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La República de Platón

Enviado por   •  13 de Septiembre de 2018  •  13.998 Palabras (56 Páginas)  •  314 Visitas

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Ahora pasa Sócrates a considerar la noción de amigo como tal. ¿Cómo los reconocemos? Si nos equivocamos acabaremos haciendo bien al enemigo y mal al amigo. Polemarco, responde al decir que hacemos bien a los que parecen ser nuestros amigos y que realmente lo son, para Polemarco es muy fácil distinguir amigos de enemigos dado que brota de su apego a la familia y en este sentido, es una lealtad basada en la sangre, en la afiliación de grupo o clan, como organizaciones como la mafia tipo el Padrino.

El pensamiento de Sócrates va más allá de la afiliación de grupo y por tanto obliga a Polemarco a sacrificar sus lealtades, si es que quiere ser consiste con su argumento. Es por eso que Sócrates representa una amenaza para Atenas, porque llega a la conclusión contraria para ellos de que si un hombre quiere ser justo, tiene que ser cosmopolita, es decir que ha viajado mucho a diferentes países, conoce culturas diversas y considera que cualquier parte del mundo es su patria, no un hombre de familia o de clan.

Sócrates termina la discusión con Polemarco negando la segunda parte de la definición. Dice que un hombre justo jamás haría daño, sea a un enemigo o a cualquiera. Para los atenienses esta idea sería ridícula ya que hace imposible la distinción entre amigo y enemigo, distinción sobre la que se rige la dinámica política fundamental. La relación entre entidades políticas se entiende en términos de competencia y venganza. Por eso hacemos bien a los nuestros y mal a los bárbaros porque estamos compitiendo por cosas escasas. Romper esa distinción entre amigos y enemigos tendría sentido sólo en un contexto donde las cosas que uno considera buenas no fueran amenazadas ni escasas. El punto de vista de Sócrates es la filosofía, donde el conocimiento es el mayor bien y el punto de vista de Polemarco es el de la ciudad, donde la propiedad lo es. Entre los que escuchaba la discusión había un hombre de nombre Trasímaco y en este momento alza la voz bastante molesto con Sócrates se refiere al dialogo entre dos personas donde, obedeciendo a reglas lógicas, procuran llegar a un acuerdo común sobre algún tema, Trasímaco en vez de la dialéctica usa la retórica, dando largos discursos sin cuestionamiento para llegar a vencer a su oponente siendo un reflejo de la mentalidad de la Grecia Antigua.

En resumidas cuentas, Sócrates ha concluido hasta ahora que la justicia es un arte que hace bien a su objeto. Pero Trasímaco es un sofista reconocido y Sócrates va a tener que dedicar mucho más tiempo para analizar su definición. Trasímaco dice que la justicia consiste en todo aquello que es ventajoso para el más fuerte. Como se dijo antes al hablar de justicia hablamos de aquella virtud que necesita uno para vivir bien. La pregunta de fondo es cómo vivir bien, y la respuesta de Trasímaco es básicamente el egoísmo, un hombre fuerte sacando provecho de todo para beneficiarse a sí mismo. Siendo el más fuerte, semejante hombre impondría su voluntad sobre un pueblo y sería por tanto el mandatario. Las leyes que establece serían su manera de procurar todo lo que le convenga, lo que sea ventajoso, de modo que la justicia consistiría en obedecerlas.

Para Sócrates, las leyes son resultado de una condición anterior de justicia es decir la reflejan. Para Trasímaco es al revés, la justicia es resultado de las leyes, va en función de los intereses del más fuerte, de modo que la justicia sea un fenómeno puramente político. Para Sócrates hay cierto tipo de conocimiento que uno tiene que emplear para ser justo. Para Trasímaco sólo hay que emplear la fuerza. El más fuerte gana.

Sócrates no niega que los más fuertes sean los que mandan pero cuestiona si los mandatarios tienen que ser egoístas. Esta cuestión de la relación entre conocimiento y poder, de cómo vincular el uno con el otro y nuevamente es por eso que Sócrates constituye una amenaza, porque quiere que el enfoque sobre el poder pase a la razón. Lo que busca es un hombre o un gobierno que sea fuerte pero a la vez fijado en el bien del pueblo. Sócrates empieza su análisis al señalar que los mandatarios a veces se equivocan con respecto a sus intereses. Si estos intereses se reflejan en las leyes y la gente las obedece, pues eso sería desventajoso para el mandatario. ¿Cómo puede sacar provecho si desconoce sus propios intereses? Como siempre, Sócrates pone el énfasis en el conocimiento.

Esto le resulta muy raro a Trasímaco, para él está clarísimo que lo ventajoso consiste en el aumento de riqueza y poder para el mandatario. Nunca pensó en la posibilidad de equivocarse, ¿Cómo responde a Sócrates?

Lo que dice es que el mandatario siempre tiene razón con respecto a lo que le conviene y que si se equivoca entonces no actúa como mandatario. Dice que ningún artista se equivoca, porque no se equivoca en tanto su arte no le abandona, y abandonándole ya no es tal artista. En otras palabras, si el médico hace bien, es médico, y si se equivoca, entonces se equivoca no como médico sino como tonto.

Están dos jóvenes escuchando esta conversación Glaucon y Adiemante. Lo que Trasímaco les ofrece es un arte que al practicarlo les llevará a vivir el mejor tipo de vida. Ahora, volviendo a eso del mandatario y el conocimiento, si el mandatario se definiera simplemente por ser alguien que ocupa un cargo político y no por alguna habilidad particular que le confiera esta capacidad, sería desastroso para la profesión de Trasímaco. Si uno llega a vivir bien por el azar o por conectes o alguna otra suerte de la vida, ¿qué les puede enseñar? Como educador, es preciso que tenga un conocimiento fijo y exacto.

Ahora, al haber establecido la importancia del conocimiento, Sócrates espera mostrar la necesidad de que Trasímaco vaya más allá de la ventaja personal a un bien más universal. Señala que todo arte tiene un objeto propio que beneficia. Si el mandatario practica el arte de gobernar, entonces estrictamente no puede beneficiarse a sí mismo sino a los que gobierna.

Las implicaciones de la definición de Trasímaco han llevado la discusión muy lejos de su intención original y eso obviamente le molesta mucho. Abandona este juego de definiciones y dialéctica y responde diciendo cómo funcionan las cosas en el mundo real. Utiliza la imagen del pastor y sus borregos para ilustrar cómo un poderoso hombre de bien vive. Le pregunta a Sócrates, “¿Consideras que los pastores piensan en el bien de sus rebaños, que los engordan y cuidan con otras miras que las de su interés propio y del de sus señores?”

Obvio que no, dice Trasímaco. De igual manera, los que gobiernan no lo hacen por el bien de los gobernados, para ellos son simplemente un rebaño del que hay que sacar

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