Dinero y moneda son dos conceptos que han existido paralelamente a lo largo de la historia; de hecho, la moneda, en sentido estricto
Enviado por Sara • 11 de Junio de 2018 • 3.079 Palabras (13 Páginas) • 517 Visitas
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En 1982, tras tres años de altas tasas de interés iniciadas por la política deflacionaria norteamericana, México se declaró incapaz de seguir pagando los servicios de su deuda externa y fue seguido por otros 18 países. Los bancos acreedores –que se habían cubierto del riesgo cambiario denominando los créditos en dólares y del riesgo de tasa de interés atándolos a la LIBOR- se habían expuesto de manera muy importante al riesgo de pérdidas, forzando a los países deudores a atarse a tasas de interés extremadamente volátiles. En esta década se instrumentó una nueva forma de acuerdos cambiarios, dentro de los cuales destaca el relativo a mantener los tipos de cambio en los niveles de entonces. Otro gran avance fue la introducción del Sistema Monetario Europeo, con su esquema de tipos de cambio ajustables y bancas cambiarias.
En la década de los noventa le toca el turno a México (1994). La crisis financiera de este país, por su dimensión, fue calificada como la primera crisis del siglo XXI, apuntando ya por aquel entonces la posibilidad de riesgos de crisis sistémicas en el futuro. En esa ocasión fue preciso inyectar del orden de los 40,000 millones de dólares para cubrir los destrozos ocasionados por el llamado “efecto tequila”, que afectó a gran parte de las economías del cono Sur. Como consecuencia, hoy los mexicanos nos enfrentamos al problema del pago del dinero que costó reflotar el sistema bancario.
Pese a los esfuerzos del Fondo Monetario Internacional, la crisis de la deuda transformó profundamente a las instituciones de Bretton Woods, que perdieron su naturaleza de árbitros para pasar a ser agentes de intervención rápida en épocas de crisis. La introducción de créditos de mediano plazo y la supervisión de las políticas domésticas por parte del FMI lo convirtió en una institución de desarrollo.
Las cinco décadas posteriores a la segunda guerra mundial fueron un período excepcional de un gran crecimiento económico cuya clave, según los autores, se encuentra en las instituciones que constituyeron el marco de las decisiones públicas y privadas que favorecieron el crecimiento.
Los autores han concluido que uno de los factores centrales del crecimiento económico fue que el sistema institucional acordado en la conferencia de Bretton Woods era muy flexible para enfrentar cambios inesperados en sus 25 años de existencia, flexibilidad que desapareció tras su colapso en 1973. La fuerza y flexibilidad del sistema derivó de cuatro factores: 1) La capacidad y voluntad de los Estados Unidos de administrar un sistema internacional de premios y castigos; 2) El reducido número de países que tomó parte en las negociaciones y su homogeneidad política y económica; 3) La naturaleza generalmente cerrada de las principales economías y, 4) El éxito de los gobiernos en implementar cambios en la política doméstica.
No obstante que en Bretton Woods el poder de decisión estaba concentrado en los países que privilegiaban la estabilidad cambiaria y la libertad comercial, por lo cual tuvo una gran eficacia, sus instituciones no se adaptaron aceptablemente a las condiciones de la década de los setenta, para la cual no habían sido diseñadas.
En los albores del siglo XX las economías nacionales ya estaban notablemente vinculadas entre sí por medio de los intercambios comerciales y los flujos de capital, con lo cual se había logrado cierta estabilidad en el mercado. No obstante, en la primera mitad de este siglo el panorama se ensombreció por un retroceso hacia posiciones individualistas, la autarquía y los conflictos mundiales. La segunda mitad de este siglo se ha caracterizado por el esfuerzo realizado para recuperar la apertura de los regímenes comerciales de pagos y de capital. Ahora, a finales de siglo, se observa que se ha vuelto a lograr un importante grado de globalización, los mercados financieros están más integrados y la congruencia en la formulación de las políticas son ahora más necesarias. En la actualidad, en lugar del patrón oro se piensa en un patrón basado en las políticas que inspire confianza mediante la solidez de las instituciones y las políticas económicas.
No obstante lo anterior, el sistema financiero en general se ha sumido en una inestabilidad mundial, ya sea en Asia, Europa o América, reflejando el resquebrajamiento de las bases en que está sustentado dicho sistema. La globalización económica resultante del desarrollo del capitalismo monopolista trasladó los males endémicos del sistema capitalista mundial a un nivel superior. Esta globalización está controlada principalmente por las potencias imperialistas, que se basan en el control financiero de los mercados nacionales de las economías subyugadas, a través del endeudamiento externo e interno que cada país y cada gobierno tiene con el gran capital financiero internacional. Ahora los bancos ya no son considerados los “centros nerviosos” del capitalismo mundial, han sido sustituidos por el sistema financiero internacional como “centro nervioso” del sistema capitalista internacional, que sigue contando con los principales bancos internacionales como instrumento operativo del poderoso dominio que concentra en sus manos un reducido grupo de financieros que impone sus designios en todos los rincones del planeta. El poder financiero mundial no escapa a las contradicciones del capitalismo ni escapa a sus leyes, por lo mismo, las crisis cíclicas que bajo las nuevas condiciones de globalización se presentan en la economía capitalista, siguen manifestándose afectando las condiciones de vida de millones de personas.
Por estas razones la inestabilidad financiera que se ha presentado últimamente en los principales mercados de valores en el ámbito mundial refleja una crisis que se agrava de manera paulatina que afecta de manera más importante a las economías de los países dependientes.
Sin embargo, algunos autores coinciden en señalar que no debe salvarse al sistema financiero con medidas que a largo plazo repercutan de manera negativa en las economías de los países, por lo cual deben tomarse acciones controladas y programadas, tales como : 1) Los gobiernos no deben tratar de rescatar a nadie que haya invertido en activos ficticios inflados de manera especulativa; 2) Proteger a toda costa el crédito de los gobiernos nacionales; 3) no realizar desahucios en masa o interrupción de las operaciones de producción y distribución de bienes y servicios esenciales; 4) Crear un nuevo modelo de sistema monetario internacional, basado en el sistema Bretton Woods, previendo la necesidad de llenar el vacío creado por la quiebra sin remedio de los sistemas de banca central que existen actualmente en el mundo; 5) Adoptar un programa de recuperación mundial de
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