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Las relaciones laborales durante el capitalismo liberal

Enviado por   •  31 de Agosto de 2017  •  3.394 Palabras (14 Páginas)  •  652 Visitas

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Pero no basta con tener tiempo libre: se necesita, además, un excedente de renta disponible para gastar en ocio, que procede habitualmente de las vacaciones pagadas como derecho adquirido desde principios-mediados del s. XX.

3. El mercado de trabajo

3.1 Caracterización

- Se trata, durante varias décadas, de un mercado caótico “manchesteriano”, caracterizado por:

- La supuesta libertad de contratación devino en incertidumbre y caos con efectos dramáticos para la parte débil: los trabajadores.

- Insatisfacción creciente tanto por parte de empleadores como de proletarios.

- Los empresarios cayeron en la ineficiencia producida por el mercadeo a la baja de los salarios (subastas del alba), que desestabilizaban los negocios e impedían la cualificación productiva.

- Los trabajadores, acuciados por la miseria de los salarios de subsistencia producidos por la presión del exceso de oferta de trabajo y por las mejoras tecnológicas paulatinamente introducidas, se defendieron por dos vías principales: el asociacionismo punible y los conatos luditas perseguidos con saña.

3.2 Asociacionismo primordial

- El precedente inmediato del asociacionismo primordial hay que buscarlo en el fenómeno reactivo del ludismo.

- No todos los obreros pudieron o tuvieron la capacidad de organizarse sindicalmente. Existieron, no obstante, situaciones intermedias entre la organización y la no organización:

- Asociaciones nacidas con un objetivo concreto y que, alcanzado o desechado éste, se disolvían.

- Asociaciones permanentes de trabajadores de un ramo y territorio. Finalidad de mantener o mejorar las condiciones de vida y de trabajo. Sindicatos permanentes.

- Asociaciones con objetivos globales que intentaban influir en la política y transformar la sociedad, generalmente partidos políticos.

- Atendiendo a su finalidad más inmediata podemos distinguir varios tipos de asociaciones:

- Sociedades de socorro mutuo. Podían reunir sólo a trabajadores o también a empresarios y otros grupos sociales. Sus objetivos: socorrer a socios enfermos, víctimas de accidentes, en paro o familiares de socios fallecidos (similar a los collegia de la Roma antigua).

- Cooperativas de consumo. Comenzaron a funcionar a inicios del siglo XIX por influencia del socialismo llamado utópico. Se compraban determinados productos, alimentos y vestidos, a precios más baratos, para ser vendidos entre los socios.

- Cooperativas de producción. Empresas autogestionadas por los trabajadores, en la que los socios-trabajadores son, a la vez, los detentadores de la propiedad de los medios de producción. Su número fue más reducido que el de las anteriores y, por lo general, fueron fracasando. En muchas ocasiones porque su fundación se había producido en circunstancias difíciles, por lo general como respuesta a una situación de crisis de empleo, por lo que el proyecto empezaba viciado.

- Sociedades de educación obrera y de tiempo libre. Escuelas nocturnas, profesionales, ateneos, coros, grupos excursionistas, ciclistas, naturistas, grupos esperantistas, etc. Su fin, estrechar los lazo de solidaridad de clase entre sus componentes. En segundo lugar, su teórica naturaleza apolítica les permitía sobrevivir en épocas de represión contra el movimiento obrero y servir de sostén a éste en las fases de clandestinidad.

- Sociedades de resistencia o sindicatos. Su objetivo no era tanto socorrer a sus miembros como defender a los trabajadores en el lugar de trabajo y fijar las condiciones colectivas de éste. Podemos distinguir entre:

- Sindicatos de oficio, que reunían a los trabajadores de una misma profesión y que aparecieron ya en el siglo XVIII, y

- Sindicatos industriales, que empezaron a crearse a partir del XIX y que agrupaban a todos los trabajadores de una empresa o sector, sin distinción de oficios.

En cualquier caso, el sindicato, para ser útil e incluso para ser, debe aspirar a monopolizar, del lado de la oferta, el mercado de trabajo.

El Estado liberal perseguía y prohibía las sociedades de resistencia sindical, pero alentó la constitución de sociedades de socorro mutuo, que recogían las tradiciones gremiales o religiosas de los artesanos del Antiguo Régimen.

El interés del Estado era doble, puesto que, por un lado, los trabajadores paliaban por sí mismos la miseria obrera y, por otro, constituía un freno a la revuelta, por esas mejoras obtenidas y porque las sociedades mutualistas educaban en el sentido de la responsabilidad.

Como reacción, muchas sociedades de resistencia camuflaron su condición en sociedades de socorro mutuo. Podían agrupar a los trabajadores de un oficio determinado o únicamente a obreros, pero también podían agrupar, además de trabajadores, a miembros de otras clases sociales, como dueños de empresas (nombrados socios protectores) y pequeños burgueses (asociacionismo vertical, orgánico o corporativo).

No obstante, el socorro sólo era efectivo para los socios, que solían ser un número estable y que disponían de los suficientes recursos como para pagar una cuota relativamente alta y una vida moral reputada (la “aristocracia obrera”). Los obreros peor pagados quedaban fuera del sistema y sin protección de desempleo: Con un principio supuestamente moralizante, las enfermedades venéreas o las lesiones por reyertas no estaban cubiertas por el socorro.

La presión del movimiento obrero y de los partidos obreros provocó el crecimiento de la oferta aseguradora y de previsión por parte del Estado (Estado del Bienestar en germen). Esto disminuyó el atractivo de las sociedades de socorro, puesto que el Estado proveía de los elementos necesarios para la protección del trabajo.

A este fenómeno se sumó la oferta de las sociedades privadas de seguros con fines lucrativos o las cajas de socorro patronales, una menor preocupación de los trabajadores por su futuro debido al auge del empleo, el incremento del nivel de vida, que individualizó las expectativas sociales inmediatas, menos pendientes de la solidaridad grupal, y una politización que contribuyó a primar las soluciones globales frente a las dadas a los problemas más inmediatos.

El mutualismo apolítico que logró sobrevivir tuvo que hacerlo

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