Historias absurdas que cobran sentido.

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El juzgado era una laguna dentro de las lagunas legales presentadas. Un caso complicado. Un abogado demandaba al doctor de su cliente por haber curado una enfermedad altamente degenerativa que azotaba a su paciente.

Este fue muy claro, -No quiero vivir así. -Esta era su petición. El doctor hiso lo mejor que pudo y, a decir verdad, el trabajo realizado había dejado al paciente sin malestares y mucho mejor de lo que alguien mas pudo haber hecho. Simplemente un trabajo extraordinario.

Sin embargo, el paciente no quería vivir, ahora tenía que soportar las molestias de haber padecido la enfermedad por tanto tiempo, cosa que él, definitivamente no deseaba. El argumento era válido, el doctor había desobedecido. Pero a pesar de esto, la ley no podía penarlo por haberle salvado la vida. Aun así, el abogado no cedía…

Una ponencia agresiva por parte del abogado irritaba al doctor. Argumentos violentos hacían ver al doctor casi como un asesino. El solo se sentía atacado.

Tan rampante fueron las palabras que la corte cambió su curso y el abogado y su cliente vieron al juzgado tornarse hacia ellos. El doctor demandaba al abogado por defender a un inocente. Era absurdo pensaba, pero no era todo. El medico los demandaba por querer y casi forzarlo a ser negligente en su profesión, a hacer lo imperdonable, a romper su juramento. Y eso, eso no es aceptable para alguien cuya meta máxima es preservar y cuidar la vida.

Sinopsis de Edipo Rey

Edipo rey, en la versión sofoclea del mito, presentaba la primera investigación policial de la literatura occidental, con el atractivo de que el detective que pretendía resolver el crimen (Edipo, rey de Tebas) acababa descubriendo que el asesino de Layo, el anterior rey, era él mismo. Y no solo eso, sino que pronto descubriría también que Layo era su padre, y que él se había casado y tenido hijos con su madre. Lo curioso es que todo eso se lo comunicaba Tiresias al comienzo de la obra -"Saldrá a la luz que ha convivido con sus hijos como hermano y padre, el mismo hombre, que de la mujer que le engendró es hijo y esposo, que ha sembrado donde sembró su padre y es su asesino"-, aunque Edipo era incapaz de verlo, porque él, que pudo resolver el enigma de la Esfinge, no conseguía ver la verdad que tenía ante sus ojos. Esa ceguera metafórica se convertirá en literal cuando Edipo se vacíe los ojos al final de la tragedia.