El Diseñador Gráfico y sus Relaciones

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Los medios de comunicación modernos, Internet y la tecnología accesible (equipo de cómputo personal) acortan distancias y dan facilidad a nuevas relaciones comerciales entre un comprador y un vendedor, un profesional y un cliente. Sea cual sea el servicio que se ofrezca, el desarrollo de los últimos años ha abierto posibilidades a cambios en el paradigma de las negociaciones.

La comunicación es la base de las negociaciones, y el diseñador debe tener la capacidad de comunicarse con sus clientes en términos de administración y negocios por sobre de su lenguaje técnico especifico de su práctica profesional.

Las relaciones comerciales, al igual que las personales, están basadas en la confianza, concepto difícil de medir y estudiar, sin embargo el diseñador debe basar sus estrategias de comunicación hacia sus clientes en orden de adquirirla, en pro de los lazos comerciales con estos. Un diseñador gráfico independiente como micro empresario, tiene una doble responsabilidad con su negocio, en el cual es administrador y trabajador, es responsable de las relaciones con sus clientes y del proceso practico del diseño, característica que lo rebasa desde su formación misma.

Actualmente existe un desfase entre el diseñador y la empresa en términos de comunicación y administración.

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Para solucionar los conflictos diseñador-cliente es importante mantener una actitud positiva, entendiéndolos como oportunidades para lograr acuerdos hasta la satisfacción de las partes. Los conflictos son normales y pueden otorgar beneficios. Por tanto se debe de trabajar en el cambio de paradigmas y empezar a buscar salidas y soluciones a los problemas.

La diferencia entre ser un profesional de diseño y llevar adelante una empresa de diseño, como advierte Piazza (2006), radica en la imprescindible necesidad de tener conocimientos y manejos de gestión que a priori exceden las capacidades propias de la actual formación del diseñador.

Los tiempos y las actividades que un empresario de diseño desarrolla, se alejan en cierta medida de la tarea principal para la que ha sido formado, (diseñar) enfocándose también en tareas de gestión, administración y en muchos casos de ventas.

Según Piazza (2006) estas actividades se dividen en dos. La primera es la gestión externa en donde están los tiempos dedicados al cliente, al diseño, al desarrollo operativo y al seguimiento de proveedores. Sin embargo la gestión interna contempla tiempos dedicados a potenciales clientes y tiempos dedicados al manejo de la estructura del estudio.

Al igual que todo negocio, el emprendimiento de diseño mismo tiene la necesidad de venderse con la finalidad de conseguir un encargo o un trabajo. Para Morgan (1986), la promoción y venta son necesarias si una empresa de diseño quiere hacer algo más que sobrevivir año tras año.

La gestión de los proyectos y las relaciones comerciales con los clientes son el eje principal del diseño como negocio, sin embargo el diseñador como empresario no cuenta con los argumentos necesarios, a priori, para controlar todos estos aspectos, la formación post universitaria y la experiencia forman el perfil del diseñador independiente en materia administrativa en función del éxito de su negocio.

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Abordando el concepto desde una perspectiva general, el término “gestión” es entendido como la acción y efecto de administrar, en materia de negocios. Sin embargo, tal como es estudiado en la actualidad, es relativamente reciente. Su difusión se produjo en los años sesenta en el área de la economía, desarrollándose en temas como gerenciamiento, planeamiento estratégico, logística y marketing, como una respuesta flexible de la empresa a un contexto cada vez más complejo e incierto. (Leiro, R. 2006).

Existen herramientas para aprender a dejar de lado las creencias, las ideas, los hábitos y los mitos negativos; a observar desde puntos de vista diferentes las situaciones, abriendo la mente, sin sesgar siempre la opinión personal como la única solución. Así, ampliando la mirada, se identifica con rapidez el conflicto y se aportan soluciones de común acuerdo. El observar diferentes puntos de vista ayuda a salir adelante, a no quedarse detenidos en situaciones improductivas, dando largas a lo que se puede solucionar de manera rápida, eficaz e innovadora.

Se requiere del trabajo en equipo y la comunicación efectiva entre las partes. Las relaciones interpersonales deben de ser productivas, cooperativas y satisfactorias. La mayoría de las veces, en algún momento se genera algún grado de conflicto, que puede ser constructivo o destructivo. También entra en juego la presión de tiempo o la insuficiencia de recursos, que produce roces o, incluso crisis.

Cuando la personalidad de dos personas es incompatible se generan choques, fallas en la comunicación y diferencias en la percepción de los hechos. Cuando se tiene una relación laboral o comercial es importante conocer a la otra persona, para saber con quién se va a relacionarse y así, evitar enfrentamientos por diferencias culturales.

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En la fase intermedia entre la planeación de un proyecto de diseño y su materialización, es en donde se lleva a cabo gran parte de la gestión de diseño. La cual salvo contadas excepciones ha sido omitida en la formación académica del diseñador, pero es una fase importante para concretar un proyecto. Por lo tanto, el diseñador debe estar capacitado para comunicar su propuesta y para negociar los aspectos conflictivos ente los intereses de la empresa y los fines del resultado de dicho proyecto. (Leiro, R. 2006).

El rol primordial de la gestión de diseño es comprender los objetivos estratégicos de una empresa o cliente y entender cuál será el papel del diseño para cumplir esos objetivos, poder traducirlos en acciones y así desarrollar los medios, las herramientas, los métodos, los equipos, la planificación, la pasión y el entusiasmo para lograr estos objetivos con éxito. (Best, K. 2007).

El desarrollo de un proyecto de diseño justifica su existencia misma en ayudar a satisfacer una necesidad de comunicación visual, en el caso del diseño gráfico, de un cliente, es por eso que el diseñador debe identificarse y comprometerse con la finalidad de la estrategia y los objetivos del proyecto para el que trabaja. Según Leiro (2006), el término