
Es decir, son personas que aparentemente son cristianas, actúan dentro de la iglesia y tienen dones y ministerios. Casi “cristianos modelos”. Pero Jesucristo los echa.
¿Por qué los estará echando el Señor?. ¿Acaso no vio todo lo que ellos hicieron?.
Juan, 6:35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 6:36 Más os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. 6:37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.
Ellos no dicen “Señor, hemos creído en ti, no nos eches”. Ellos dicen “Señor, hemos hechos tales y tales cosas, en tu nombre”. Ellos pusieron el énfasis en sus obras y seguramente también pretendieron llevarse el crédito por esas obras, no glorificando a Dios.
En mi peregrinar, fundamentalmente por internet, intentando comprender y estudiar la Palabra de Dios, viendo videos de predicas y leyendo estudios bíblicos de diversos siervos de Dios, me he dado cuenta de dos cosas:
[1] Satanás siempre intenta, por todos los medios, impedir que Dios sea glorificado, es decir, que reciba la gloria que merece; cuando pensamos que participamos en nuestra salvación con nuestras obras, estamos limitando la obra de Cristo en la cruz y no le glorificamos en su justa medida;
[2] Dios NO ESTA donde no se puede llevar TODA LA GLORIA, porque El no comparte su gloria con nadie (Isaías, 42:8);
Isaías, 42:8 Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.
LA CIZAÑA
Mateo, 13:24 Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 13:25 pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 13:26 Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. 13:27 Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 13:28 Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? 13:29 Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 13:30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.
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