“La literatura es una expresión de la realidad, además de ser eso que se ha dicho muchas veces: una forma de conocimiento.”

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En El tungsteno se manifiesta un propósito o una intencionalidad política evidente que propone la acusación y denuncia sin filtros ante el abuso de la población nativa-aborigen por parte de las grandes empresas imperialistas norteamericanas y la adulación de la clase dominante peruana frente a este, por esta razón se ha categorizado como novela realista y proletaria, donde su estilo de escritura es bastante simple y utiliza un lenguaje natural que está alejado de los ornamentos y que certeramente es poco emperifollado.

De esta manera se puede relacionar la posición de Lukács en ‘Problemas del realismo’ (1966) con las formas y técnicas literarias utilizadas por Vallejo en su novela, ya que para el sociólogo “el realismo no se caracteriza por el uso de determinados recursos formales, no consiste en un determinado "estilo", que se defina por la aplicación de ciertas técnicas o recursos literarios”, este concepto para el crítico se define de forma apropiada como una "intención" o una "actitud" hacia el hombre y el mundo, donde se mantiene la esencia literaria del discurso sin alejarse de la realidad, representando el proceso que mantiene continuamente la humanidad.

Esto indudablemente nos lleva a la creencia de que toda forma artística, especialmente literaria, posee una carga ideológica que nos adentrará en las diversas visiones de los autores permitiéndonos crear dicotomías entre una época y otra, donde podemos divisar el progreso o el estancamiento social en el que podamos encontrarnos y así afirmar que la literatura política-social no debe ser percibida como adoctrinante sino más bien formativa y enriquecedora, ya que no hay mejor manera de conocer la historia de nuestras civilizaciones que leyéndola y sintiéndola a través del dolor y la indignación de los escritores, puesto que la vida es ese vaivén que podemos encontrar en cualquier novela, donde por ejemplo, Vallejo, nos genera un sabor a esperanza al final de su obra, luego de sentir la desesperación de los sectores más oprimidos donde inevitablemente alcanzamos la reflexión y el instinto de lucha al reconocer que la tiranía no ha desaparecido aún hoy, para luego admitir nuestra necesidad de trabajar por el logro de esa comunión humana.

Finalmente, la literatura es eso: la transgresión del orden impuesto por otros para la perpetuación de los estatutos que sólo nos sectorizan, así, ella al romper los paradigmas nos acerca a través de las letras a la aceptación de la diversidad y nos invita a luchar por ella demostrando que la vida se compone de esa variedad, y así lo afirmó Lukács: “la forma de la vida no es más abstracta que la forma de un poema.”