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Los procesos de transformación en el Bachillerato de la Universidad Autónoma de Sinaloa

Enviado por   •  12 de Junio de 2018  •  6.524 Palabras (27 Páginas)  •  419 Visitas

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En México se optó por implementar un modelo neoliberal acorde a nuestro entorno económico, social y político, que se ve reflejado en los fracasos y las metas que observamos en la actualidad, la meta que no se logra fácilmente. Emprender este camino, en estos momentos, no sólo presenta problemas teóricos o metodológicos; la crisis económica que vive el país hace que resulte difícil garantizar resultados satisfactorios.

En este país, el parteaguas del mejoramiento educativo a nivel superior fue indudablemente los movimientos estudiantiles de 1968, ya que en ese tiempo la educación superior de calidad estaba acaparada por instituciones particulares y las diferencias en cuanto a preparación y oportunidad de trabajo entre los egresados de las universidades públicas y de las privadas era abismal, no por esto quiere decir que la educación superior pública fuese mala, sino que no se tenía acceso a los niveles de financiamiento y a las herramientas de enseñanza que las universidades privadas poseían.

En este sentido, Arnaut y Giorguli (2010) afirman que fue en los noventa que se impulsó una serie de transformaciones en educación basada en la filosofía neoliberal en las que se hizo una reformulación de planes y programas de educación primaria y secundaria; una reforma al artículo tercero, en la que se prolongó la obligatoriedad de 6 a 9 años escolares y se diluyó la responsabilidad estatal en la educación superior.

En consecuencia, en la educación básica también se implementó la Ley General de Educación, con la que se respaldaron los cambios emprendidos con el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica - ANMEB -. De la misma manera, fue obligación del Estado, ofrecer oportunidades educativas y satisfacer las necesidades básicas de todos los que demanden educación. Implantando en 1990 Escuela Digna y el Proyecto de Transformación de la Gestión Escolar.

En 1992 se llevó a cabo la Federalización educativa. Se transfirieron a los gobiernos de los estados las escuelas de educación básica y normal. En esta misma década, se consolidan los programas de Evaluación de la Secretaría de Educación Pública -SEP-, implementándose en el ‘93 el Programa de Carrera Magisterial –PCM- con el fin de estimular a los docentes, con políticas orientadas al mejoramiento de sueldo y formación inicial y continua de los maestros. Las transformaciones en cuestión educativa, como puede apreciarse, estuvieron basadas en la educación básica y secundaria.

Cabe señalar que en la educación básica, a pesar de todas las reformas y de toda la infraestructura que el gobierno ha puesto a disposición de la población, es obvio observar el detrimento educativo de las generaciones de sus egresados, todo en pos de llevar a sus últimas consecuencias el programa neoliberalista a este nivel, sin tomar en cuenta a la educación como un ente orgánico y sin preocuparse por ligar a la educación básica con las instituciones de educación superior, volviendo aún más grande al reto para estas instituciones de transmitir los conocimientos a un alumnado carente de bases suficientes.

Respecto a los niveles superiores, en México se dio una modernización ligándose la evaluación con el financiamiento. De Acuerdo a INEGI (2000), los 5 años anteriores al ciclo 1998/99, la tasa media anual de crecimiento en el alumnado en educación superior registró un 6.5 %, el más alto en comparación con los demás niveles. Sin embargo, el crecimiento de los programas de posgrado ha sido constante, con un importante impulso en los últimos años. De la misma manera, Márquez (1982; citado en Arnaut y Giorguli, 2010) sostiene que la cifra nacional alcanzaba los 200 programas para el año 1970. La UNAM captaba la mayor parte de los programas posgraduales; contaba con 167 programas en este nivel. (Valenti y Flores (2010; citado en Arnaut y Giorguli, 2010).

En México, se ha observado un aumento considerable en las demandas de profesionistas egresados con niveles más altos que la licenciatura, esto debido a las necesidades cambiantes para poder integrarnos como país a una comunidad que día a día se va globalizando, demandando así, una mayor oferta de profesionistas capaces de llevar la par tecnológica para no ver comprometido el crecimiento económico y social en comparación de los demás países. “Esto se da porque la globalización, el neoliberalismo y los organismos internacionales imponen ciertos marcos referenciales para no quedar “fuera de juego”, Gorostiaga, J. y Tello, C. (2011). Es decir, la integración a la comunidad mundial ha servido de acicate a nuestro gobierno para implementar programas y proyectos para aumentar el número de profesionistas con estudios de posgrado. Al respecto, Valenti y otros (2010), sostienen que:

“A finales de esa década el número de investigadores por cada 1000 habitantes en México era de 21, en Argentina de 56, en Estados Unidos de 260 y en la URSS de 527. La relación del gasto en ciencia y tecnología como proporción del PIB en 1971 era de 0.39% y de 0.47% para el año 1980. Desde el inicio de sus operaciones el Conacyt se había planteado llegar al 1% del PIB, meta que aún no se ha conseguido”.

Poco se sabía de los estudios de posgrado, porque la construcción de estos programas apenas iba iniciando, todo estaba concentrado en el centro del país, con problemas en la organización en cuanto a la cantidad de recursos humanos y la poca vinculación con el aparato productivo. Para revertir esta tendencia fue necesaria la descentralización a través de universidades estatales e institutos tecnológicos regionales.

A la par, se da un crecimiento del sistema educativo superior y de los centros de investigación, situación por la cual es necesario ocupar un gran número de profesionales, de los cuales, muchos de ellos no contaban con formación de posgrado, mismos que tuvieron que volcarse de nuevo a las aulas para estudiarlo, al igual que aquellos de reciente ingreso. A lo anterior, Valenti y otros (2010) señalan que:

“De acuerdo con datos de Rollin Kent (1993), en 1970, cerca de 24000 profesores enseñaban en las universidades y la mayoría de ellos no eran profesionistas académicos ni tenían formación de posgrado, y tanto las universidades como el programa de becas se dieron a la tarea de profesionalizar académicamente sus cuadros por medio de los estudios de posgrado. A la vuelta de dos décadas, el sistema educativo superior incorporó otros 75000 profesores”.

Aunado a todo esto y a la descentralización, el gobierno acertadamente condicionó un mayor financiamiento a aquellas instituciones superiores que contaran dentro de su planta magisterial con estudios de posgrado y

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