Reseña de Pedro y Juan, Literatura.

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Los días próximos Pedro se dedicaba a torturar a su madre, a sabiendas de que Luisa ya sospechaba que Pedro sabía toda la verdad de su antigua relación con aquel hombre con el que convivía como si hubiera sido su propio padre, como un amigo. Es por ello que Luisa comenzaba a tener ataques de nervios al instante en el que cruzaba miradas con Pedro, o simplemente, le escuchaba caminar por la casa.

Pasados unos días, una nueva excursión fue programada por los Roland, y por supuesto, madame Rosémilly como invitada. Este viaje le proporcionó una oportunidad a Juan para aclarar sus sentimientos por Rosémilly, por la que en efecto, estaba enamorado. Así pues, de manera informal y sin consultarlo previamente con su familia, Juan le pidió matrimonio a la joven viuda, quién un poco vacilante, aceptó.

A la mañana siguiente, los 4 Roland y Rosémilly, realizaron una visita a la nueva casa y despacho del abogado Juan, dejando Pedro notar su ira y envidia. Ya de vuelta en la casa, Pedro comenzó una acalorada pelea verbal con su hermano, dejándole ver poco a poco a Juan, lo afligido, celoso, agobiado, enojado y traicionado, que estaba su hermano; en un arranque de furia, el doctor dejó escapar de sus labios aquella verdad tan dolorosa, lo que para Juan significó una terrible y sofocante noticia, la reacción de éste, fue por supuesto, aplastante, quedando en un bloqueo metal. Pedro al darse cuenta de lo que acababa de pronunciar, salió despavorido de la habitación, y mientras Juan reaccionaba poco a poco, aterrizando en el mundo real, sin pensarlo buscó a Luisa, quién destrozada por lo sucedido, tuvo que revelar la verdad a su pequeño hijo, demostrando que ella realmente estaba enamorada de Márechal, pero que desde que mantenía su oculta relación, se arrepentía por el daño que pudiera causarles a sus dos hijos y a Roland.

Luisa conjeturó su destierro familiar, sin embargo y a pesar del dolor inevitable que sentía Juan, de tal aceptación por parte de su madre, seguía amándola, como se ama a una madre.

Luego de un rato, por fin logró convencerla de quedarse con él y Rosémilly en su nuevo hogar; pero ahora otro problema surgió: ¿qué harían con el rencoroso doctor?

Una vez habiéndose regresado a su apartamento, Juan reflexionaba de lo sucedido a lo largo del día, pensando en todo lo que debió haber pasado y sentido su hermano mayor durante todas esas semanas; trató de buscar una adecuada solución a la herencia, decidiendo quedársela, justificando el derecho familiar que tenía sobre la fortuna.

Amaneciéndole a Juan soñando despierto, se encontró con que debía hacer algo para alejar a Pedro de su madre, así que en el acostumbrado almuerzo familiar, comentó acerca de un transatlántico que partiría las fechas próximas, lo cual captaron rápidamente Pedro y Luisa como una escapatoria para ambos, mientras que el incrédulo y despistado Roland atinaba con gusto la idea de Juan. Pedro aceptó la oferta, pues él mismo quería mantenerse apartado del motivo de su pena y descontento.

Al paso de una semana, Pedro ya se encontraba listo para marcharse a bordo del transatlántico, del cual regresaría, tal vez, en unos meses. Estando ya lejos el crucero, los tres Roland restantes, que despidieron al doctor a bordo del navío de su padre, se dispusieron a regresar a sus respectivas casas y seguir con sus vidas, no sin antes contarle a Roland que muy pronto Juan contraería matrimonio con madame Rosémilly.