Simone De BEAVOIR (1999), El segundo sexo.
Enviado por karlo • 6 de Febrero de 2018 • 1.571 Palabras (7 Páginas) • 379 Visitas
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Las justificaciones avanzaron en el plano de la biología y la psicología. Se concebía la igualdad dentro de la diferencia. En el caso de los judíos y los antisemitas, pero, el acento recae en que los segundos conciben a los primeros como enemigos más que como seres inferiores; no como las mujeres y los egros. La casta que ha subyugado a negros y mujeres quiere mantenerlos en su lugar, es decir, en el lugar elegido para ellos. En ambos casos hay discurso alrededor de las esencias del “buen negro” (risueño, de alma infantil, el negro felizmente resignado) y de la “buena mujer” (frívola, pueril, irresponsable; la mujer sometida al hombre). Es el estado de hecho que ha creado la misma casta; la mujer es, efectivamente (y en el sentido dinámico Hegeliano del ser: llegar a ser, haber sido hecho tal y como le vemos manifestarse) inferior.
Nadie es mas agresivo y desdeñoso con las mujeres que un hombre preocupado por su virilidad.
La gran mayoría de hombres no asume esta pretensión (de dominio y superioridad): No posicionan a la mujer como un ser inferior, están demasiado imbuidos del ideal democrático como para no reconocer que todos los seres humanos son iguales. (…) Una vez casado, respeta en la mujer a la esposa, la madre, y en la experiencia concreta de la vida conyugal, ella se afirma frente a él como una libertad. Así puede convencerse que entre los sexos ya no existen jerarquías sociales y que más o menos, a pesar de las diferencias, la mujer es una igual. Como observa no obstante algunas inferioridades, las achaca a la naturaleza.
De Beauvoir adopta una perspectiva de “la moral existencialista”: No hay más justificación de la existencia presente que su expansión hacia un futuro indefinidamente abierto. Cada sujeto se afirma concretamente a través de los proyectos como una trascendencia y solo hace culminar su libertad cuando la supera constantemente hacia otras libertades. La mujer aparece en un mundo donde los hombres le imponen que se asuma como la Alteridad; se pretende petrificarla como objeto, condenarla a la inmanencia. No cabe definir las oportunidades del individuo en términos de felicidad sino de libertad.
Inerte, impaciente, astuta, estúpida, insensible, lúbrica, feroz, humillada: el hombre proyecta sobre la mujer todas las hembras a la vez (del reino animal). El hombre y la mujer solo se diferencian en el hecho de la reproducción.
El hombre como creador. Aristóteles entiende que el feto se produce por el encuentro entre el flujo menstrual y el esperma pero la mujer no hace nada mas que “criar y aportar” pasiva mientras que el hombre es el creador, la actividad, el movimiento, la vida. Hay que derrocar prejuicios:
- El núcleo del óvulo es un principio vital exactamente simétrico al del espermatozoide. No existe la pretendida pasividad de la mujer. Hay que romper con falsas pretensiones y divagaciones acerca de la actividad y pasividad; gametos masculinos y femeninos se funden juntos en el huevo; juntos, se suprimen en su totalidad. En el acto que los confunde se pierde la individualidad de cada uno.
(como unas 10 pps que habla sobre especies animales e intenta mostrar las estúpidas analogías con los humanos. De hecho, tras comparar con las “sociedades” de hormigas y abejas y con las arañas y las mantis religiosas postula: La especie que ha convertido a las hembras en esclavas castiga al macho que pretende escapar; lo suprime brutalmente). En los mamíferos el macho es el aspecto subjetivo, como dice Hegel, mientras que la hembra sigue envuelta en la especie. En la mayoría de mamíferos los machos toman a la hembra y se realizan como sujetos cuando transmiten la vida a la hembra mientras que esta, alienada, apenas se resiste subyugándose al desarrollo de la especie. El macho reivindica como suyo el acto que perpetúa a la especie. La hembra está habitada por la especie.
El macho se le permite afirmarse en su autonomía; integra la energía específica en su propia vida; por el contrario, la individualidad de la hembra es combatida por el interés de la especie; aparece como poseída por potencias extrañas: alienada. La mujer, como el hombre, es su cuerpo; pero su cuerpo es una cosa ajena a ella (período menstrual).
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