Resumen Ética protestante y el espíritu del capitalismo

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El término “profesión” tiene, en efecto, una connotación religiosa para la mayoría de los protestantes (distinto ocurre con los católicos). En alemán existe el concepto llamado Beruf, que hace referencia a una profesión, pero a una profesión que es también concebida como una suerte de misión (de origen divino). Para Weber, el trabajo no debe ser comprendido como un castigo impuesto por Dios a los hombres luego de que Adán y Eva fuesen expulsados del Paraíso. Incluso, a raíz de la división del trabajo profesional, se considera éste –por parte de los protestantes- un acto de amor hacia el prójimo, en tanto dependen unos de la labor de otros y trabajan “colaborativamente”.

Probablemente estas nuevas concepciones sobre la profesión y el trabajo serán unas de las mayores contribuciones de la Reforma. Si bien no se puede menospreciar el rol que cumplió Lutero en esta ola de cambios durante la Reforma, fue el calvinismo quien le puso el sello de duración. Sin embargo, no se le puede considerar como determinante para el surgimiento y la evolución del capitalismo (sin desmerecer su notoria influencia). Quizá un factor decisivo fue la obligación a la que se ve enfrentado el hombre –según el protestantismo- de avanzar solo hacia el camino de la salvación y felicidad. En este sentido, el alejamiento eclesiástico y sacramental impactó profundamente en la conducta, comportamiento y costumbres de los protestantes. Para el calvinismo, por ejemplo, la gracia sólo se puede obtener mediante el esfuerzo personal (“Dios ayuda al que se ayuda a sí mismo”) y no a causa de realizar buenas obras cada cierto tiempo. Hay aquí otro punto importante, para el protestante era fundamental un “sistemático control de sí”.

El calvinismo, además, rechaza la idea de que sea posible obtener la salvación por medio de la confesión y el “perdón de los pecados”, Creen firmemente que es una cuestión predestinada por Dios. Llevaban una vida totalmente planeada conforme normas morales estrictas en todos los ámbitos de su vida, ya que esto era lo único que podría acercarlos a la gracia divina. Esto conllevaba una especial dedicación al trabajo, entendido como una misión que Dios esperaba que se cumpliese (lo que promovió el establecimiento del capitalismo donde primaba la fe calvinista-puritana).

Finalmente, Weber plantea que –como suele suceder- el espíritu capitalista asociado a la incesante acumulación de riquezas y, por tanto, a la ambición, transformó a los puritanos. En sus propias palabras: “…el capitalismo victorioso no necesita ya de este apoyo religioso, puesto que descansa en fundamentos mecánicos”. Es decir, que a fin de cuentas, el capitalismo logró independizarse del apoyo religioso que recibió en sus inicios, encontrando sus propios medios para sustentarse, para volverse atractivos, para establecerse y expandirse.

Esta tesis propuesta por Weber no deja de ser –a lo largo del tiempo- interesante de analizar. Refleja, sin lugar a dudas, el modo en que se van instaurando convicciones en la gente, que de no ser estudiadas en su momento, pueden arrastrar a algo negativo (como lo fue el empoderamiento del sistema capitalista). Por otro lado, es una evidente muestra de cómo la religión a servido a lo largo del tiempo como un sustento para la propagación y la aceptación de regímenes políticos y económicos, ya que debido al valor que tiene la religión para el individuo tanto en su vida particular como dentro de un grupo, se convierte en una importante herramienta de manejo, consciente o no, de la población. Sobre todo situándose en la época, hay que comprender que aquello que “dictara o deseara Dios” era algo incuestionable, e incluso en nuestros tiempos en que la religión, al menos en el mundo occidental se ve mucho más cuestionada, sigue impactando mucho en la forma en que los individuos se relacionan, guían su vida y se comportan. Así se explica que pueda generar ambientes propicios para distintos cambios de grandes consecuencias, o bien, para conservar sistemas, instituciones y tradiciones a lo largo del tiempo.