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La tomó fuerte de la cabeza mientras sus labios le reclamaban por el desprecio y el desplante de los último días

Enviado por   •  24 de Abril de 2018  •  1.280 Palabras (6 Páginas)  •  400 Visitas

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Al no recibir respuesta de mi parte se dio la vuelta y empezó a caminar otra vez

-No, por favor espere- se dio la vuelta una vez más- No me conoce, yo tampoco le conozco, mucho gusto y extendí la mano- ella temerosa ante la revelación de que no la conocía dudó en darme la mano y apenas con un movimiento de su muñeca dijo- Hola

Rápidamente le dije- por favor no se asuste, sé que no me conoce ni yo a usted pero sé que podemos conocernos, ¿podría invitarle un café?

-Lo siento, voy de afán

-Si, ha de creer usted que soy un estúpido, invitarle a tomar un café un desconocido a esta hora de la noche… pero le juro que soy de fiar, no tengo mala intención solo deseo conocerla, ¿puedo acompañarla?

-¿a dónde?- No sé, hacia donde usted vaya; voy a tomar el bus- le acompaño

Y caminamos juntos hasta la calle diecinueve, mientras lo hacíamos le conté que era profesor de la Universidad Nacional, dictaba algunas horas en la cátedra de filosofía, no era mucho en realidad pero daba cierto estatus ser docente universitario, ella me dijo que estudiaba antropología ante lo cual sentí cierto alivio para continuar la conversación, contándole que mi hermano era antropólogo y que en éste momento tenía un buen cargo con el museo Nacional.

Al llegar al lugar donde ella tomaba su bus le pedí que nos viéramos al día siguiente, y que me diera su número de teléfono para confirmar una cita, ella lo dudó así que me pidió que le diera mi número, y que ella me llamaría al día siguiente.

Esa noche tardé bastante tiempo en dormir, imaginando cómo sería el encuentro del día siguiente, qué ropa llevaría ella, qué ropa debería ponerme yo, no quería parecer muy informal a su lado, por lo pronto sabía que ella de costumbre estaba elegantemente vestida, no podría ser casualidad que las dos veces que la ví estuviera con tacones y con ese estilo particular de elengancia y seducción, las ropas de mi armario se combinaron de una y otra forma a veces formal, en otras descomplicado, tenis, zapatos, botas, hasta que me fijé que estaba perdiendo el sueño por andar pensando en una estupidez tan grande como qué ropa llevar al siguiente día. Al diablo, si le iba a agradar, le agradaría de cualquier forma, dí la vuelta en la cama, acomodé mi almohada y cerré los ojos esperando caer en los brazos de Morfeo.

Mientras tanto ella imaginaba la aventura que estaba a punto de comenzar, lo llamaría al día siguiente y le aceptaría tomar el café, se deleitaba con saber que había una persona por descubrir, cada cosa que le gustara, qué libros le gustaría leer, qué planes y qué lugares querría visitar, le encantaba cruzar esa parte de la historia en la que los amantes se enamoran se desean, se extrañan, se piensan. Dejaría que las cosas marcharan, esperaría la reacción de sus pensamientos y de su cuerpo.

Al día siguiente se encontraron en un café ubicado en la Candelaria,

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