Actividad n1 LAS VIRTUDES MORALES
Enviado por Mikki • 10 de Enero de 2019 • 3.911 Palabras (16 Páginas) • 415 Visitas
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La sexualidad es, en el fondo, un camino por el cual la mayoría de los seres humanos realizan su vocación esencial a dar y a darse, a la entrega generosa de sí mismo a los demás (a la esposa, al esposo, a los hijos), a ser no sólo para-sí-mismo, sino a ser-para-los-demás[3]. La experiencia y la reflexión atenta nos muestra que sin este salir de sí mismo la persona no puede ser feliz: el egoísta siempre es triste y amargado. Por eso es tan importante una correcta comprensión de la sexualidad humana y de su valor, porque para muchos[4] es el camino por el cual se concreta su vocación al amor verdadero y si tenemos una comprensión degradada de la sexualidad, tendremos una visión degradada del amor y por lo mismo se nos cerrara la puerta que conduce a la verdadera felicidad, que por supuesto no es la mera satisfacción del momento, sino el logro de una auténtica plenitud humana que necesariamente pasa por el don sincero de sí mismo.
Es decir, una sexualidad que cosifica, que animaliza, que embrutece y degrada a la persona, es una sexualidad que se ha desnaturalizado, pues la sexualidad, que engrandece a la persona cuando es expresión del amor y de la entrega generosa, se hace vulgar mercancía y comercio mezquino cuando se transforma en la mera satisfacción egoísta e insustancial del propio instinto. En otras palabras, lo que ensucia el amor no es el sexo, evidentemente, pues la sexualidad es algo maravilloso; lo que ensucia el amor y a la sexualidad (en tanto que expresión, lenguaje y manifestación de ese mismo amor) es el egoísmo: el reducir al otro a mero instrumento para satisfacer mis necesidades.
El vicio que se opone a la virtud de la castidad es la lujuria. La lujuria es poner en el centro de la propia actividad afectivo-sexual la mera búsqueda egoísta de placer (es decir, poner el amor al placer por encima del amor a la persona). La lujuria reduce al otro a un mero objeto o herramienta para la propia satisfacción, para la maximización de los propios intereses. En ese sentido la lujuria es miope o ciega: es incapaz de ver en el otro a una persona reduciéndola a aspectos puramente sexuales. Dice Michael Gotzon con respecto a esta capacidad de enturbiar la mirada propia de este vicio: “si te quedas en el pecho, no llegas al corazón”, es decir, si una persona busca principalmente lo sexual, la persona pasa necesariamente a un segundo plano, se convierte en un medio o herramienta para procurar una satisfacción puramente instintiva. En este mismo sentido, si una mujer ingenuamente destaca en exceso lo puramente corpóreo en su modo de vestir es probable que a un hombre le sea difícil el no verla meramente como una cosa u objeto y no como una persona digna de respeto, cuidado, afecto, cariño, ternura y, en última instancia, de amor. Es paradójico, pero muchas veces la mujer queriendo ser admirada, apreciada, valorada, cediendo a una moda que, lamentablemente, la reduce a un hueco maniquí termina por ser reducida, en la mirada del varón, a un montón de partes, desconectadas entre sí, vacías de todo contenido y riqueza ontológica. Es decir, queriendo ser admirada, termina por ser despreciada o degradada pues ya no es vista como persona sino como una simple cosa. Esto que hemos dicho sobre la mujer, se puede aplicar evidentemente también al varón.
La lujuria en el fondo, termina por degradar la sexualidad al despersonalizarla. Al poner el puro placer egoísta como fin último de la propia vida los demás se convierten en herramientas al servicio de aquella satisfacción. De este modo la sexualidad se hace algo impersonal, anónimo, trivial, intrascendente o irrelevante; se la reduce a una lógica mercantil y utilitaria. La absolutización de lo sexual termina, en fin, por vaciar de contenido y significado esta dimensión de la persona humana, arrancando todo lo que en ella hay de misterio, de grandeza y de hermosura.
Otras dimensiones de la templanza en la que no ahondaremos es, por ejemplo, la templanza en el juego: cuanta gente que lo pierde todo: trabajo, dinero, familia, dignidad por el nuevo esclavismo del juego. Lo mismo podemos decir con respecto a las drogas. También la HUMILDAD es templanza en cuanto permite que no nos dejemos llevar por un desordenado amor propio o por una torpe vanidad. Hoy es importante la templanza en el uso de los medios tecnológicos: celulares, Facebook, etc., el no ser capaz de esperar un segundo para ver un WhatsApp puede tener consecuencias incluso vitales como puede ser un accidente en auto. También es importante la mansedumbre que permite moderar los enojos, no es que siempre sea malo enojarse, pero cuando el enojo nos domina y nos hace hacer cosas absurdas: pegarle a alguien sin razón alguna u otras cosas, hay un problema de autocontrol y dominio de uno mismo que exige a la templanza. Por último, es importante la templanza en el uso de los bienes materiales, en el tener. Muchas veces la persona piensa que posee cosas, pero en gran medida son las cosas la que poseen a la persona. Podemos llamar a esta virtud desprendimiento y al vicio que se le opone codicia, avaricia, etc. El avaro es esclavo de sus propias posesiones haciéndose incapaz de mirar hacia arriba o más allá de sus propios intereses; el avaro, en otras palabras, pierde el señorío propio y distintivo de la criatura racional, señorío que es corona de la humana naturaleza
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