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Resumen de la Ruta del Trigo

Enviado por   •  20 de Noviembre de 2018  •  2.427 Palabras (10 Páginas)  •  311 Visitas

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acompañada de otro objetivo: la decapitación de la élite polaca. De acuerdo con Hitler, «solo es posible empujar a una nación a la esclavitud mediante la destrucción de sus estratos superiores».

• El realineamiento de Alemania y la Unión Soviética y el ataque contra Polonia pillaron por sorpresa a Gran Bretaña y Francia. Aunque ambos países declararon la guerra, ninguno proporcionó a los polacos mucha ayuda militar o logística significativa.

• Londres reconocía que la alianza de Alemania con la Unión Soviética constituía una amenaza para los intereses británicos en Oriente. Para la primavera de 1940, se estudió con sumo cuidado lo que parecía ser un enfrentamiento decisivo e inevitable. había muchísimas formas en las que la cooperación alemana con Moscú podía resultar enormemente perjudicial para los aliados: los intereses petroleros de Gran Bretaña en Irán e Irak eran vulnerables y existía la posibilidad de perderlos y, peor aún, de que pasaran al enemigo.

• De hecho, para enero de1940, en el alto mando alemán ya había conversaciones intensas acerca de cómo animar a los soviéticos a intervenir en Asia Central y la India. Ello requeriría un esfuerzo «relativamente pequeño», pero al mismo tiempo crearía «un foco de conflicto amenazador para Inglaterra».

• Se identificó al faquir de Ipi como el socio perfecto para desestabilizar la frontera noroccidental de la India y distraer la atención y los recursos de Gran Bretaña.

• El dinamismo y la retórica de Hitler cautivaron a muchos en Irán e Irak. Había cierta coincidencia natural, por ejemplo, entre el profundo antisemitismo del régimen nazi y el de algunos eruditos islámicos. Las opiniones antisemitas del líder alemán eran agua para el molino de un hombre al que le encantaba pedir la muerte de los judíos, a los que solía referirse utilizando términos como «escoria» y «gérmenes».

• En tales circunstancias, Londres y París se diseñaran un plan tras otro con el fin de contener a los alemanes y los soviéticos. El jefe de Estado Mayor francés, Claude Gamelin, pidió la elaboración de un plan para levantar una fortaleza, idealmente en los Balcanes, con el fin de presionar a la retaguardia alemana en caso de que fuera necesario.

• En la primavera de 1940, la atención viró hacia Bakú. El jefe de la fuerza aérea francesa, el general Vuillemin, abanderaba la idea de que las fuerzas aliadas usarán las bases en Oriente Próximo para atacar instalaciones clave, principalmente en el Azerbaiyán soviético. De acuerdo con ese plan, operando desde las bases británicas en Irak y las bases francesas en Siria, los escuadrones podrían reducir la producción de petróleo en el Cáucaso en un 50 por ciento en un plazo de entre dos y tres meses.

• Las consecuencias de un bombardeo del Cáucaso serían espectaculares. Los estrategas británicos estaban de acuerdo: causaría un trastorno inmediato de «las economías industrial y agraria de Rusia que gradualmente se paralizaran y dejaran de funcionar.

• Esos planes de acción conjunta se hundieron cuando Hitler lanzó un ataque relámpago contra Francia. En más de una ocasión, Hitler perdió los nervios y ordenó que las tropas mantuvieran la posición solo para descubrir que, para cuando sus instrucciones llegaban a los jefes de grupo, el avance había continuado y las fuerzas se encontraban a kilómetros del lugar en el que supuestamente debían haberse detenido. Durante este periodo, el propio Hitler tenía tanto miedo de que sus fuerzas cayeran en una trampa inexistente que estuvo cerca de sufrir un ataque de nervios.

• Para Europa occidental, la era del imperio había llegado a su fin con la primera guerra mundial. Y ahora, en lugar de desvanecerse lentamente, Alemania estaba a punto de propinarle una paliza.

• Adoptar medidas para reducir los fletes de la cosecha de algodón afgana para garantizar que la economía local no se desplomara era un gesto simbólico mínimo y un testimonio de cuán limitadas eran las opciones de Gran Bretaña. En ese momento crucial, los afganos se mantuvieron firmes o, por lo menos, titubearon y no apostaron por Alemania de inmediato.

• Aunque en los meses que siguieron a la invasión de Polonia las mercancías y los materiales siguieron llegando a Alemania, no siempre lo hicieron sin contratiempos. Las negociaciones eran tensas, en particular cuando se trataba del trigo y del petróleo, dos recursos especialmente demandados. Stalin en persona supervisaba el asunto y era quien decidía si se debía permitir que los alemanes recibieran las ochocientas mil toneladas de petróleo que habían solicitado o una cantidad mucho menor, y en qué condiciones.

• Sensación de inquietud e incertidumbre la que condujo a la decisión que le costaría la vida a millones de soldados alemanes, millones de rusos y millones de judíos: la invasión de la Unión Soviética.

• A lo largo de la segunda mitad de 1940 y comienzos de 1941, la logística de la invasión involucró no solo a los estrategas militares, sino también a los responsables de la planificación económica.

• Backe estaba obsesionado con la idea de que Rusia podía ser la solución a los problemas de Alemania. La fertilidad de la tierra era extraordinaria, en especial en aquellas áreas en las que la tierra era oscura debido a la riqueza de sus minerales.

• En Rusia meridional y Ucrania la agricultura había crecido a una velocidad feroz antes de la revolución de 1917, impulsada por el aumento de la demanda interna y de las exportaciones y las investigaciones científicas destinadas a identificar el trigo de mejor calidad y el modo de maximizar el rendimiento de unas tierras que durante milenios habían sido usadas como pastos por los nómadas y sus animales

• Backe insistió ante Hitler, la clave era Ucrania: el control de las fértiles llanuras que se extendían por el norte del mar Negro y se prolongaban más allá del Caspio «nos liberará de toda presión económica». Alemania nunca dejaría esas tierras recién conquistadas, afirmó con regocijo; su destino era convertirse en «nuestra India», «nuestro propio Jardín del Edén».

• Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del Reich, en un artículo escrito en 1942, declaró con su característico estilo, impasible e imperturbable, que la guerra había empezado por «el grano y el pan, por una mesa del desayuno y la comida y la cena bien provistas».

• Detrás de comentarios como estos había una realidad apremiante: Alemania se estaba quedando sin comida y sin suministros, y los cargamentos de grano enviados desde la Unión Soviética no habían conseguido reducir los problemas crónicos del abastecimiento. En febrero de 1941, por ejemplo, la radio alemana comunicaba

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