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Monografía Argentina.

Enviado por   •  14 de Junio de 2018  •  2.820 Palabras (12 Páginas)  •  399 Visitas

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Lo fantástico en Borges

A partir de esta configuración, veremos qué camino tomó Borges para desarrollar su fantástico, particularmente en los cuentos de Ficciones.

En “Estructura y significación en Ficciones, de Jorge Luis Borges”, Noé Jitrik expresa que lo explícito de sus cuentos es la búsqueda de materiales irreales e invenciones en sí. Esas búsquedas se producen a partir de circunstancias recurrentes: laberintos, circularidad, libros, sueños, orden y desorden, entra otras. Además, se formula en ellos un enigma, el cual puede ser resuelto efectiva o aparentemente en el interior del cuento, pero siempre debe ser resuelto fuera de los cuentos. Por ejemplo, en “La forma de la espada” el narrador entiende al final qué significa la cicatriz; en “Funes el memorioso”, el fenómeno queda suspendido solo en su descripción.

Jitrik nos dice que la investigación sobre el enigma la llevan a cabo el narrador o los personajes. Los cuentos de Borges van desde algunos en que el narrador acapara todo, cuentos casi puramente descriptivos, y personaje ausente o atenuado hasta aquellos en los que el personaje crece y el narrador es solo el vehículo de la narración. (Jitrik: 1971)

Por otra parte, el crítico intenta una clasificación de los cuentos de Ficciones en tres zonas: descubrimiento, creación, organización. Para no extendernos demasiado vamos a explicar solamente la zona de creación, que es la que nos compete por los cuentos a comentar más abajo. La zona de creación resulta de un desplazamiento del descubrimiento: el narrador, aparentemente menos activo –ya sea a través de la tercera persona, ya desde una primera persona atenuada- deja de narrarse como investigador y pone el acento en los componentes del enigma. Este grupo está integrado por “Las ruinas circulares”, “Funes el memorioso”, “La biblioteca de Babel”, entre otros. Lo importante aquí es que hay producción de una obra, no solo su desciframiento; lo fundamental parece ser el proceso de creación desde cero. Las partes de la creación son las siguientes: primeramente, se trata de un proyecto que está a cargo de un personaje o del que el personaje forma parte. Segundo, se cuenta cómo ese proyecto se realiza o cuáles son, descriptivamente, sus componentes; aquí se inserta el personaje adquiriendo un elevado carácter simbólico; tercero, hay un pasaje a cierta dramatización que se encarna ya sea en alguna actuación o movimiento del aparato creado, ya sea en un contraste que se produce entre el aparato creado y el personaje: puede haber un hallazgo (como en Las ruinas circulares), puede haber prolongación (como en La biblioteca de Babel); cuarta y última, se establece una aproximación entre ese proyecto creado y la realidad, a veces ambos planos se superponen, otras veces, también, subsiste ambigüedad en cuanto a la relación. Jitrik se pregunta si lo fantástico será una categoría literaria producida por la fricción de las sensaciones de previsibilidad y de inasibilidad, a lo que concluye: “Lo fantástico reside, antes que nada, en el lenguaje: hay un modo de tratar la palabra que favorece un cambio de plano, la aparición de una nueva dimensión referida por contraste a la dimensión de lo real. Pero la palabra no tiene ese poder en sí sino a partir de los actos o situaciones que refiere. Lo fantástico se centra, entonces, en ciertos núcleos del relato y es allí donde tiene un sentido. Digamos, ámbitos, objetos, personajes que parcialmente siguen manejándose de acuerdo con normas universales y establecidas (lo previsible) pero que proponen una fuga respecto de tales normas (lo inasible).” (Jitrik: 1971).

En Borges, los personajes repiten casi mecánicamente sus actos, por lo que se convierten en simulacros de personajes, carentes de psicología, de historia, de elementos de inserción social; les falta todo lo que implica realidad, pero esta carencia es necesaria para que resalte su única razón de ser: la virtud de la búsqueda. Esto no está muy alejado de lo que teoriza Propp, en cuanto a que todo aquello que viene de la realidad es una forma secundaria en el cuento fantástico, debido a que los personajes se caracterizan por algo que está antes que lo real, y aquello es la condición que les confiere la posibilidad de ser personajes fantásticos. Asimismo, Propp menciona que esa existencia preliminar está ligada al mito. En los cuentos de Borges podríamos rescatar algunos mitos, por ejemplo, en “Las ruinas circulares” habla del mito del dios padre creando al hijo.

La literatura fantástica de Borges está asida en la metafísica, la cual no es más, para él, que otra rama de lo fantástico. Por lo tanto, estas ficciones no son fábulas filosóficas, no son alegorías, no son sátiras, sino que su trama miniaturiza y combina ideas filosóficas diversas que, recortadas, exageradas o tomadas en su literalidad producen una situación fantástica. (Stratta: 2012).

“Las ruinas circulares”

Este cuento forma parte de lo que Jitrik clasifica como “de creación” y narra, valga la redundancia, la creación de un hombre a través del sueño de otro hombre. Este otro hombre es el creador y se lo describe de la siguiente forma: “el hombre taciturno”, “el hombre gris”, “el forastero”; vemos aquí una descripción vana e imprecisa, carente de toda psicología, característico del relato fantástico. Ahora bien, ese forastero tiene un propósito y el narrador nos dice: “El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad”. Aquí ya se hace presente otra característica del fantástico, el sueño versus la realidad. Luego, el narrador en tercera persona va narrando el proceso de creación y nos cuenta cómo es ese hombre del sueño: “Era un muchacho taciturno (…) de rasgos aislados que repetían los de su soñador”. Primer signo de la resolución del enigma: el creado se parece a su creador. Una vez que el soñado nace, su creador/padre teme que descubra su mera condición de simulacro: “No ser un hombre, ser la proyección del sueño de otro hombre ¡qué humillación incomparable, qué vértigo!”. Todo el desarrollo del proyecto de la onirogénesis va promoviendo el enigma que se explicita al final: “Caminó contra los jirones de fuego. Estos no mordieron su carne, estos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo”. He ahí el enigma: ¿será el que sueña el sueño de otro que está soñándolo? Este enigma obra como núcleo

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