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LA ÉTICA PROTESTANTE Y EL ESPIRUTO DEL CAPITALISMO

Enviado por   •  14 de Febrero de 2018  •  5.708 Palabras (23 Páginas)  •  419 Visitas

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Al momento de marcar las diferencias que puede haber entre el catolicismo clásico y el protestantismo, Max Weber se refiere a los aspectos que concretan su actividad social y son fiel reflejo tanto de la estructura social alemana, como de la forma de vida que allí se desarrolla. En un principio marca las diferencias que encuentra entre el tipo de enseñanza que dan a sus hijos los padres católicos con relación a las enseñanzas que dan los padres protestantes a sus hijos. Se desprende en este aspecto que la formación católica es de tipo humanística, mientras que los estudios técnicos y para profesiones de tipo industrial y mercantil son cursados en número considerablemente mayor por los protestantes.

Otra diferencia entre los católicos y los protestantes, es que los católicos participan también en una menor proporción en las capas ilustradas del elemento trabajador de la moderna gran industria, en otras palabras, los católicos tienden más a seguir en el oficio, mientras que por su parte los protestantes se proyectan en número mucho mayor a la fábrica en la que escalan los puestos superiores de la burocracia industrial y el proletariado ilustrado.

Todos estos elementos ya mencionados nos llevan a postular que han sido siempre los protestantes, los que como oprimidos u opresores, mayoría o minoría han mostrado una tendencia más evidente hacia el racionalismo económico. La razón a estos comportamientos tan diferentes hay que encontrarla, según Max Weber, en alguna característica personal determinada e indeleble, y no sólo en un cierta situación histórico - político de cada revelación.

El protestante por su parte opta por comer bien, mientras que el católico prefiere dormir tranquilamente, este parecido metafórico puede darnos una idea aproximada del impulso motivado que llevó al protestantismo a adelantarse en la moderna actividad económica capitalista. Pero si lo que se pretende es penetrar más, habrá que eliminar estas generalidades y habría que pensar que si toda ese supuesto impedimento entre alejamiento del mundo, ascesis y piedad de una parte, y participación en la actividad capitalista de otra, no tendría que quedar más bien convertida en un parentesco íntimo.

Estos supuestos mencionados anteriormente fallan cuando se da al mismo tiempo en una persona o colectividad, la “virtud” capitalista del sentido de los negocios y una forma de piedad intensa que absorbe y regula todos los actos de la vida, y esto no se da de manera aislada, sino más bien que precisamente constituye un signo característico de grupos enteros de las iglesias y sectas más importantes del protestantismo, en especial en el calvinismo, cuando éste se desarrollaba en un territorio con posibilidades reales de evolución capitalista.

Es de mencionar que, en base a lo mencionado anteriormente tiene razón Gothein cuando califica a la disgregación calvinista como el vivero de la economía capitalista.

Al momento de desarrollar el concepto del espíritu del capitalismo, Max Weber utiliza los principios, en forma de sarcasmo de Benjamín Franklin y también incluye algún pasaje del filósofo austriaco Ferdinand Kürnberger al perfilar el cuadro de la cultura americana en su libro Der Amerikanüde, como por ejemplo: de las vacas se hace manteca y de los hombres dinero; lo característico de esta filosofía de la avaricia es el ideal del hombre honrado digno de crédito y sobre todo, la idea de una necesidad por parte del individuo frente al interés de aumentar su capital.

Por lo tanto se enuncia así un verdadero ethos económico y justamente en esta condición es como se analiza. Con esta muestra se llega a un punto determinante de la exposición, la cual es que la ganancia pierde su sentido original como medio para la satisfacción de necesidades vitales, materiales del hombre, y se buscan más bien la acumulación de su capital porque este es el fin de su vida.

Es aquí donde la ganancia de dinero toma su acepción de representar, dentro del orden económico moderno, el resultado y la expresión de la virtud. El orden económico actual capitalista es como un cosmos extraordinario en el cual el individuo nace y al que, le es dado como un edificio prácticamente irreformable, en el que él ha de vivir, y al que asigna las pautas de su comportamiento económico, en todo lo que que se halla implicado en la trama de la economía.

Es por eso que se puede decir que el espíritu del capitalismo tuvo que luchar en primer lugar, con una especie de conducta y mentalidad que se puede distinguir como tradicionalismo. El tradicionalismo por su parte fue un hecho que no se dio en la clase trabajadora alemana, ya que se prefería trabajar menos a cambio de ganar menos dinero, es decir, no se preguntó cuánto podría ganar al día un individuo rindiendo el máximo posible de trabajo, sino más bien cuánto tendría que trabajar para poder seguir ganando lo justo para cubrir sus necesidades tradicionales, esto por su parte procedió, a que numerosos empresarios rebajaron los tipos de salarios para forzar a los trabajadores a trabajar más. El capitalismo siguió, y en la actualidad sigue en algunos sitios, esta ruta, y ha sido y es incluso un apartado de fe que los salarios inferiores son productivos y que como consecuencia aumentan el rendimiento del trabajador.

Al continuar con las causas que permitieron el surgimiento del capitalismo, Max Weber ejecuta otra reflexión acerca de la formación de las muchachas pietistas, las cuales poseen una específica formación religiosa. Evidenció que dicha formación ofrecía la más favorable unión para una educación económica. Y es de aquí que se deriva que es posible la consideración del trabajo como fin en sí (como profesión), que es lo que exige el capitalismo, por lo tanto es cuando se vislumbran las posibilidades prácticas para superar el tradicionalismo que, hace posible el nuevo tipo de educación religiosa. La persecución de la que algunas iglesias protestantes, como los metodistas fueron objeto, no correspondían exactamente a sus excentricidades religiosas sino más bien por su específica docilidad para el trabajo.

Se puede deducir entonces que, el espíritu del capitalismo, tal y como se ha pretendido figurar no sólo formaba parte de los empresarios capitalistas del patriarcado comercial, sino más bien de las capas más intrépidas de la clase media industrial. Pero este nuevo espíritu no se implantó de modo pacífico. Una ola de desconfianza, de odio y de indignación moral envolvió de ordinario a los primeros innovadores.

No obstante, a pesar de todo, el nuevo espíritu encarnaba cualidades éticas específicas, de diferente naturaleza que los que se adecuaban al tradicionalismo de los

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