Trabajo de narradores.

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(Como él no podía hacerse cargo de su madre tuvo que dejarla en las manos de una enfermera para que la tratara con el cuidado debido puesto que su trabajo no le dejaba estar con ella).

Durante las tres semanas que duro su viaje el hospital lo informaba cada día de la salud de su madre. Las noticias que recibía eran muy buenas, con excepción de “un aumento en la temperatura que se presentaba después de medianoche, acompañado de una marcada alteración nerviosa”.

(Mientras él estaba de viaje por el trabajo, el hospital le informaba del avance de su madre, aunque no iba del todo bien como él quisiera).

Cuando volvió se presentó en la oficina tan solo para avisar de su llegada y corrió al hospital a ver a su mamá. Cuando ella lo vio lanzo un extraño grito que no era una exclamación de sorpresa o alegría. Era el grito que puede dar quien se encuentra en el interior de una casa en llamas y mira aparecer a un salvador. Así lo sintió él. Era la hora de la comida. Con gran sorpresa demostró que su mamá no comía mucho, a pesar de que tenia enfrente su platillo favorito: chuletas de cerdo ahumadas y puré de espinacas. Estaba descolorida, macilenta, y sus manos inquietas y temblorosas dejaban ver el estado de sus nervios. Él no se explicaba que le había sucedido. Siempre había sido una mujer tranquila, equilibrada, positiva.

(A su regreso, él vio que su madre no estaba tan mejorada como le decían en el seguro. Se encontraba muy mal físicamente puesto que ni siquiera comía algo del platillo que le daban. No encontraba respuesta que pudiera decir el porque de las condiciones de su madre).