El intermediario del tercer mundo

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De Soto era consciente de los problemas que traían consigo los comerciantes a los que él quería ayudar:

El problema de estos poseedores de pequeños capitales reside en que sus posesiones no están registradas en ningún lado y que, por lo tanto, no pueden tomar ninguna hipoteca. Como no reciben ningún crédito de los bancos para poder ampliar sus negocios, de alguna manera tienen que mantenerse ocultos. Estos, a su vez, les genera altos costos: dinero para los sobornos, ir trasladando el negocio a distintos lugares, una caja voluminosa y, de ahí, la probabilidad de que se les devalúe la moneda.[4]

El problema o el obstáculo que la mayoría de países sufre es el proceso burócrata, que retrasa cualquier trámite. Lastimosamente no iba a quedar ajeno al intento de registrar y legalizar los bienes de los comerciantes minoristas.

A esto se añade otro obstáculo: la burocracia en la mayoría de los países del Tercer Mundo. (…) De Soto se propuso abrir un negocio legal, un pequeño taller de costura con un empleado, en las afueras de la ciudad. Su equipo empezó con los preparativos: llenar formularios, hacer colas durante horas y viajes innumerables en bus hasta el centro de Lima para conseguir todas las autorizaciones que se necesitaban según la ley. El equipo trabajo seis horas por día y finalmente logro la autorización para esa empresa mínima, pero habían pasado 289 días. Los costos ascendían a 1231 dólares, treinta y un veces más que el sueldo mínimo mensual. Otros experimentos pusieron al descubierto absurdidades burocráticas más escandalosas: les tomo casi siete años y doscientos siete tramites en cincuenta y dos días oficinas públicas obtener la autorización para construir en un terreno de tierras estatales. En otros países la locura burocrática fue todavía más extrema: en Egipto, el equipo de investigación necesito entre cinco y catorce años para registrar legalmente un terreno en tierras desérticas estatales. En Haití, el proceso para acceder legalmente a la tierra puede durar hasta diecinueve años[5]

La burocracia que existe en los países incapacita a los mercaderes que quieren mejorar su economía a través de los derechos que podrían llegar a tener si estos registrasen en el sistema sus bienes y propiedades, este capital llegaría a tomar mayor volumen económico por el incremento que sufren todos los bienes anualmente.

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CONCLUSIÓN

De Soto da sus propuestas de cómo puede fortalecer la economía de los pobres, otorgándoles derechos de propiedad. A pesar de sus deficiencias, el capitalismo es. según De Soto la clave para el desarrollo del Tercer Mundo

Legalizar las posesiones de los desposeídos de este mundo, que no están registradas en ningún lugar, daría un enorme dinamismo a las economías del Tercer Mundo

El intercesor del Tercer Mundo. Cree en el capitalismo, pero lo considera más como una herramienta. Para él son mucho más importantes la libertad, la empatía con los pobres, el respeto por el contrato social y la igualdad de posibilidades.

BIBLIOGRAFÍA

LÜCHINGER, Rene.

(2011). Hernando De Soto. Los 12 economistas más importantes de la historia: de Adam Smith a Joseph Stiglitz. Colombia (primera edición).

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