MANUAL DE CARREÑO CAPITULO IX Y X
Enviado por Sandra75 • 3 de Octubre de 2018 • 5.274 Palabras (22 Páginas) • 412 Visitas
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10. Cuando se escribe a una persona respetable o de etiqueta y siempre que una carta tenga por objeto el tratar sobre una materia de consecuencia, se emplea un pliego de papel llamado comúnmente papel de cartas.
11. La forma interior de una carta está sujeta a las reglas siguientes: 1° al principio del papel y hacia el lado derecho se pone la data o fecha de la carta; 2° en la línea siguiente y hacia el lado izquierdo, se pone el nombre de la persona a quien se escribe, precedido de la palabra señor o señora; 3° en la línea siguiente y precisamente debajo, hacia el lado izquierdo, se pone el nombre del lugar en que aquella se encuentra o la palabra presente, si se halla en la ciudad donde se escribe, 4° dejando una línea en blanco y un espacio más o menos ancho hacia la izquierda se ponen las palabras Muy señor mío, Estimado señor, Mi querido amigo o cualesquiera otras que sean propias de las relaciones que se tengan con la persona a quien se escribe; 5° en la línea siguiente y un tanto hacia a la izquierda del reglón anterior, principiara el contenido de la carta; 6° cuando se escribe a una persona respetable, se deja a todos los reglones del contenidos de la carta un margen hacia la izquierda, más o menos ancho, según el grado de respeto que quiera manifestarse.
12. Las cartas deben ser enviadas en sobres cerrados, a fin que su forma exterior produzca siempre una impresión agradable a la vista.
13. Las cartas deben enviarse siempre en sobres cerrados, siempre que se escriba a una señora o a otra persona cualquiera con quien no se tiene confianza o a quien se debe especial consideración y respeto.
14. Es sobremanera incivil dejar de contestar oportunamente una carta.
15. Es igualmente poco elegante contestar una carta al pie de ella misma, cuando esto no se exige expresamente por la persona que la dirige.
C. REGLAS DIVERSAS
1. Uno de los objetos a que debemos consagrar mayor suma de atención y estudio, es el hacer agradable nuestra persona, no ya por el conocimiento y la práctica de los usos y estilos de la buena sociedad ni por la dulzura de nuestro trato, sino por una noble y elegante exterioridad, por la delicadeza de nuestros movimientos y por la naturalidad y el modesto despojo que aparezcan siempre en nuestro cuerpo, sea cual fuere la actitud en que nos encontremos.
2. Siempre que en sociedad nos hallemos de pie mantengamos el cuerpo recto, sin descansarlo nunca de un lado, especialmente cuando hablemos con alguna persona.
3. Al sentarnos hagámoslo con suavidad y delicadeza, de modo que no caigamos de golpe sobre el asiento. Después de que estemos sentados conservemos una actitud natural y desembarazada, sin en el la cabeza, ni estirar las piernas ni recogerlas demasiado.
4. Solo entre personas que se tratan con confianza, puede ser tolerable el acto de cruzar las piernas.
5. Es extraordinariamente incivil el situarse detrás de una persona que está leyendo, con el objeto de fijar la vista en el mismo libro o papel que ella lee.
6. Son actos enteramente impropios y vulgares: 1° poner un pie sobre la rodilla opuesta; 2° apoyarse en el asiento que ocupa otra persona y aun tocarlo ligeramente con las manos; 3° mover innecesariamente el cuerpo, cuando se está en un piso alto o cuando se ocupa con otros un asiento común, como un sofá, etc, o un lugar cualquiera alrededor de una mesa, de manera que se comunique el movimiento a los demás; 4° extender el brazo por delante de alguna persona o situarse de modo que le de la espalda o hacer cualquier de estas cosas, cuando es imprescindible, sin pedir el debido permiso, 5° fijar detenidamente la vista en una persona; 6° estornudar, sonarse o toser con fuerza, produciendo un ruido desapacible; 7° reír a carcajadas o con frecuencia; 8° llevarse a menudo las manos a la cara, rascarse, hacer sonar las coyunturas de los dedos y jugar con las manos, con una silla o cualquier otro objeto.
7. El acto de bostezar indica infaliblemente sueño o fastidio o bien un hábito que no ha sabido cortarse a tiempo y se toma después erradamente por una necesidad. Cuando no podamos dominar el sueño o no nos sintamos ya animados en el círculo en que nos encontremos, retirémonos inmediatamente sin esperar a que nuestros bostezos vengan a expresarlo, lo cual es siempre desagradable y aun ofensivo a los demás. En cuanto al hábito de bostezar, pensemos que él hace insoportable la compañía de la persona más culta y más amable.
8. No aparezcamos habitualmente en las ventanas que dan a la calle.
Una persona en la ventana manifiesta una pueril o dañada curiosidad y autoriza a sus vecinos para creerse por ella fiscalizados.
9. La ventana es uno de los lugares en que debemos manejarnos con mayor circunspección. En ella no podemos hablar sino en voz baja, ni reírnos sino con suma moderación, ni llamar de ninguna la atención de los que transitan.
10. Saludemos cortésmente a las personas que no conocemos. Especialmente a nuestros amigos cuando son superiores a nosotros, debemos esperar a que ellos autoricen nuestro saludo con una mirada y a que nos extiendan la mano para nosotros darle la nuestra.
11. Cuando nos encontremos cerca de las personas que hablen entre si de una manera secreta, apartémonos cuidadosamente para no percibir ninguna de sus palabras.
12. No nos acerquemos nunca a un lugar donde existan descubiertas prendas o dinero. Una persona de elevados principios no debe, es verdad, hacerse la injuria de admitir como posible que se le atribuya jamás una acción torpe, más el que echa de menos una cosa de su propiedad, necesita poseer principios igualmente elevados, para apartar de si una sospecha indigna y así la prudencia nos aconseja ponernos en todos los casos fuera dl alcance aun de la más infundada y extravagante imputación.
13. Tengamos como una regla general el servimos por nosotros mismo en todo aquello en que no necesitemos imprescindiblemente del auxilio del servicio doméstico o de las demás personas con quienes vivimos; n olvidemos que la delicadeza nos prohíbe especialmente ocurrir a ajenas manos, para practicar cualquier de las operaciones necesarias al aseo de nuestra persona.
14. Siempre que hayamos de nombrarnos a nosotros al mismo tiempo que a otras personas, coloquémonos en último lugar y tengamos, además, el cuidado de anteponer en todas ocasiones el nombre de la
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